Final Copa del Rey
El Betis, campeón de Copa
Sumó su tercer título copero al imponerse al Valencia en la tanda de penaltis. Marcaron Borja Iglesias y Hugo Duro (1-1) y Musah decidió con su fallo
Ciento veinte minutos de irrespirable tensión y un héroe, Juan Miranda, que le dio al Betis su tercera Copa del Rey. El niño que, con apenas cuatro años, vio a su compañero Joaquín levantar el trofeo en 2005, transformó el último penalti de una tanda con nueve aciertos en la que sólo Musah, el cuarto lanzador del Valencia, mandó su disparo a las nubes.
Cada uno a sus cosas, Pellegrini salió a tener la pelota y Bordalás le entregó el campo. La primera parte fue el epítome perfecto de lo que preconizan los dos técnicos, un empate vibrante y tenso con dos goles salidos del laboratorio. A los diez minutos, Fekir activó a Bellerín en la derecha y el centro del lateral cedido por el Arsenal, medido, lo cabeceó a la red Borja Iglesias. A la media hora, el calamitoso Diakhaby le ganó un duelo a Álex Moreno al borde del área valencianista. La pelota tardó cuatro segundos y dos pases en estar delante de Hugo Duro, que picó la igualada a la salida de Bravo. Quedaba, nadie lo sabía, otro partido completo de hora y media en el que el marcador, milagrosamente, no se movería.
Pasaron muchas cosas en el primer periodo además de los dos tantos. Las anunciadas fricciones, porque el Valencia es inasequible en el contacto y el Betis no rehuyó la pelea, y también que los verdiblancos manejaron el balón con mucha solvencia ante la presión, demasiado alocada, del rival. Lo censurable fue, ante un rival sin demasiados argumentos ofensivos, ponerse por delante y encajar el empate a la contra. Justo antes del intermedio, Canales largó un zurdazo al palo en uno de los raros despistes de Guillamón, que era su sombra.
Salió mucho mejor del vestuario el Valencia, que quizá sorprendió al Betis con el descarado paso adelante de sus centrocampistas. No conectaban los andaluces con sus jugones y se le vino encima el rival con tres llegadas claras en diez minutos, una en la que se reclamó penalti –demasiado leve el empujoncito de Bartra–, otra en la que Bravo paró con el pie el tiro de Gayá y la última mediante Ilaix, que pifió el remate al centro de Foulquier. La respuesta inmediata fue un tiro de Borja Iglesias tras revolverse en el punto de penalti que habría entrado de no haberse interpuesto Paulista.
El delantero gallego postulaba a hombre del partido. Por su gol, por su pelea con los tres centrales rivales y por la sabiduría con la administraba, de espaldas, los escasos balones que recibía. Siempre activo, corrió a espacio cual endemoniado para recibir un saque de banda de Fekir, consciente de que en esa acción no existe el fuera de juego, y asistió a Juanmi tras verlo llegar por el retrovisor. Mamardashvili, felino, le ganó el duelo al malagueño pero la fase de dominio valencianista podía darse oficialmente por concluida: enseguida, Canales rozó el palo con un disparo lejano.
La intensidad y el equilibrio eran tales, que los entrenadores no habían realizado cambio alguno cuando se galopaba hacia el minuto 80. En el momento e que Bordalás iba a suplir a Ilaix por Correia, Juanmi chutó desde el borde del área y la madera salvó al Valencia por segunda vez. La primera decisión polémica de Hernández Hernández fue perdonarle la segunda tarjeta a Guillamón, que cortó con alevosía un contragolpe bético. En la acción siguiente, Fekir cayó en el área tras un contacto severo de Paulista. Dos acciones fronterizas que cayeron del mismo lado cuando ya era evidente que el Betis había recobrado el control y Fekir estrellaba en el muñeco una asistencia de Carvalho.
Bordalás reconstruyó su muro con un par de cambios y Pellegrini sacó al mito Joaquín. Todo con vista a la prórroga, claro que sí, pero el fútbol es una caja de sorpresas en la que salta la ocasión en cualquier carrera; la de Borja Iglesias, cuyo tiro con el exterior paró Mamardashvili, y la Bryan Gil, que cedió a un Soler demasiado inocente en el disparo; ambas pudieron evitar el tiempo suplementario que comenzó pasada la medianoche.
La prórroga se desarrolló entre los parámetros del miedo naturales en estos casos, con los contendientes más ocupados en no destaparse que en buscar el gol del triunfo, así que la resolución llegaría desde los once metros... con los tres especialistas del Betis –Borja Iglesias, Canales y Fekir– ya cambiados. Sin embargo, sus cinco compañeros acertaron con la red de Mamardashvili, que sólo tocó el de Joaquín, y el estadounidense Musah estalló de nervios al intentar buscar la escuadra con el interior del pie. La pelota salió a dos metros del poste y Miranda, bético de cuna, ya acompaña a Esnaola y Dani en el santoral verdiblanco.
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