Liga Europa
Asalto milagroso a Old Trafford
Dos autogoles del United le dan al Sevilla un empate inexplicable en el campo del favorito
José Luis Mendilibar, meritorio técnico al sur de Pirineos, ha tardado 62 años en dirigir su primera eliminatoria internacional y parecía que quería tardar otro tanto en volver a disputar un torneo continental. El entrenador vasco, cuyo sentido común ha sido unánimemente ponderado siempre, perpetró una alineación diabólica en Old Trafford, donde Manchester United hizo lo que le hacen estos clubes a los rivales que dan facilidades: reventarlo con dos goles en un pispás. Sin embargo, sin que nadie sepa muy bien por qué, la mística de la Europa League operó para que el hexacampeón arrancase en los minutos finales, dos goles en propia meta mediante, un empate que es oro puro.
No llegó al cuarto de hora el aguante del extraño once titular sevillista. En fin, no llegó al minuto, aunque un banderazo del linier impidió que subiese al marcador el gol que marcó Sancho –pase filtrado entre los dos centrales– a los treinta segundos. Sí valió el que marcó Sabitzer poco después, incrustado entre Nianzou y Marcao, con rebote incluido en el brasileño. En la siguiente jugada, Martial –que pasó por Nervión como un erasmus– regaló una de esas acciones que hicieron que se pagasen por él casi cien millones, bailó a su compatriota y puso al centrocampista austriaco solo delante de Bono. Los herederos de Koundé y Diego Carlos, más de treinta millones desembolsados entre ambos, se estaban luciendo. Pesadilla. Baño descomunal y olor a cadaverina.
Las ocasiones se iban sucediendo ante Bono, mientras que el Sevilla no aprovechaba las facilidades que daban los ingleses, relajados como en té campestre, en defensa. Con Rakitic, Lamela y Oliver Torres en ataque, más el alocado Ocampos, es complicado generar peligro. Como tantas veces hizo su antecesor argentino, Mendilibar jugó sin delantero porque prefirió guardarse a En-Nesyri para las batallas domésticas y no se fio de Rafa Mir. Estos inventos no suelen traer nada bueno. Al descanso, lo mejor era el resultado –corto para los oceánicos deméritos sevillistas– y la inseguridad que exudaba la zaga local, que permitió un cabezazo de Nianzou a la salida de un córner repelido por De Gea con notables reflejos.
Jesús Navas salió en el intermedio con la idea de poner balones al área, que fue lo que hizo el palaciego en cuanto agarró el primero: su pase de toda la vida, raso al primer palo… sin un triste delantero que la empujase. Ten Hag, engolosinado por las cuatro carretas que cerraban el eje sevillista, ordenó un repliegue para sentenciar a la contra y a punto estuvo Antony de lograrlo, pero su tiro parabólico murió en la cruceta. Para el último cuarto de encuentro, salieron Suso y En-Nesyri, dos de los escasos sevillistas con acreditada capacidad para lastimar al rival. Estaba rara la cosa, pues el United parecía conformarse con el 2-0 y el Sevilla… casi que también. Uno no quería estropear la noche encajando un gol y el otro, que se había imaginado dolorosamente humillado, volvía a casa con una derrota digna.
Todavía tuvo que salvar Fernando, sin embargo, un tiro de Malacia que se colaba. Sí la embocó el neerlandés en la recontra, cuando Navas incurrió por la derecha a intentar su centro de toda la vida –sí, otra vez rasita al primer palo– y apareció la pierna del lateral zurdo para despistar a De Gea. Con todos los cambios hechos, se lesionó Lisandro Martínez y convirtió el centro de la defensa mancuniana en una verbena de la que sacó provecho En-Nesyri con poderoso cabezazo, que rebotó en Maguire. Todavía quiso hacer más sangre el Sevilla en la larga prolongación, aunque hubiese sido demasiado. La solución, el próximo jueves en el Sánchez-Pizjuán, caldera en la que deben arder los Diablos Rojos.
Plaga de bajas para la vuelta
El Manchester United se complicó sobremanera una eliminatoria que se jugará en el Pizjuán con varias bajas de consideración. Rushford y McTominay, lesionados, ya se perdieron el partido de ayer y no parece que estén en condiciones de jugar en Sevilla, sobre todo el delantero. Además, su pareja de centrales titular, Varane y Lisandro Martínez, se fue del campo en camilla con muy mal pronóstico en ambos casos, sobre todo el argentino, y el regulador de su fútbol, Bruno Fernandes, estaba apercibido y vio una tarjeta amarilla que le acarreará un encuentro de suspensión. La magia negra del rey de la competición hace mella en los rivales.
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