LA RAZÓN adelanta en primicia el póster de "Los colonos", a competición en el Festival de San Sebastián
La película, dirigida por Felipe Gálvez, ha sido seleccionada por Chile para competir en los Premios Oscar y antes pasará por San Sebastián en la sección Horizontes Latinos
Madrid Creada:
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Entre el frío y la violencia de los hombres, un poco más allá de la Cordillera de los Andes, los caballos se desmayan de agotamiento mientras las manos siguen poniendo en pie las lindes. Hito a hito. Kilómetro a kilómetro de pampa. Es justo ahí, entre Chile y Argentina a principios del siglo XIX, donde el director chileno Felipe Gálvez ha decidido llevarse "Los colonos", su nueva película. Elegida por Chile para representar al país en la próxima ceremonia de los Premios Oscar, donde medios como "Variety" la sitúan bien arriba entre las candidatas ya anunciadas, la película lidia con las relaciones de poder entre los latifundistas heredados de los tiempos del reinado español y las reivindicaciones de los indígenas, forzados a trabajar para unos amos déspotas.
Protagonizada por Mark Stanley ("Happy Valley"), Camilo Arancibia y Benjamin Westfall, además de contar con la aparición de Alfredo Castro y Marcelo Alonso, "Los colonos" competirá en el inminente Festival de San Sebastián, dentro de la sección Horizontes Latinos. Además, el filme pasó por el último Festival de Cannes, donde levantó el premio Fipresci de la crítica especializada, y se podrá ver estos días en el Festival de Cine de Toronto (TIFF), donde forma parte de la Sección Oficial. Todo ello, sumado a las buenas críticas cosechadas por el filme, le auguran un futuro brillante a la espera de su estreno en España, de la mano de Sideral.
Justo antes de que la película se pueda ver en Donosti, LA RAZÓN puede ofrecer en primicia el póster oficial de la película en nuestro país, con Stanley como el controvertido Alexander MacLennan protagonista en el centro de la imagen y la imponente cordillera a sus espaldas. Y es que "Los colonos", rodada con la fuerza mastodóntica y el grano de un neo-wéstern y escrita con la delicadeza propia del nuevo cine latinoamericano, bien se puede entender como un brioso híbrido entre un clásico de Ford y una deconstrucción social, mediante la expiación, al más puro estilo de Herzog. Hay en la mezcla algo de teoría poscolonial, un estudio del Chile que se levantó a sangre y hierro, e incluso una especie de auto-crítica para con el trato de la progresía a la población indígena en el país, todo ello articulado en forma de "road-movie" violenta que poco deja a las elucubraciones.