Olimpismo
Graciel Stenio: Sí, su trabajo (y su pasión) es bailar y quiere estar en los Juegos Olímpicos de París en breaking
Grazy entrena en el CAR de Madrid para un deporte que debutará en París 2024. Empezó bailando en la calle, donde cuanto más sucias tenías las manos, más orgulloso estabas, de ahí el libro que ha escrito: "Manos Sucias"
"Eso me ha acompañado toda la vida", dice Graciel Stenio. "Eso" es la conversación que describe a continuación: "¿A qué te dedicas?", le preguntaban. "A bailar", respondía. "No, en serio, a qué te dedicas", le insistían. "A bailar", volvía a contestar. "No, pero un trabajo de verdad..."
"Con los años me están viendo. No es un camino fácil, está lleno de incertidumbre, vas pisando sobre nubes de algodón, a veces un poco más sólidas, a veces parece que te caes al precipicio, pero hay que mirar para adelante y mantener el entusiasmo", prosigue Graciel, cuyo nombre artístico es bboy Grazy y que se ha marcado como nuevo reto intentar estar en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde el breaking será una de las novedades. Lo que para él empezó en las calles de Aluche se convirtió en una forma de vida en una época en la que era muy difícil evolucionar. "Nosotros no tuvimos apoyo, pero no por nada, es que no lo había: la gente mayor que hacía lo dejaba muy pronto, como no había Internet ni nada, quien tenía información la cuidaba como un tesoro y no la compartía... Y yo dije: “Voy a escribir un libro, que mi testimonio quede escrito y a la gente que le pueda echar una mano...”", desvela. El libro es "Manos Sucias" (puede comprarse en Amazon), título que tiene mucho significado. "Antes bailábamos en la calle, todos los días, y cuando entrenabas mucho, con la suciedad del suelo, terminabas con las manos muy sucias, y cuanto más era como una especie de orgullo", explica su autor.
En el libro cuenta cómo pasó de no querer competir a que la competición fuera lo que le mueve. "No es que no me gustara es que soy muy tímido, extremadamente", reconoce. Le daba vergüenza hasta pedir un vaso de agua en un bar y en las primeras competiciones incluso deseaba no pasar de ronda para no tener que volver a "someterse a eso", algo que fue superando "con los años y con el dolor". Sudaba, se cortaba delante de la gente... Especialmente dura fue una vez en la que se clasificó todo su grupo, menos él. "Me tiré como cinco o seis meses sin bailar, y me dije: 'O cambias o déjalo. O rompes esta barrera o déjalo'", recuerda.
"Por el arte al breaking no le ha ido bien en España, a ver por el deporte..."
El breaking le sirvió para superarse y todavía hoy sigue trabajando la mente con mensajes de autoconfianza. Ahora se escribe en papelitos cada día que quiere ir a los Juegos o, en lo personal, que no le dé vergüenza hablar con la gente, porque "sigue quedando parte de ese niño". Se lo recuerda cada día para al final terminar creyéndoselo. "Miéntete hasta que lo hagas", afirma. Porque pese a los movimientos imposibles que son capaces de ejecutar y que requieren una preparación física exigente y evidente, la cabeza lo mueve todo: "Por eso leo desde siempre libros de psicología, superación, liderazgo... Cuando tenía 14 o 15 años me daba vergüenza leer estas cosas en el metro, y cambiaba la portada para que nadie la viera".
De entrenar en la calle o el metro ha pasado a hacerlo en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid (CAR). Desde que el breaking es olímpico se va "montando una estructura": tienen una sala, un fisio, aunque desde hace poco; y preparador físico que les manda las series que deben realizar con lastres de 2 kilos que están por allí por el suelo del gimnasio. También hay un chaleco con 28 kilos extra con el que hacen el pino y a aguantar ahí. El modo de competición es de batalla, uno contra otro, y a los Juegos sólo van 16 chicos y 16 chicas, muy pocos. La opciones de estar en París son: ser campeón del mundo, de Europa o las Olympic Qualifier Series (OQS), tres campeonatos entre marzo y junio de 2024, pero para participar en ellos hay que estar arriba en el ranking con resultados en el día a día. "Mi primera temporada de competir fue de 2005 a 2012, tenía 18 años, vivía con mi madre, era otro rollo. De 2012 a 2022 empecé a trabajar más (en el Circo del Sol, por ejemplo) y me desligué un poco de la competición", añade. En 2019 se empezó a cocinar que fuera olímpico y en 2021 Graciel vio que iba en serio y pensó: "Por la parte del arte al breaking en España no le ha ido muy bien, pues a ver por el deporte". Y entonces le entró "la llama". "Puedes, llevas muchos años en esto, no te has desligado de la competición. Es como un bicho que te muerde, siempre presente", desvela que pensó.
Eso sí, este verano se ha propuesto que aparte del trabajo en el CAR, un día quiere hacerlo en la calle, en alguno de los lugares típicos como Nuevos Ministerios o Chamartín, para recordar que es importante seguir manchándose las manos.
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