Supercopa
Luiz Henrique, la samba en un cuerpo de atleta
La irrupción del jugador del Real Betis es más llamativa por su físico de élite que por su habilidad. Se examina ante el Barça en la semifinal de la Supercopa
Luiz Henrique André Rosa da Silva es uno de las muchas docenas de crack brasileño en ciernes que desembarca cada verano –y cada invierno– en Europa. La responsabilidad de que esté en el Real Betis es de Antonio Cordón, fino detector del mercado en general y del sudamericano en particular, que apostó el escaso dinero que tenía el club verdiblanco para invertir en el mercado estival por este chico de 21 años –22 recién cumplidos ya– que ya llevaba tres temporadas llamando la atención en el Fluminense, uno de los grandes clubes de Río de Janeiro.
Las cifras del traspaso fueron razonables: 13 millones de euros pagó el Betis por el 85% del pase de Luiz Henrique, que no era un recién llegado porque ya acreditaba 120 partidos oficiales con la camiseta verdirroja del «Flu». Para evitar su fuga, Cordón lo blindó con un contrato por seis temporadas, hasta junio de 2028, y una cláusula de rescisión de 100 millones.
Los meses anteriores al Mundial, los de su adaptación, no fueron sencillos para Luiz Henrique pero tampoco traumáticos. Manuel Pellegrini administró sus minutos, a pesar de que venía con toda la cuerda dada porque había competido hasta julio en el Brasileirao, y el chico alternó algún chispazo de mucho postín –espléndida asistencia a Rodri para tumbar al Villarreal, prodigioso cabezazo en el último minuto para anotar el gol del triunfo contra la Roma en el Olímpico...– con otras actuaciones ciertamente decepcionantes.
A la vuelta de la pretemporada otoñal, Luiz Henrique ha eclosionado. El 27 de diciembre, dos días antes de la vuelta de la Liga, su padre falleció de manera repentina en Brasil, aunque el futbolista prefirió quedarse aquí para homenajear a su progenitor sobre el campo en lugar de en el funeral. Contra el Athletic Club, en el cierre del año 2022, martirizó a un lateral tan bragado como Yuri Berchiche, desbordado durante todo el partido y que acabó una de las acciones, literalmente, hincado de rodillas con la cintura quebrada ante el baile del extremo de Petrópolis. Sólo la pericia de Unai Simón bajo los palos le impidió decantar aquel partido (0-0) como sí decidió el del domingo en Vallecas.
La exhibición de Luiz Henrique en el campo del Rayo fue descomunal y el pagano, esta vez, fue Balliu, autor en propia meta del 0-1 a la salida de un córner que había provocado el brasileño con una estampida-«paradinha»-segundo arranque que mareó a media defensa local. El segundo tanto bético ante el Rayo Vallecano fue su primero en la Liga Santander: neutralizó a su par con un cambio de pie vertiginoso y galopó hasta el borde del área, desde donde ejecutó con la derecha –su pierna menos hábil– un tiro cruzado que entró pegado al poste. Pero, con ser preciosas, estas jugadas no fueron lo más llamativo en el juego de un Luiz Henrique, que sumó trabajo a destajo al talento que trae de fábrica.
El cheque al portador que Antonio Cordón le ha traído al Real Betis es mucho más que un regateador carioca, uno de esos artistas indolentes que sólo juegan con viento a favor. Su físico de élite –supera con holgura el 1,80 y choca sin complejo contra cualquier veterano– le augura un futuro esplendoroso en Europa. Avisados quedan Xavi y el Barcelona.
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