Ciclismo
Desangran a Contador
Pierde más de medio minuto en el primer contacto con la montaña mientras su equipo le abandona. Alberto tiene al enemigo en casa.
Pierde más de medio minuto en el primer contacto con la montaña mientras su equipo le abandona. Alberto tiene al enemigo en casa.
Cuarta definición según la RAE de «gregario»: «Corredor encargado de ayudar al cabeza de equipo o a otro ciclista de categoría superior a la suya». Ésa es la teoría. Pero a veces, casi siempre, la vida explica, la realidad escupe y el momento es la evidencia. En el Tour, basta mirar a ambos lados para apreciar las diferencias y escandalizarse con el esperpento. En un margen el Movistar de Quintana y el Sky de Froome, juntos, unidos y aguerridos. Ocho ciclistas por el lado azul y otros ocho –hasta que Mikel Landa revienta– de color negro por detrás; marchan en línea recta como si un escuadrón de batalla fuese. Dan hasta miedo. Todos protegiendo a sus líderes, arrancando en el final, en el peligroso descenso del Font de Cere, donde se lanza Valverde para hacer volar a Nairo a su rueda, aunque no consiguen meter tiempo. Froome resiste. Llegan juntos a la meta.
Y en el otro margen, el despropósito, lo que ni la mente ni la realidad ni un diccionario entienden y definen: el Tinkoff del magullado Alberto Contador que por delante, en la fuga, manda a Rafal Majka para hacer tercero en la etapa que gana Van Avermaet, nuevo líder, y que en el grupo de favoritos cuenta con Kreuziger mientras el madrileño sufre y pierde comba en el Col du Perthus. Ni el polaco para ni el checo miran hacia atrás para frenar y escoltarle hasta el grupo.
¿Y Contador? Dolorido en el alma y en el cuerpo por el abandono y por las heridas. El colmo llega en el último kilómetro, antes de la meta en Le Lioran, cuando Majka cruza con su tercer puesto y Kreuziger a rueda de Quintana y Froome, mientras una mota morena vestida de amarillo fosforito –Contador– se vuelve a descolgar. Nadie le espera. Ni el polaco que ya puede presumir de haber sido tercero, ni el checo. «Ha habido un poco de desorganización, pero no hay que darle más vueltas», dijo en meta Alberto. No quiso hacer sangre. Ya se la habían hecho a él. Le cayeron 33 segundos con Froome y Quintana, lo que, unido a los 48 de la segunda etapa, le aleja 1:21. «Tendré que pensar en otras posibilidades. El Tour se me ha puesto muy difícil así que ahora tendré que ir día a día», dice. «Pero mientras el público me apoye como lo está haciendo, voy a dar el máximo», continúa el ciclista madrileño, que tiene al enemigo en casa.
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