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Liga Europa

Fenerbahçe, 1-Sevilla, 0. Tres calvos en el reino del implante

El Sevilla de Castro, Monchi y Sampaoli sufrió bastante en Turquía pero ya está en cuartos de la Liga Europa

Varios jugadores del Sevilla abrazan a Dmitrovic tras el pase a cuartos APAP

Los cráneos del presidente Castro, el director deportivo Monchi y el entrenador Sampaoli suman cuatro pelos mal contados. Pues el Sevilla que los tres pastorean, quizá hacia el infierno de la Segunda, logró en Estambul –la meca del implante capilar– su pase a los cuartos de la Europa League. Seis veces los ha jugado hasta ahora y seis veces levantó la copa el club andaluz. Paradojas de la vida. Este equipo no está para casi nada, vale, pero aquí se ha plantado y a ver qué depara el sorteo. El Fenerbahçe fue mejor que su visitante, al que le hizo un gol y mereció marcarle otro que habría forzado la prórroga. U otros dos que lo habrían apeado del torneo sin honra. Pero no lo hizo porque no es gran cosa y porque se aturulló frente a los sevillistas, cuyo único plan fue defender por amontonamiento.

El guion se Sampaoli, conservador si se quiere, se cumplía a la perfección. La fogosidad inicial del Fenerbahçe duró hasta que Batshuayi se echó la mano al muslo y pidió su evacuación en camilla. Apenas se llevaba un cuarto de hora y el Sevilla pudo hacerse con la pelota, administrándola con seguridad y, quizá, demasiada prudencia ante una defensa turca manifiestamente mejorable. Ya habría tiempo de hacer daño en la segunda parte, pensarían los colorados, pero no contaron con que los equipos malos, y ellos lo son, citan a la desgracia. Mano que saca a pasear Telles en un centro insustancial y penalti que transforma Valencia. En el saque de centro, Gudelj pierde el balón y el brasileño se resarce con un cruce providencial ante el ecuatoriano. Otra vez el volcán iba a ponerse a rugir.

Los primeros compases de la segunda mitad fueron aterradores para un equipo español que estuvo a punto de ver la eliminatoria igualada en dos ocasiones casi consecutivas, un disparo parabólico de Guler que rozó el poste y una media vuelta de King en el punto de penalti que se marchó alta. En el minuto 54, tras un disparo de Valencia que salió junto al palo, el encuentro estuvo interrumpido durante cinco minutos debido al lanzamiento de objetos desde la grada sobre el área de Dmitrovic, uno de los cuales impactó en el cráneo del guardameta serbio produciéndole una pequeña brecha.

Siguió el Sevilla con su empequeñecimiento desesperante pero ya no apretaban tanto los turcos, mitad cansados y mitad apremiados por el reloj. El tramo final, incluido un larguísimo descuento de nueve minutos, fue un asedio alocado del Fenerbahçe, al que su huésped sólo metió miedo con una falta al palo de Lamela ya sobrepasado el 90. Y así fue transcurriendo el tiempo, lento para quienes querían que pasase y veloz para los que necesitaban remontar. Con mucha emoción, sí, pero muy poquito fútbol hasta que los tres silbatazos liberadores de Michael Oliver –magnífico arbitraje del inglés a la salud de Medina Cantalejo y sus líos– pusieron al hexacampeón en el bombo de este viernes.