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Luis Enrique, la exigencia para regenerar el Barça
Un tipo exigente y con mucha intensidad, un técnico ambicioso y que conoce los entresijos de la casa es el perfil de Luis Enrique Martínez (Gijón, 1970), el entrenador elegido por la directiva del Barcelona para regenerar los destinos del equipo azulgrana los próximos dos años.
No hace tanto que el asturiano se despidió del fútbol -diez años- y menos que se estrenó en un banquillo, dirigiendo a aquel Barcelona B que subió a Segunda en 2008, cuando demostró sus registros como técnico exigente.
Es Luis Enrique un técnico con un libreto amplio. Como delantero que fue, le gusta el fútbol de ataque y el toque, pero también el juego directo y no cree en los corsés de los dibujos tácticos, por lo que es capaz de variar el mismo incluso durante el mismo partido.
Considera que uno de los mayores méritos de un entrenador es "tener enchufado a su equipo". Esa es una de sus máximas y que la lleva al último extremo, como cuando era futbolista.
Luis Enrique es un culé confeso. Llegó en el verano de 1996, con 26 años y a instancias de Johan Cruyff, pero para entonces el holandés había sido destituido. Fue fichado procedente del Real Madrid, de donde se fue libre y tras una complicada etapa.
"La época del Madrid no me trae buenos recuerdos", explicó cuando ya era jugador del Barcelona. Como azulgrana fue dirigido por Bobby Robson, Louis van Gaal (dos etapas), Lorenzo Serra Ferrer, Carles Rexach, Radomir Antic y Frank Rijkaard. Seguramente los dos técnicos holandeses son los que más le marcaron.
Su estreno en un banquillo lo vivió en 2008. El entonces presidente azulgrana, Joan Laporta, ascendió a Pep Guardiola al primer equipo y Luis Enrique ocupó la vacante en el filial, en el que estuvo hasta 2011 y con buenos resultados, puesto que el equipo consiguió el ascenso a Segunda División.
En el Barça B reflejó su carácter, ese que le ha llevado a finalizar ultramaratones, pruebas de 'Ironman' e incluso maratones en el desierto, a pie o en bicicleta.
Con el trabajo en el filial azulgrana cumplido con buena nota, Luis Enrique llamó la atención del Roma italiano, su primera aventura en serio y que no acabó bien. En la capital italiana, Luis Enrique comprobó la dificultad de relacionarse en el día a día con los medios e incluso se enfrentó con la estrella del equipo, Francesco Totti.
"Él es único, pero el que decide soy yo", llegó a decir a los periodistas sobre Totti después de una dolorosa derrota fuera de casa.
En Roma no llegó ni a acabar la temporada. El director técnico romanista, Franco Baldini, se atrevió a darle un mensaje en su despedida: "Te apasionas tanto que eso te agota". Y el asturiano tomó la puerta y estuvo un año sin entrenar.
Hasta que lo recuperó el Celta a principios de temporada. Allí encontró el apoyo del presidente y máximo accionista, Carlos Mouriño, y empezó a tomar decisiones impopulares, aunque al final su idea del juego se impuso.
Luis Enrique es de esos que si tiene un plan lo lleva hasta la última instancia. Prescindió en Vigo de Andrés Túnez, uno de los jugadores más queridos por la afición, y dejó en el banquillo a Borja Oubiña, uno de los símbolos del equipo.
Después de unos inicios complicados, los resultados le dieron la razón. Luis Enrique ya sonó como entrenador del Barça el verano pasado cuando se conoció el empeoramiento de la salud de Tito Vilanova, pero el asturiano ya iba firmado su contrato y para él eso es sagrado: "Cuando firmo un contrato, lo cumplo".
Llegará Luis Enrique a Barcelona y tendrá mucho trabajo por delante. Él será el encargado de liderar la renovación del equipo en el que nada se ha movido en los últimos años, una regeneración para seguir ganando y ante la que no le temblará el pulso.
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