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Amarcord Mundial

Zarra tumba a la Pérfida Albión

La victoria ante los ingleses llevó a España en Brasil 1950 a ocupar la cuarta plaza, la mejor clasificación hasta el título de 2010

Telmo Zarra bate al portero inglés Williams en el España-Inglaterra del Mundial de Brasil 1950 La Razón

El primer Mundial tras la II Gran Guerra y su preludio español se celebró en Brasil en 1950 e iba a tener como gran novedad el debut de las Home Nations, las cuatro selecciones británicas apartadas de las tres primeras ediciones por su abierto profesionalismo. Gales, Irlanda del Norte, Escocia e Inglaterra disputaron un cuadrangular clasificatorio que se decidió con la victoria inglesa en el Glasgow en el encuentro decisivo. Los «Pross» serían la gran atracción en Brasil, donde todo estaba preparado –el flamante Maracaná incluido– para que los anfitriones recuperasen el cetro mundial que Italia había arrebatado a Sudamérica en los años prebélicos.

España se clasificó al término del tradicional derbi ibérico contra Portugal, que se decidió con un sumarísimo 5-1 en la ida de Chamartín, donde tres miembros de la delantera más legendaria del Athletic Club de Bilbao –Panizo, Gaínza y Zarra; faltaban Venancio e Iriondo– dieron cuenta del vecino luso. En el debut en Curitiba, frente a Estados Unidos, la victoria por 3-1 no escondió los problemas de la selección nacional frente a un combinado yanqui amateur y el seleccionador, Guillermo Eizaguirre, optó por quitar de la portería a su homónimo Ignacio Eizaguirre, cuyo resbalón facilitó el gol del norteamericano Pariani, para dar la alternativa a un jovencísimo Ramallets.

En el tercer partido que albergaba en la historia el recién estrenado Maracaná, la selección nacional dio buena cuenta de Chile (2-0) y se regaló una final de grupo frente a Inglaterra, contra la que valía el empate porque los británicos habían sido sorprendidos por Estados Unidos. En la España autárquica de aquel primer franquismo, un duelo contra los ingleses era el no va más. Era el momento perfecto para lavar la afrenta de Gibraltar, para vengarse por todos los galeones de Indias hundidos por Drake y para resucitar a Blas de Lezo en la defensa de Cartagena. Los hijos de la Gran Bretaña iban a morder el polvo gracias al empuje de la Furia.

El mítico gol de Zarra pertenece, posiblemente, más que a su autor al locutor Matías Prats, que lo narró en directo para Radio Nacional de España. «¡Gol maravilloso, señoras y señores! En una jugada plena de profundidad iniciada en el defensa Alonso, que pasó sobre Gaínza y éste de cabeza a Zarra, el delantero centro español, cruzando un tiro suave a media altura, ha batido irremisiblemente al portero inglés Williams». No se puede contar mejor.

El sistema de competición preveía un cuadrangular final entre los cuatro campeones de grupo y ahí se estrelló España, con un empate y dos derrotas que, pese a chafar las expectativas de gloria, le dieron el cuarto puesto, o sea, la segunda mejor clasificación de la historia tras el título conquistado en 2010 en Suráfrica gracias al gol de Iniesta ante Holanda.

Contra Uruguay, campeona a la postre y contra todo pronóstico en el célebre «Maracanazo», un doblete de Basora dio para igualar los goles de Alcides Ghiggia y Obdulio Varela. Las ilusiones quedaron destrozadas con el 6-1 sufrido contra Brasil ante 145.000 espectadores (la gran final la presenciarían 173.000 hinchas) y en la despedida del torneo, en Sao Paulo, Suecia se hizo con la tercera plaza al vencer por 3-1 a un agotado equipo español.

Ese cuarto puesto quedó esculpido con letras de oro en la historia del fútbol español, pero no tanto como el gol que Telmo Zarraonaindía le marcó a Inglaterra, que exaltó el patriotismo de tal manera («España hace hincar la rodilla a la Pérfida Albión», titularon los diarios de la Prensa del Movimiento), que el embajador británico, el barón Hankey, pidió explicaciones a Asuntos Exteriores y la Policía tuvo que proteger la sede diplomática por la animosidad de la celebración. ¿Quién ha dicho que ahora nos tomamos el fútbol demasiado en serio? Que se lo pregunten a los más de veinte hinchas brasileños que se suicidaron cuando Uruguay marcó el gol que le daba su segundo Mundial con el mítico «Maracanazo».