Francia
Vaughters: «Lo más duro fue decirle a mi madre que me había dopado»
El exciclista estadounidense Jonathan Vaughters, antiguo gregario de Lance Armstrong en el US Postal, explicó que para un corredor es complicado asumir y reconocer el dopaje y que lo más difícil en su caso fue confesárselo a su propia madre.
"Personalmente, lo más duro con diferencia fue decírselo a mi madre", recordó en una entrevista publicada hoy por el diario "L'Équipe"el exdeportista, de 40 años y responsable ahora del equipo Garmin-Sharp.
Vaughters recomendó a Laurent Jalabert, al que se acusa ahora de haber dado positivo por EPO en 1998, que intente ser sincero consigo mismo para terminar aceptando el dopaje del que se le acusa y que provocó una reacción evasiva en el excorredor francés ("No puedo decir que sea falso, ni que sea verdad").
"Los más difícil, para Jalabert, es decírselo a sus propios hijos, a su mujer y a los aficionados que le apoyaron durante toda su carrera y que decían que él no podía doparse porque era un buen tipo", comentó el estadounidense.
El excorredor del US Postal y del Crédit Agricole asegura que en el equipo que dirige tiene tolerancia cero con el dopaje y que está dispuesto a apoyar a los corredores que quieran abandonar las trampas y cree que la única forma de avanzar es reconociendo los errores.
"Creo en la segunda oportunidad, pero no en la tercera", añade Vaughters, que recuerda la cultura del dopaje en el ciclismo a finales de los años noventa y principio de este siglo como una práctica muy extendida en el pelotón.
"Está Jalabert, Cipollini... y va a continuar porque en mi generación los corredores hablaban de ello y no se escondían. ¿Por qué el trabajo de la USADA ha sido tan fácil con el caso Armstrong? Porque había muchos testigos. ¡Se inyectó EPO delante de mí! No se escondía. Muchos corredores viven con miedo. Es delirante", comentó.
Vaughters, que testificó ante la Agencia Antidopaje de EEUU (USADA) en el proceso que desenmascaró a Armstrong y terminó por anular su siete títulos del Tour de Francia, reconoce que no mantiene las mejores relaciones con el tejano, pero que tras varios años sin hablarse, ahora podrían darse la mano y charlar.
Según su excompañero, Armstrong podría ir aún más lejos y revelar más detalles de la cultura del dopaje que le aupó durante su carrera y no debería considerarse como una traición al deporte, sino como hechos que salen a la luz, pero le rodean demasiados abogados y amigos que le dicen que no tire de la manta.
"Es una parte de la historia y hay que aceptarla como tal", comentó Vaughters, que lamenta que algunos corredores sancionados por dopaje, como el español Alejandro Valverde, no sean capaces de reconocer lo que hicieron y se escuden en el argumento de que solo quieren hablar de carreras y de ciclismo, no de sustancias prohibidas.
Sin embargo, el estadounidense considera que el ciclismo ha cambiado con una nueva hornada de corredores que no se formaron en esa cultura de entrenadores y médicos que rodeaba al dopaje.
"Esta generación ha crecido en una cultura que rechaza las inyecciones. Dan Martin (irlandés de 26 años especialista en clásicas) dice que nunca ha visto una jeringuilla", concluyó Vaughters.
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