Celta de Vigo
El Madrid gana al Celta y deja la Liga a punto
Quedan noventa minutos, que es una vida, pero el Madrid tiene la Liga a mano, a un palmo, el último, un punto en Málaga para volver a llevarse una Liga trabajada, competida y hermosa, como el choque de ayer en Vigo.
Quedan noventa minutos, que es una vida, pero el Madrid tiene la Liga a mano, a un palmo, el último, un punto en Málaga para volver a llevarse una Liga trabajada, competida y hermosa, como el choque de ayer en Vigo.
Quedan noventa minutos, que es una vida, pero el Madrid tiene la Liga a mano, a un palmo, el último, un punto en Málaga para volver a llevarse una Liga trabajada, competida y hermosa, como el choque de ayer en Vigo. El campeonato hay que sudarlo y trabajarlo desde agosto hasta los partidos aplazados en mayo, a destiempo y contra un rival con orgullo y rencor, que había convertido el choque contra el Real Madrid en el último título de la temporada. Amargó el Celta en enero al conjunto de Zidane al echarle de la Copa y quiso hacerlo ayer, con su presión insistente, su marcaje al hombre y su criterio para sacar el balón.
Pero el Madrid tiene el objetivo a tiro y tiene a Cristiano Ronaldo, quizá al mejor Cristiano Ronaldo de los últimos tiempos, el más decisivo al menos, un delantero temible, que no necesita ni espacios para fabricarse los goles. Ayer el rival del ya líder de la Liga era el equipo contrario, pero también los nervios propios, el miedo a no adelantarse pronto, el vértigo de tanto que hay en juego. Salió fuerte el Madrid y salió convencido su delantero portugués, que pilló un balón al borde del área, un mal rechace, se abrió camino con la pierna derecha y le pegó secó al palo, a gol, directo a la Liga, con la izquierda, se supone que su pierna mala. La misma con la que también marcó un golazo el pasado fin de semana contra el Sevilla. Si el Celta quería hacer daño al Madrid, ya tenía el tanto de Cristiano encima. En casi todos los encuentros importantes ha marcado. Empezó este esprint final contra el Bayern, en los cuartos de la Champions, y ha seguido hasta ayer. Aún le queda el domingo para poder decir que parte de esta gran campaña del
Madrid le corresponde a él, porque ha aparecido cuando había que hacerlo. Marcó el primero en dos toques, buscándose el hueco, y en la segunda mitad hizo el segundo con un toque y a la contra. Tiene todas las variantes de un rematador excelente: aprovechó una contra de Isco para colocar el balón con el interior del pie, cerca del palo, en el hueco que dejaba Sergio, el portero del Celta. Hubo un tiempo en el que los que quieren poner pegas decían que Ronaldo marcaba goles a granel, pero que le faltaba calidad a esos tantos. Era, como casi siempre ocurre en este mundo del fútbol, un crítica también a granel, a bulto, de tertulia. El caso es que está muy complicado ahora buscarle los «peros» a un futbolista más maduro que nunca, quizá más sabio, como suele ocurrir cuando se escucha a la experiencia y se entienden más facetas del juego.
No pudo oponer nada a Cristiano el Celta. La diferencia entre los dos equipos no estuvo en el control del partido o en la motivación: estuvo, por ejemplo, en el segundo gol del Madrid. Danilo despeja después de que Guidetti quisiese controlar un balón en el centro del área rival y el balón le salió hacia fuera, un desaguisado casi a tono con su partido. La pelota llegó al lateral brasileño, su pelotazo a Isco y, como al malagueño no hay quien lo tire, acabó marcando Ronaldo. De un posible empate a una despedida del choque.El Celta jugó con profesionalidad y ganas, marcando al hombre e impidiendo jugar al Madrid. Durante muchos minutos de la primera mitad Keylor Navas tuvo que sacar siempre en largo, para evitar la presión. El equipo de Berizzo había atado a Isco y no dejaba al portero madridista sacar en corto. No tenía la pelota el conjunto blanco, que, en cambio, sí que llevaba el peligro. Cuando robaba, llegaba con más claridad que el Celta. En parte, porque Benzema entendió a la perfección el partido que tenía que hacer. El Celta apretó, sobre todo al final de la primera mitad, pero le costó crear jugadas de gol. El Celta lo intentó incluso con dos goles en contra y sin nada por lo que pelear. Lo intentó incluso cuando fue expulsado, de manera rigurosa, Aspas. El Madrid se confió por primera vez en todo el partido, que se convirtió en una locura. Marcó, entonces, Guidetti, después de que el balón rebotara en Ramos y pensó que podía hacer algo. Era un imposible: el Madrid tenía más jugadores, más hambre, más calidad. No se le iba a escapar el partido, porque no quiere dejar pasar esta Liga.
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