Tenis
Alcaraz rompe a sudar para superar a Evans y alcanzar los octavos del US Open
Se impuso al británico por 6-2, 6-3, 4-6 y 6-3. Carlitos empezará la segunda semana del torneo ante el italiano Arnaldi, número 62 del mundo
Tres partidos, tres victorias, nueve sets a favor y uno en contra porque Evans salió respondón. Alcaraz está en octavos de final del US Open tras deshacerse de Daniel Evans por 6-2, 6-3, 4-6 y 6-3 en tres horas y once minutos. En octavos de final espera el italiano Matteo Arnaldi que acabó con otro británico, Cameron Norrie (6-3, 6-4 y 6-3). Norrie era uno de los cinco jugadores que ha podido con Carlitos esta temporada, pero cayó ante el número 61 del mundo.
Daniel Evans no pudo ser más sensato antes de empezar el partido ante Carlitos. "Espero que no me saque a palos de la pista", dijo el de Birmingham. Y fue lo que hizo Alcaraz al principio. En realidad lo que hizo fue "sacarle a palos", pero también sacarle de otras muchas maneras. Porque en su mochila tiene tal arsenal de golpes que para el espectador neoyorquino es una gozada. Se trata de ganar los puntos de maneras diferentes y eso Alcaraz lo hace como nadie. No se trata de insistir machaconamente con el saque-volea o estar apelando siempre a una derecha mandona. El número uno del mundo ofrece un menú-degustación interminable. Voleas, botes pronto, globos, dejadas, passings, derechas, buenos servicios... de todo un poco o de todo un mucho. Porque habían pasado apenas 20 minutos y Alcaraz ya sumaba dos breaks. Evans apenas pudo sumar ocho puntos. Hasta el octavo juego, el inglés no fue capaz de molestar al murciano. Como los golpes cortados no le hacían ni cosquillas probó con bolas profundas con su derecha. Le sirvió para gritar "¡aquí estoy!". Se hizo notar. Tuvo tres bolas de break para prolongar el primer set, pero el español sofocó el amago de rebelión.
"Es un rival duro, saca bien, sube mucho a volear y tiene un gran juego en la red. Además Dan es bastante mejor jugador que yo de golf", había comentado Alcaraz después de superar la segunda ronda. Y lo confirmó en el comienzo del segundo set. El tenis apocado con que empezó el partido el británico había pasado a mejor vida. Y fue capaz de situarse con 0-2. Por su aspecto físico, ese 1,75 y la cabeza casi rapada, Evans podía pasar por un hincha más en la grada de un Chelsea-Nottingham Forest, pero si su tenis le tiene en el "top 30" del mundo es por algo. Si a su juego más descarado se añaden los problemas que atravesó Alcaraz con el primer saque, el partido se equilibró. Carlitos tuvo que sudar para anular la ventaja de Evans. Y lo hizo porque el inglés no fue capaz de mantener demasiado tiempo el nivel. Cuando volvió a ampliar la lista de errores, la ventaja se esfumó. Alcaraz sumó cuatro juegos seguidos y volvió a controlar el partido.
Con dos sets en contra, Evans fue capaz de olvidarse del marcador. El número uno del mundo no tenía la fluidez del comienzo y el de Birmingham se lo empezó a creer. Fue resolviendo sus saques sin dificultad y en el séptimo juego sumó un break que descolocó a Alcaraz. Suficiente para prolongar el partido y que Carlitos perdiera su primer set en esta edición en Nueva York. Evans resistió hasta el sexto juego del cuarto set cuando Alcaraz se inventó uno de esos golpes imposibles en un momento crítico. Hubo una rendija, una bola de break después de mucho tiempo y Carlitos la aprovechó y de qué manera. El británico tenía ganado el punto cuando apareció Alcaraz en un esprint en el fondo de la pista para conectar un passing que besó la línea. Evans lanzó la raqueta contra la red. No era para menos. La resistencia había terminado.
La victoria ante Evans eleva el balance este año en Grand Slam a 15-1 para un total de 55 victorias. Alcaraz no ha cedido un set en lo que va de torneo. Djokovic cedió un par en tercera ronda y tuvo que remontar ante su compatriota Djere. El sueño para los neoyorquinos de una final entre Carlitos y Novak se mantiene, aunque alguna voz en el cuadro ya se ha levantado ante esta posibilidad. Alexander Zverev ha llegado a hablar de falta de respeto. El público que se congrega en la Arthur Ashe no piensa lo mismo.
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