LaLiga
El Atlético gana con el VAR
Griezmann decidió el partido de penalti cuando la Real parecía decidida a dar la vuelta al partido
Los goles de penalti no se celebran, dicen algunos clásicos. Y si el penalti no era, con más motivo. Aunque no fue eso sino su pasado blanquiazul lo que llevó a Griezmann a quedarse parado mientras sus compañeros se le echaban encima para festejar un gol que les daba una victoria con la que ya no contaban. Un regalo del árbitro, que señaló los once metros por una pelota que dio en la mano de Carlos Fernández cuando estaba en el suelo y de espaldas a la jugada. Moderneces del reglamento que alejan al fútbol de su esencia y del aficionado porque convierten un deporte sencillo en un juego incomprensible. Un penalti que sólo se entiende después de ver que al árbitro le avisaran del VAR para que revisara una jugada en el área del Atlético en la que la pelota rozó la pelota de Morata, que no hizo ninguna intención de despejar. El árbitro dejó seguir y le llamaron para revisarla. Cada uno pierde el tiempo como quiere.
El Atlético se encontró con ese gol de Griezmann cuando ya sólo pensaba en aguantar. Tiene la fea costumbre el equipo de Simeone de echarse atrás cuando el marcador está a favor. Una inercia que le cuesta puntos habitualmente, aunque se librara del desastre contra la Real.
Había llegado demasiado fácil al gol el equipo rojiblanco y había avisado, además, con dos disparos al poste; la Real dominaba la pelota pero no llegaba a la portería y el Atlético se sentía tranquilo con su gol de ventaja. Samuel Lino no tenía suficiente con tapar a Kubo por su banda y se animó a llegar al área de Remiro, recogió un pase de Koke por encima de la defensa y marcó por el ángulo más cercano. No le había costado trabajo llegar al gol al Atlético, que en los primeros veinte minutos se había dedicado a sostener a la Real. Y en el primer aviso se encontró con el gol sin que nadie molestara a Koke para dar el pase ni se enterara de por dónde entraba Lino.
Simeone sí sabe cómo cubrirse las espaldas y, aunque el equipo de Imanol tenía la posesión, no era capaz de controlar el partido. Le costaba encontrar a Zubimendi, al que siempre tapaba Morata, lo que le obligaba a buscar otras salidas. Y tampoco Kubo podía desbordar. Cuando lograba marcharse de Lino siempre llegaba la ayuda de De Paul para cerrarle el camino. Y cuando logró soltarse el japonés, ya en los momentos finales de la primera parte, Oyarzabal no supo dirigir su centro a la portería con la cabeza. El remate del capitán se fue por encima del larguero.
Ese fue el primer acercamiento del capitán realista, el único que parecía capaz de mirar a la portería en su equipo. El otro fue un remate al poste desde fuera del área en la segunda mitad, cuando la Real empezaba a retomar el mando del partido.
El Atlético también ganaba en disparos al palo. Y la Real, mirando. Porque no le costó mucho a De Paul agarrar la pelota que le dio Griezmann al saque de una falta, Koke dejó pasar y el argentino disparó al poste. Más confusa fue la jugada que terminó con un remate al poste de Witsel en el comienzo de la segunda parte.
Pudo haber liquidado el partido el Atlético, pero dejó que la Real se fuera arriba y aprovechara su abrumadora ventaja en la posesión para algo más que para tener la pelota.
Y con la misma facilidad con la que había llegado el primer gol del Atlético llegó el de Oyarzabal. Se le olvida al Atlético protegerse cuando no está encerrado y Carlos Fernández vio la carrera de Oyarzbal con todo el terreno por delante para mandarle el balón y dejarlo solo delante de Oblak. El control del capitán realista fue medio gol, para enseñar en las academias, y su remate hizo el resto. Tuvo el tiempo suficiente para elegir y eligió bien.
Y cuando la Real parecía dispuesta a dar la vuelta al partido, apareció el VAR para enredarlo todo.
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