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Tenis

Alcaraz remonta ante Zverev para alcanzar la gloria en Roland Garros

Carlitos se impuso al alemán por 6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2 en 4h20. Es la décima raqueta española que gana en París

Carlos Alcaraz tiene 21 años, 1 mes y cuatro días y ya es campeón del US Open, de Wimbledon y de Roland Garros. Tres finales de Grand Slam y tres títulos en las tres superficies existentes. Nadie nunca lo hizo tan pronto.

En París superó a Alexander Zverev con remontada incluida por 6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2 en cuatro horas y veinte minutos. El murciano llegó al torneo con las dudas que le generaba la lesión en el pronador redondo del brazo derecho. Se olvidó de los problemas físicos yendo de menos a más y sale del Bosque de Bolonia como la décima raqueta española que levanta el título.

La resolución del primer set dio pistas de que la final transcurría de salida por donde Juan Carlos Ferrero, Alcaraz y su equipo habían planeado. Carlitos cerró el parcial al resto y con un elevado porcentaje de aprovechamiento de las bolas de break (3/5). Ese es uno de los mejores síntomas de que el de El Palmar se encuentra a gusto. Lo remató con una derecha cruzada abriendo un ángulo imposible para el alemán. Otro motivo más para el optimismo.

Fue un Alcaraz que apenas ofreció síntomas de fragilidad. Y cuando lo tuvo, en el segundo juego con el único break de Zverev, lo superó sin alterarse lo más mínimo. Sascha estuvo fuera de sitio y apenas encadenó cuatro buenos saques en el tercer juego. Poca cosa para la que es una de sus armas letales. Abrió el partido con dos dobles faltas, cambió la raqueta y encajó una ruptura para empezar.

Uno de los problemas de jugar contra Alcaraz es que tiene muchas formas de llevarse los puntos. No tiene un único camino para ganar. Y si le funciona la derecha, como le funcionó en el comienzo, hay muchas opciones de que el resto de golpes sean una tortura para el que está enfrente. El revés, las dejadas, el servicio... todo funcionó con la solidez de las últimas jornadas. Con la consistencia que había mostrado ante Korda, Auger-Aliassime, Tsitsipas y Sinner.

Zverev no había sido el jugador que había llegado a París después de levantar el título en Roma y acumulaba doce victorias seguidas en tierra. Se había cargado a Rafa en primera ronda, en un partido el que el Zverev más cercano a los 20 que a los 30 hubiera perdido; se enredó en tercera y cuarta ronda con sendos partidos a cinco sets y más de cuatro horas, pero ante De Miñaur y Ruud demostró toda su autoridad.

Ese Zverev fue el que estuvo once minutos peleando por el primer juego del segundo parcial. Remontó un 40-0, tuvo tres bolas de break y Alcaraz sobrevivió al primer meneo. Pero fue un aviso para lo que se avecinaba. La versión más madura le bastó para salvar la primera situación comprometida, pero el alemán empezó a ser más alemán que nunca. Cogió una velocidad de crucero y no aminoró un segundo. El ligero bajón de Carlitos coincidió con el crecimiento del germano. Aparecieron los primeros errores en la raqueta de Alcaraz y llegaron dos breaks para Zverev. Fue lo del primer set, pero en dirección contraria.

El partido empezó a transitar por donde quería el alemán. Su saque había sido letal y el español había dejado de mandar. Alcaraz estaba obligado a digerir y procesar la mejor versión de Zverev. La del saque mortífero, el revés que besa líneas y la derecha mejorada una barbaridad. "¡Hay que ponerse a su nivel de lucha. Dale a tope, vamos!", le soltó desde su palco Ferrero. Y, por un momento, empezó a mostrar de nuevo la variedad de golpes que le hacen único. Escapó del agobio en el quinto juego, sumó un break en blanco en el sexto y sobrevivió a todo lo que intentó Zverev en el séptimo.

El alemán presionó por tierra, mar y aire. Tuvo tres bolas de break y Carlitos se fugó con una maniobra de escapismo que no ocultaba los problemas. No era suficiente porque Zverev siguió insistiendo. Reincidió en el noveno juego y logró el break que llevaba buscando desde hace rato. Volvió a la carga en el undécimo y Alcaraz se sintió desbordado. Con su saque supo resistir a la tenacidad de Alcaraz para resolver el tercer set después de endosar cinco juegos seguidos al murciano.

La evolución en el marcador del tercer set no era fiel a las sensaciones con que ambos acabaron ese parcial. Carlitos, que había empezado otra vez a cambiar las alturas de la bola, no estaba tan lejos. Se trataba de reconstruirse y acercarse a su versión del comienzo. Fue lo que hizo nada más regresar. Zverev aflojó un instante y Alcaraz se lo llevó por delante. Sumó cuatro juegos seguidos y dio igual que tuviera que pedir la presencia del fisio para que le revisara la pierna izquierda. El murciano volvió a despegar y el alemán desapareció. La incógnita era si sería capaz de volver y convertirse de nuevo en una amenaza.

Y tanto que volvió. Alcaraz logró sumar un break en el tercer juego y la defensa de esa rotura se convirtió en una odisea. Zverev llegó a disponer de cuatro bolas de break para igualar el set definitivo que no había hecho nada más que empezar. Carlitos salvó todas con la cabeza, con la raqueta, con las piernas, con la muñeca... pura "Résistence". Y el alemán, para no ser menos, fue capaz de levantar un bola de break en el quinto juego cuando la guillotina ya asomaba.

Alcaraz todavía fue capaz de dar una vuelta más a su tenis. En el sexto juego salvó una bola de break pasando de grises. Se fue abiertamente al ataque y así sumó otro break más en el séptimo. Ya no hubo vuelta atrás. Su primera Copa de los Mosqueteros esperaba.