Liga de Naciones
España vuelve a divertirse
Fue un equipo aturdido que perdía 1-3 contra Suecia, pero remontó a lo grande
Marcó Fiamma y, de repente, todo parecía distinto. La delantera del Valencia levantó la pelota por encima de la portera sueca y otra vez España volvía a ser la campeona del mundo en lugar del equipo desnortado que parecía desde el comienzo de la segunda parte del partido contra Italia.
No salió con diez ante las suecas como hizo en la segunda mitad ante las italianas, pero lo parecía. A los 30 segundos España ya perdía. Suecia tocó la pelota de cabeza dos veces en el área a la salida de un córner y Zigotti Olme la empujó para marcar el primero.
Nada funcionaba en España, que no podía contar con Alexia, lesionada, y que tenía a Irene Paredes y a Aitana Bonmatí en el banquillo. Y la reacción de la Roja, con el gol de Salma Paralluelo, fue respondida casi de manera inmediata por las suecas. La ex madridista Asllani puso otra vez por delante a las nórdicas con una vaselina por encima de Misa y todo parecía derrumbarse de nuevo. Una sensación que agravó el gol de Blackstenius, el tercero.
España parecía haberse derrumbado. Es como si con la certeza de la clasificación todos los problemas y todos los nervios pasados desde que ganaron el Mundial hubieran poseído a las jugadoras de Montse Tomé. Parecían un juguete en manos de Suecia y lo que se esperaba, si acaso, era algún gol más de las jugadoras que visten de amarillo.
Pero algo hizo clic en la cabeza de las españolas en la segunda mitad. Aitana sustituyó a Jenni Hermoso y todo parecía volver a colocarse en su sitio. Igual que sucedió en el Mundial después de la goleada recibida contra Japón en el último partido de la fase de grupos. Todo encajó después de aquella goleada hasta que lo desencajó Rubiales.
Y ahora, de nuevo, todo parecía volver a encajar. Misa tuvo que hacer alguna parada para evitar que las suecas aumentaran su ventaja y el gol de Athenea del Castillo comenzó a dar esperanzas a España. La jugadora del Real Madrid marcó, igual que había hecho contra Italia, y España comenzó a creer.
A Aitana se le escapó un gol después de un pase que no acertó a rematar bien, pero la selección ya había elegido el camino correcto. La pelota circulaba con la velocidad y el acierto habitual; la Roja se olvidaba de las imprecisiones que la habían condenado en los primeros minutos.
Y después llegó la avalancha. Hay pocas selecciones capaces de contener a España cuando se pone a jugar. Una de ellas puede que sea la sueca, pero ni siquiera ellas pudieron con España. Y cuando Mariona Caldentey certificó la igualdad en el marcador con un disparo por la escuadra no quedaba otra duda que saber cuándo llegaría el cuarto. Otra vez la campeona del mundo estaba sobre el césped.
Ona Batlle era un peligro por la banda derecha –de su lado había llegado el gol de Mariona– y Olga Carmona hacía lo mismo por la izquierda. La autora del gol que hizo a España campeona del mundo había mandado ya un balón al larguero en la primera mitad y en la segunda no dejó de ser una fuente de balones para sus compañeras.
El gol que ponía a España por delante llegó en un pase de Salma Paralluelo que dejó a Fiamma sola delante de Falk y que resolvió de manera inmejorable. Pero quedaba aún el remate. Mariona se había quedado con las ganas de marcar uno como el de Fiamma y resolvió con otra pelota picada por encima de la portera.
España había vuelto a disfrutar. Una sensación que había perdido durante noventa minutos, desde el descanso contra Italia al descanso contra Suecia. Era otra cosa el equipo que estuvo sobre el campo durante ese tiempo. Un equipo nervioso y aturdido que no sabía muy bien lo que hacía y que resucitó para demostrar por qué es la campeona del mundo.
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