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FC Barcelona - Antwerp (5-0): Y por fin una fiesta en la Champions
El Barcelona comienza la competición de sus pesadillas con una sencilla goleada. Joao Felix, de nuevo, decisivo
La Champions era la habitación del pánico del Barcelona, la de los castigos, ese lugar en el que al entrar te entran escalofríos por todo lo que has vivido allí, demasiados malos recuerdos como para mantener la calma. El partido contra el Amberes, sin embargo, puede haber cambiado ese pasado tan cercano y del que tanto tiene que avergonzarse el Barcelona. Necesitaba el equipo de Xavi Hernández, eliminado en la fase de grupos los dos últimos años, un partido como el que jugó contra el conjunto belga. Necesitaba, en definitiva, un rival así, que mordiese poco, que quisiese sacar el balón jugado pese a la presión y que atrás estuviese más dispuesto a disfrutar del fútbol de toque azulgrana que a evitarlo. Así, no hubo partido.
En parte por debilidad del rival y en gran parte porque este Barcelona tiene otra pinta, sin menos preocupaciones ni urgencias, como si la victoria en LaLiga del año pasado le hubiese rejuvenecido y con futbolistas con muchas ganas y acoplados perfectamente a lo que pide Xavi Hernández.
Los ejemplos más claros son los Joaos, los últimos en llegar y sin embargo, perfectamente engrasados en el fútbol de ataque del Barcelona. Fueron titulares contra el Amberes y funcionaron, otra vez a la perfección. Lo de Joao Felix es para que todos los atléticos rabien ante esa sonrisa sin pasado, como si hubiese borrado todo: su paso por el Atlético, sus diferencias con Simeone, su negativa estancia den el Chelsea. Como si eso hubiesen sido lugares de pasos por los obligatoriamente hay que desfilar antes de llegar al sitio deseado. El Barcelona le ha cambiado la cara, probablemente las angustias de la mente y le ha devuelto el fútbol. Hizo el primer tanto, dio el pase del segundo, remató el del quinto y cada vez que da un paso parece que juega con una ligereza que, de ningún modo, mostró en el Atlético de Madrid. Antes arrastraba tristezas y ahora reparte sonrisas.
Cancelo, mientras, le da a Xavi una versatilidad que no todos tienen. En principio, comienza como lateral derecho, después sigue jugando al lado de De Jong (otro que en dos años ha cambiado de actitud y de fútbol) y puede acabar la jugada bien por la banda derecha o bien desde cualquier sitio. Con equipos que se cierran, con Cancelo en un lado y Balde en el otro, el Barcelona ataca con todos menos con los dos centrales y aún así consigue que no haya atasco al borde del área. Juega con rapidez, porque mezcla la entrada por los lados con las combinaciones por el centro y los rivales no saben como pararlo. Menos aún el Amberes, que si dio guerra al principio, antes del primer gol, después se dedicó a ir recibiendo goles mientras pasaban los minutos. Fueron algo más de noventa minutos, pero para el Amberes fue una tortura a la que no veía final.
Porque si el Barcelona tiene el día bueno, asusta. No sólo por cómo juega, sino también porque cuando hace los cambios, el rival vuelve a asustarse. Xavi, con el partido totalmente decidido, se puso a dar descansos y los que saltaron al campo fueron, entre otros, Ferran Torres y un chico jovencito que ya hace temblar a todos: Lamine Yamal.
Fue tal el dominio del Barcelona que no parece que este partido pueda servir como medida del nivel del equipo de Xavi en la Champions, el lugar desde que se va a medir si es un entrenador bueno de verdad y si su plantilla es de verdad competitiva. Pero eso llegará más adelante, en los siguientes partidos, cuando suba un poco el nivel de los rivales. Hasta ahora, el Barcelona luce la sonrisa que luce Joao Felix. Como él, ha dejado atrás las sombras y sólo ve luz.
Los goles fueron cayendo como si no pudiera ocurrir otra cosa. Hizo el segundo Lewandowski, que los necesita para no parecer irrelevante y también marcó Gavi. Aquello era una fiesta. Y no se ha dado muchas el Barcelona en la Champions.
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