La final
Mundial de Qatar 2022. El jugador que tiene la piel marcada por malos de series de televisión
Nicolás Otamendi ha vivido mil vidas en el fútbol. Hace un año se recuperaba del asalto a su domicilio. Le pusieron un cinturón en el cuello
Hace un año Nicolás Otamendi estaba preocupado por el asalto que había sufrido con su familia en su domicilio en Lisboa. Los ladrones entraron en su casa, le pusieron un cinturón al cuello para inmovilizarlo y lo llevaron hasta la habitación de matrimonio donde estaban su mujer y su hijo. Los ladrones se llevaron varios relojes y dinero en efectivo. «Está superasustado», confesaba poco después su entrenador, Jorge Jesús, que le dio varios días de descanso para que se recuperara.
Pasados doce meses, el central argentino vive una vida diferente, una de las mil que ha vivido en el fútbol, y ahora sueña con ser campeón del mundo. Nunca había estado tan cerca. Aunque debutó en un Mundial en 2010, con Maradona en el banquillo, y repitió en 2018, no fue convocado por Alejandro Sabella para el de 2014 en Brasil, cuando la albiceleste fue subcampeona.
Scaloni sí contó con él ya para la Copa América del año pasado en la que Argentina fue campeona 28 años después. Y sigue siendo fundamental para él en este Mundial, en el que lo ha jugado todo hasta ahora.
Otamendi, criado en la cantera de Vélez Sarsfield, ha dado sus mejores años en Portugal. Primero pasó por el Oporto, el club que lo trajo a Europa, y ahora triunfa en el Benfica. Por el medio, un paso por el Valencia y el Manchester City, donde nunca llegó a dar lo que se esperaba de él.
Cuando jugaba en Inglaterra comenzó la relación con su mujer, a la que conocía desde que los dos tenían siete años. Una relación que llevaron casi en secreto hasta que la prensa británica comenzó a publicar fotos de ambos juntos.
Menos secretos son los tatuajes del defensa argentino, que tiene el torso cubierto de tinta. Por delante lleva un lobo y un oso para demostrar fiereza, como la barba que se dejó crecer en Valencia. Por la espalda, los tatuajes demuestran su pasión por las series. Lleva tatuados personajes de «Vikingos», «Breaking Bad» y «Peaky Blinders».
Walter White, el profesor de química protagonista de «Breaking Bad» ocupa el centro de la imagen. A un costado, el guerrero nórdico Ragnar Lothbrok; al otro, el gángster de los «Peaky Blinders», Thomas Shelby. Todos personajes poderosos, de carácter, como el que luce él en el campo.
En esa fiereza sin disimulo confía Scaloni, aunque su llamada para el Mundial ha sido muy cuestionada por algunos sectores de la crítica argentina. Pero Scaloni tiene fe en su veteranía –34 años cumplidos– y en su fiereza. Y el central del Benfica le devuelve la confianza. «Es un entrenador, una persona que está constantemente exigiéndose a sí mismo y a nosotros para que no nos relajemos, para que al jugador que le toque entrar lo haga de la mejor manera. Es importante que esto siga, pase lo que pase en el Mundial», decía cuando la Federación argentina anunció la continuidad del seleccionador en el banquillo de la albiceleste.
Lejos quedan para Otamendi los tiempos en que tenía que coger tres autobuses y viajar dos horas de ida y dos de vuelta para entrenarse con las divisiones inferiores de Vélez. En esos viajes lo acompañaba siempre su madre. Hasta que Nico creció y pudo comenzar a viajar solo en el colectivo. El fichaje por Vélez le hizo olvidarse de su pasión por el boxeo, deporte con el que el fútbol se repartía el tiempo en su infancia. No imaginaba entonces que estaría tan cerca de ser campeón del mundo con la albiceleste.