Getafe C.F.
El hombre que no pudo volver a mediatizar al Getafe
Luis García se despidió del Getafe después de dos cursos y medio en el banquillo en los que no consiguió devolver al Getafe a los niveles mediáticos de antaño, aquellos que marcaron el pico de atención de un club que jugó dos finales de Copa del Rey y llegó a poner contra las cuerdas al Bayern de Múnich en unos cuartos de final de la Liga Europa.
El técnico de Carabanchel se marcha del club condenado por una racha de doce partidos sin ganar. Es el peor registro histórico de un entrenador en las diez campañas consecutivas que suma en la Liga BBVA. Antes, ningún otro técnico estableció esa marca tan llamativa en la entidad del sur de la comunidad de Madrid.
Su última victoria, el 29 de noviembre de 2013 ante el Levante en el Coliseum Alfonso Pérez por 1-0, queda lejos y la trayectoria errática de sus hombres ha provocado que el Getafe pase en pocos meses de soñar con jugar en Europa a estar a un sólo punto de los puestos de descenso.
La derrota en el estadio Benito Villamarín frente al Betis por 2-0, frente al colista de la competición, acabó con la paciencia del presidente Ángel Torres, poco acostumbrado a destituir entrenadores. Hasta ahora, el único que probado el malestar de acabar sus días antes de tiempo en el cuadro azulón fue Víctor Muñoz.
El resto aguantó sus contratos hasta el final o se marcharon con acuerdos del club tras hacer un buen trabajo que reportaron beneficios a su trayectoria profesional. Es el caso de Quique Flores, Bernd Schuster, Michael Laudrup o José Miguel González, Míchel. Todos ellos salieron del Getafe después de dejarlo en Primera (Quique), salvarlo del descenso en el último suspiro y llevarlo a Europa (Míchel) o conducirlo hacia finales de la Copa del Rey (Schuster y Laudrup).
Ese es el problema que ha tenido Luis García. En sus dos años y medio en el Getafe, apenas ha conseguido llamar la atención. Su trabajo ha sido correcto, eso es innegable, pero los focos de los medios de comunicación sólo se han centrado en su figura en los dos últimos meses, tal vez los peores por los que ha atravesado en su etapa en el Getafe.
En ellos, su equipo ha caído en picado. Él mismo se mostró resignado después de perder contra el Betis: "Si el presidente lo decide (destituirle), no habrá problemas. No pondré ningún problema, pero si sigo, el lunes me pondré otra vez a trabajar".
Tras los dos días de descanso, hoy no trabajará a partir de las 17:00, hora a la que estaba programado el primer entrenamiento de la semana. Sus palabras fueron proféticas. Diferentes a las que lanzó al aire en su presentación oficial con el Getafe, en el verano de 2011: "Espero que sean más de tres años. Si el club crece, creceremos todos juntos".
No pudo ser. Se quedó a un paso de cumplir el contrato más largo que firmó nunca un técnico del Getafe. Se rompió antes de tiempo después de casi tres campañas marcadas por un buen trabajo que no llegó al puerto del éxito.
Llegó desde el Levante, club al que ascendió a Primera División en la temporada 2009/10 y al que mantuvo holgadamente en la categoría en la 2010/11. Ese currículum fue un imán atractivo para el Getafe, que no dudó en contratar a un técnico joven y con futuro.
En su primera temporada en el club, el Getafe llegó a ir último en la clasificación en la jornada diez. Después, fue remontando posiciones y vivió instalado en mitad de la tabla durante todo el curso. El objetivo, la salvación, se cumplió con creces, pero el equipo vivió instalado en tierra de nadie durante mucho tiempo.
El siguiente curso se presentó más interesante para el Getafe, con nombres como los de Pedro León, Miguel Ángel Moyá, Diego Castro o Abdel Barrada en sus filas. El Getafe se instaló en la octava plaza en la jornada 28, a tiro de piedra de Europa. Sin embargo, sólo ganó dos de los diez partidos siguientes y, pese a que se salvó con eficiencia, de nuevo acabó el año deambulando en los puestos anodinos de la tabla.
Su último año se presentaba como la gran oportunidad para dar el salto definitivo e intentar ese asalto hacia los puestos continentales que devolvieran al Getafe a los focos mediáticos. Sin embargo, Luis García no ha podido dirigir a sus hombres hacia el éxito y su equipo ha explotado para mal en los últimos meses.
La cifra de doce partidos sin ganar han condenado a un entrenador trabajador que, a veces, ha tenido que luchar contra corriente. En el Getafe, club vendedor, es muy complicado evolucionar cuando todos los veranos desaparecen los mejores jugadores. Luis García consiguió lo mínimo exigible, salvar a su equipo dos veces, pero en cuanto ha peligrado ese objetivo, ha tenido que marcharse.
"No me quiero parecer a ninguno de los entrenadores anteriores. Espero que cuando pase un tiempo me valoréis como a Luis García", dijo en su presentación. Su nombre, al final, pasará a la historia del club como la persona que logró la permanencia con holgura pero que no consiguió volver a atraer la atención mediática de un club que vivió tiempos mejores.
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