"Cucaracha con paisaje de fondo": Un cruce de Groucho Marx y Stephen King ★★★☆☆
La obra de Javier Ballesteros ha vuelto al Teatro Quique San Francisco en el que se estrenó
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Autor y director: Javier Ballesteros. Intérpretes: Laura Barceló, Pablo Chaves/Javier Ballesteros, Eva Chocrón, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno, María Jáimez y June Velayos. Teatro Quique San Francisco, Madrid. Hasta el 11 de junio.
Con dos premios Max en las categorías de mejor autoría revelación y mejor espectáculo revelación, y después de haber agotado las localidades la pasada semana en el Festival Plataforma que el Teatro Español dedica a las compañías emergentes, Cucaracha con paisaje de fondo regresa ahora al Teatro Quique San Francisco en el que se estrenó. Pero esta vez, con el aval de su propio éxito, viene para quedarse durante tres semanas.
La verdad es que son más que merecidos los aplausos que está recibiendo la compañía Mujer en Obras por esta divertida e inclasificable función sobre la vida en un balneario al que acuden mujeres con supuestos problemas de fertilidad para someterse a tratamientos reproductivos. Como si se tratase de una contemporánea y ácida revisión de Yerma, la obra, escrita y dirigida por Javier Ballesteros, analiza y cuestiona el sentido de la maternidad y la descendencia en nuestra privilegiada sociedad occidental. Y lo hace identificando y parodiando, de paso, algunos otros asuntos que a priori pueden estar relacionados con esa maternidad, tales como el amor, el sexo, la convivencia, la libertad, los límites de la medicina, la amenaza de la muerte y, sobrevolándolo todo, el egoísmo del ser humano. “Nunca jugaré a ser Dios”, afirma el personaje del médico del balneario, pero vemos cómo él y todos los demás no hacen otra cosa que no sea, precisamente, jugar a ser diosecillos para manipularlo todo a su antojo. Desde el punto de vista argumental, solo chirría el tema del aborto, introducido al final de la comedia sin que termine de cerrarse bien en la peculiar lógica de la trama.
En cuanto a su aspecto formal, la obra presenta la particularidad de tener unas partes en prosa y otras muchas en verso, y de contar, además, con una suerte de coro griego dentro de un contexto, curiosamente, muy cómico e informal. Exceptuando algún desliz en el cómputo silábico (como ocurre por ejemplo en “explosión de felicidad”, que no es octosílabo), y una caprichosa distribución de asonancias y consonancias, que hace que algunas tiradas resulten un poco cacofónicas, la versificación es, en líneas generales, ingeniosa, original, fluida y muy acorde al delirante discurso al que se aplica (el diálogo en torno a los placeres de comer, dormir y defecar, por ejemplo, no tiene desperdicio).
Por último, hay que destacar el trabajo interpretativo de todo el elenco; un trabajo muy coral al servicio siempre de la historia y de sus posibilidades cómicas.
- Lo mejor: Es un soplo de aire fresco en una cartelera donde abundan bien los topicazos comerciales, bien los panfletos presuntuosos.
- Lo peor: Parece que hubiera un poco de miedo al introducir el tema del aborto, y eso impide la trama se cierre del todo bien.