NFL
Tom Brady nunca se acaba: busca su décima superbowl, ahora con los Buccaneers
El mítico quarterback sigue haciendo historia a los 43 años, mientras los New England Patriots han hecho el ridículo sin él
Los New England Patriots se han quedado fuera de «playoffs» después de once temporadas consecutivas entrando en la carrera por el título, mientras que los Tampa Bay Buccaneers juegan este domingo ante los Packers (21:00, Movistar Deportes) la cuarta final de conferencia de su historia. La razón de la debacle de la franquicia de Boston y el gran momento de los de Florida sólo tiene un nombre: Tom Brady. El mítico quarterback ha dejado huérfano a su equipo de siempre y en lugar de pensar en la retirada, está a sesenta minutos de jugar su décima Superbowl y buscar su séptimo título.
Brady, más que un jugador de fútbol americano es un mito viviente, que a los 43 años sigue siendo un factor determinante. Y si no, que se lo pregunten a los Patriots, que han rozado el ridículo sin él. Su mudanza a Tampa Bay después de veinte años en Nueva Inglaterra fue un terremoto que sacudió la NFL. La culpa la tuvieron un contrato de dos años y 50 millones de dólares y el deseo de Brady de buscar nuevos retos. Y lo primero que hicieron él y su esposa, la modelo Gisele Bündchen, fue donar el equivalente a 750.000 menús de comida para que muchos niños pudieran seguir alimentándose a pesar del cierre de los colegios por la pandemia de Covid-19.
La pareja vivió sus primeros meses en Tampa Bay en una mansión alquilada al ex jugador de béisbol Derek Jeter, pero ya se han comprado una casa de 17 millones de dólares en Indian Creek, un complejo de lujo en el que sólo viven noventa familias, entre ellas, la de Ivanka Trump, la hija del ex presidente de Estados Unidos. Un recinto al que sólo se puede acceder en lancha, moto de agua o todoterreno y tan espectacular como el final de temporada que está firmando Brady en su estreno como «bucanero».
La cosa empezó regular tirando a mal, con una derrota en la que Brady fue placado tres veces antes de poder lanzar la pelota (sack) y sufrió dos intercepciones. Aquello fue precisamente ante los New Orleans Saints, el equipo al que eliminaron el fin de semana pasado para meterse en la final de la Conferencia Nacional. Brady convirtió tres pérdidas de su rival en dos pases de touchdown y un tercero firmado por él mismo.
Después, en el vestuario, sus compañeros más jóvenes querían celebrar por todo lo alto... hasta que vieron al quarterback poner rumbo al aeropuerto como si no hubieran ganado nada. «Es increíble la influencia que tiene su carisma en el resto», confiesa Bruce Arians, el técnico de los Buccaneeers. «Llena el aire de confianza y lo transmite al equipo todos los días. Yo le deje ser él. En New England no lo dejaban ser entrenador. Yo aquí dejo que lo sea. A veces sólo me siento y observo», decía para explicar lo importante que es el californiano sobre el césped y fuera de él.
Un dato que confirman también sus compañeros: «Me enseña a ser un líder. Yo estaba molesto porque no fui elegido para la Pro Bowl (algo así como el partido de las estrellas) y él me dijo que había algo más importante por delante: la Superbowl», confesaba el linebaker Devin White.
Brady se las sabe todas y pasea por las rondas finales con la tranquilidad del jubilado que no es. Después de ganar a los Saints, las cámaras lo vieron saludando a la familia de Drew Brees. Uno de los hijos del quarterback de New Orleans le pidió que le lanzara un pase y Tom hizo feliz al niño con un pase perfecto antes de ponerse al hombro la bolsa y empezar a pensar en la semana que hoy termina con el choque ante los Green Bay Packers, el mejor equipo de la temporada regular.
Enfrente estará Aaron Rodgers, que ganó su único título de la NFL hace 10 años. Para Brady, que tiene seis y ha sido tres veces MVP de la final es, sólo, una rutina.
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