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Simo Häyhä, el francotirador que aterrorizó a Stalin

Era finlandés, abatió a más de 700 soldados soviéticos, ganó un duelo terrible con su rival ruso y se convirtió en la pesadilla de Moscú. Su figura se reivindica ahora que ha aumentado la tensión entre este país y el Kremlin
El francotirador Simo Häyhä oculto en la nieve durante la Guerra de Invierno
El francotirador Simo Häyhä oculto en la nieve durante la Guerra de InviernoArchivo

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La entrada de Finlandia en la OTAN ha disgustado a Putin. No en vano, la idea de la Gran Rusia y su mitología nacionalista comprende al territorio finlandés como propio. Es más, en la reciente cumbre en Helsinki de los líderes de Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia y Finlandia ha quedado claro que la resolución de la guerra en Ucrania será a gusto de los invadidos, no del invasor. Además, el Gobierno finlandés ha aumentado un 70 por ciento su gasto armamentístico y ha consolidado el servicio militar obligatorio. La respuesta de Putin, ya en junio de 2022, era que respondería a Finlandia de «manera simétrica», a pesar de que ha sido Rusia quien ha provocado la expansión de la OTAN, y quebrado el equilibrio pacífico. Ya pasó en 1939.
En la imaginería popular solo Hitler y Alemania rompieron la paz en Europa. Esto forma parte de la propaganda soviética posterior a 1945, en la que la URSS aparecía únicamente como un país a la defensiva frente al fascismo. Es el mito de la Gran Guerra Patriótica librada desde junio de 1941 contra el invasor nazi, y que ahora explota Putin. Es falso. Fue un país agresor. Stalin invadió Polonia el 17 de septiembre de 1939; en concreto, territorios hoy pertenecientes a Bielorrusia y Ucrania. Luego, en julio y agosto de 1940, la URSS ocupó las tres repúblicas bálticas. La reacción internacional fue penosa: simplemente echaron a la URSS de la Sociedad de Naciones. Los soviéticos habían acordado con los nazis el reparto de Europa en el Pacto Molotov-Ribbentrop de agosto de 1939. El plan ruso para conquistar Finlandia pasaba primero por presionar a sus autoridades, como en el caso de los gobiernos bálticos, y luego provocar la guerra. Tras la negativa del ejecutivo finlandés, la URSS hizo un ataque de falsa bandera: bombardeó la localidad rusa de Mainila el 26 de noviembre de 1939 y acusó a Finlandia de agresión. Con el motivo fabricado, el 30 de noviembre, 23 divisiones que sumaban 450.000 soldados soviéticos se adentraron en territorio finlandés. Fue la llamada «Guerra de Invierno».
El ejército ruso traspasó la frontera y los carros de combate se adentraron en el territorio camino de la capital. Stalin no calculó bien la resistencia del pueblo finlandés, ni el terreno o el clima. Pensaba que en siete días dominaría el país, lo que recuerda la invasión rusa de Ucrania, cuando Putin envió sus tanques a Kiev con la misma pretensión. La arrogancia de Stalin recuerda a la del actual mandatario ruso. En 1939, las purgas de oficiales, la falta de preparación para un invierno de 40º bajo cero, y el trato del soldado como carne de cañón hicieron inservible al ejército soviético. La defensa finlandesa fue la guerra de guerrillas porque se adaptaba mejor a sus fuerzas, que eran inferiores a las rusas, y al terreno, que conocían perfectamente. Las incursiones de pequeños grupos contra el invasor fueron muy efectivas. En la batalla de Suomussalmi, por ejemplo, separaron a las divisiones rusas utilizando su conocimiento del territorio para liquidarlas por separado, inutilizaron las vías de transporte, los dejaron sin suministros y destruyeron sus cocinas, mientras ellos se desplazaban con esquíes y se camuflaban en los bosques.
Un retrato de Simo Häyhä en donde se aprecia su rostro desfigurado
Un retrato de Simo Häyhä en donde se aprecia su rostro desfiguradoArchivo
En ese momento fue cuando apareció el héroe finlandés, Simo Häyhä, un campesino al que acabarían llamando «La Muerte Blanca». Había nacido en 1905, en un pequeño pueblo llamado Rautjärvi, en Karelia, fronterizo con Rusia. Tuvo siete hermanos, y estudió en la escuela local. A los 17 años ingresó en la Guardia Civil Finlandesa, cuerpo heredero de la Guardia Blanca que funcionó durante la guerra civil contra los comunistas. En este periodo de instrucción perfeccionó su puntería, y participó en campeonatos en los que consiguió objetivos que todavía hoy están considerados increíbles: seis aciertos en un minuto a un objetivo situado a 150 metros. Häyhä inició el servicio militar a los 25 años en el Batallón Ciclista, y luego superó las pruebas de francotirador. Dos años después volvió a casa para trabajar en la granja. Al producirse la invasión, Simo Häyhä se incorporó al 34º Regimiento de Infantería. Era un hombre de baja estatura, apenas un metro cincuenta, lo que le servía para esconderse con más facilidad. Tenía sus técnicas. Endurecía la nieve delante suya para que el fusil no la moviera al disparar. Llenaba su boca con más nieve para que no saliera vaho y le delatara, al igual que no usaba mira telescópica para que no brillara.

En 1940, recibió un disparo en la cara y quedó en coma durante una semana, pero sobrevivió

Tan solo estuvo tres meses en el frente al ser herido de gravedad. En ese tiempo participó en la batalla de Kollaa, donde los soviéticos querían dar un golpe definitivo a la guerra. Allí tuvo un duelo con un francotirador ruso que tenía la misión de acabar con los oficiales finlandeses. Häyhä esperó durante horas sumergido en la nieve hasta que el soviético se levantó para marcharse y lo mató. Fue ascendido a sargento por aquella acción. Durante todo este tiempo que estuvo en el frente, además, abatió a 505 soldados de Stalin con su fusil M28 Pystykorva, y otros doscientos con el subfusil Suomi KP/-31. Su récord fue haber matado a 25 soviéticos en una jornada.
El 6 de marzo de 1940 recibió un disparo en la cara. El proyectil le atravesó el lado izquierdo y le destrozó. Quedó en coma durante una semana, hasta el mismo día que Finlandia y la URSS firmaron el Tratado de Paz de Moscú, por el que el primero cedía a los comunistas algunos territorios, en especial Karelia, que hoy forma parte de la Federación Rusa.
Häyhä no volvió al frente, a pesar de que poco después comenzó la Guerra de Continuación (1941-1944) contra la URSS con la Alemania nazi como aliada, y la Guerra de Laponia (septiembre a noviembre de 1944) para echar a los alemanes de su país. Fue sometido a diez operaciones quirúrgicas, con 26 cirugías, para reconstruir su rostro, pero quedó desfigurado. Le fue concedida la Cruz de Caballero Mannerheim, el más alto honor militar de Finlandia. El Gobierno le ofreció después una nueva granja para volver a su vida anterior al conflicto y aceptó. Se dedicó entonces a la caza y a la cría de perros. Sus últimos años de vida los pasó en un hogar de jubilados de guerra. En una entrevista en 2001, poco antes de cumplir los 96 años, ya convertido en un héroe del país, en un mito de la resistencia, le preguntaron por su papel en la guerra. «Hice lo mejor que pude, lo que me dijeron que hiciera. No existiría Finlandia si otros no hubieran actuado del mismo modo». Murió el 1 de abril de 2002. Ahora mismo está considerado el mejor francotirador de la historia.