Raúl Cimas es (probablemente) la persona más graciosa del mundo
El cómico estrena "Poquita fe" (Movistar+), nueva serie en formato falso documental que firman Pepón Montero y Juan Maidagán
La afirmación no es cualquier cosa, pero es que tiene base científica. Se ha dejado escuchar durante años, en guiones y en conversaciones de "late-night", en corrillos improvisados y en entregas de premios: Raúl Cimas es (probablemente) la persona más graciosa del mundo. Así lo han firmado batas blancas de la risa como Andreu Buenafuente, Berto Romero o David Broncano. Además, en varias ocasiones. Por supuesto, solo han ejercido de "peer review", porque los primeros hallazgos venían del estudio intensivo de Joaquín Reyes o Ernesto Sevilla, familiarizados con Cimas desde sus tiempos de profesor. Sí, porque también fue profesor. En una vida pasada. Mucho antes de cruzarse con LA RAZÓN, al calor pegajoso de una Valencia a rebosar, presentando su nueva serie, "Poquita Fe" (Movistar+) en el festival Cinema Jove de la ciudad.
Cimas, todavía descolocado por el bofetón de los casi 40 grados que marcaba el termómetro en horario torero, pide un cortado y una botella de agua. Y no lo pide, pero recibe con igual gusto a un joven estudiante de Comunicación Audiovisual, que interrumpe la entrevista antes de que siquiera comience. "¿Y entonces te quieres dedicar a esto? Pues igual la serie te mola, que es todo trabajo de guion y montaje", espeta con la misma naturalidad con la que atiende a todo el mundo a su llegada, antes de la foto de rigor. "¿Sabes que a la gente le caes muy bien, verdad?" se le alcanza a preguntar, antes de que el espontáneo confirme las tesis lanzadas por el periodista. "¿Tú crees? A veces pienso que es cuestión de caer de pie. Uno se lo curra, joder, claro, pero no sé. Yo hago mis cosas", responde el intérprete, oriundo de Albacete, clave en la genealogía chanante y ahora uno de los cómicos más respetados del país.
Pero, ese aura de persona ontológicamente graciosa, ¿puede llegar a ir en detrimento de uno? "Solo me molesta cuando hay gente que interpreta, o que entiende eso como un símbolo de imbecilidad. Y es que la hay. Y mucha. Esos días me llego a arrepentir, me gustaría dar una imagen más seria, pero luego digo no. Qué cojones. Es mucho más bonito hacer reír que estar interpretando a un personaje que no soy, que va de serio", responde sincero el cómico, descartando por completo hacerse un "Man on the Moon", pero dispuesto y abierto a otro tipo de propuestas lejos de la comedia. "Locuras siempre he hecho, además de las más locas de la tele que se ha hecho aquí. Yo puedo decirte que no, que no haría algo tan brusco, pero si viniera alguien a mí con una propuesta dramática de la hostia, ¿cómo me voy a negar?", añade.
En su nueva serie, que firman Juan Maidagán y Pepón Montero ("Justo antes de Cristo") a razón de 15 minutos por desternillante episodio, Cimas da vida a José Ramón, un vigilante de seguridad estancado en una relación de asimilación con su pareja (igualmente brillante, Esperanza Pedreño). Mes a mes, "Poquita Fe" va siguiendo a esta pareja, a sus padres, a sus vecinos y amigos, para desarrollar la tesis de una crisis por puro fundido a gris. La comedia, pues, nace del puro costumbrismo en el que la serie explota sus virtudes: un cásting extraordinario y un guion matemático, más centrado en la gran carcajada que en la sucesión de exhalaciones. No hay manera de enfrentarse a la nueva serie de Cimas sin partirse, sin verse, sin encontrar una identificación en lo poco dramático de la existencia diaria, en ese reverso contra-catártico derivado de, por ejemplo, pisar una mierda.
"Es una serie que, ya desde el guion, está pensada de forma matemática. Si tú improvisas en una cosa, puedes cargarte no solo tu chiste, si no varios que vengan después", explica Cimas sobre un formato, el del falso documental, que aquí se subvierte. No es ya que los personajes sean entrevistados entre las situaciones descritas, sino que hasta se responden entre sí, jugando con la misma diegética del texto. Es mezclar la textualidad de "The Office" o "Modern Family" con la auto-consciencia de los gags de "Padre de Familia" o "Lo que hacemos en las sombras". ¿Se identifica Cimas con ese hombre aburrido de sí mismo, de lo anti-dramáticamente gris de su vida? "Hay cosas que me han dado miedo, porque sé que Pepón y Juan son peligrosos han hablado con gente. Hay detalles, anécdotas mías, que están ahí y yo no lo sabía hasta leer el guion. Sí, me puedo identificar, claro. Y te pongo un ejemplo. Yo solo aguanté en La Latina viviendo tres meses, porque no se parece a un barrio. Tuve que mudarme a un barrio de verdad, porque me gusta hablar con los vecinos. Soy un tío que le gusta saber dónde está. Y no es humildad ni hostias, es lo que me gusta, no sentirme extraño donde estoy", completa.
El gran triunfo de "Poquita Fe", y por consecuencia de un Cimas en estado de gracia, pasa por la exploración de lo anti-climático del aburrimiento. Por encontrar pepitas de oro, comedia sin cortar, en un hecho tan anecdótico como es bajar la basura. "Poquita Fe", reducida durante horas, es la carcajada previa a la desolación de un domingo por la tarde. "Yo apenas tengo tiempo para aburrirme, la verdad. Porque si no estoy escribiendo, estoy dibujando. O juego a la play, qué coño. Pero me gusta aburrirme, porque es un privilegio. Bueno, no sé si privilegio, pero sí ayuda a tener ánimo de celebración de las cosas. Solo si estás aburrido de verdad entiendes cuando no lo estás, o cuando no tienes tiempo. Ahora mismo la gente no le da una puta oportunidad a nada. Dejan los libros pronto, apagan esa serie porque el primer capítulo es malo. Joder, date tiempo. Casi todo merece la pena si le das una oportunidad", apunta el actor. Y sigue, sobre sus hábitos a la consola como remedio a esa extraña relación con el aburrimiento: "Ahora mismo se da la casualidad de que hay unos jardineros trabajando fuera de casa y yo estoy como un hijo de puta con el simulador de granjas. Es bastante extraño. Es como, desgraciao, podías estar echando una mano. Pero cuando echo horas realmente son con los juegos de civilizaciones, por ejemplo", añade.
"Me gusta mucho cómo la serie habla de esa mutación de pareja a hermanos", explica Cimas sobre su José Ramón, en química de lo apático y en perfecta consonancia con Pedreño. Y continúa: "Este tío es un seta, así que había que buscarle algo entrañable. Pero es que Esperanza nos lo decía todo el rato, que era desesperante esa apatía. Ella tiene ganas de hacer cosas, y él no la entiende, no es empático. Así que Pepón y Juan nos explicaron que, por encima de todas las cosas, de todo lo que pasara, ellos se tenían que querer. Y a Esperanza le costaba entender eso, era como, a qué cojones me agarro para querer a este tío. La solución vino por lo entrañable, lo pánfilo que acaba siendo Ramón", detalla Cimas, sobre el proceso de "delivery" de la que es, a todas luces, la mejor comedia española del año.
"Estamos en un mundo en el que, si hablas en serio puedes decir las barbaridades más grandes. Si lo haces en chiste, ya... De broma no te dejan pasar ni una"Raúl Cimas
Y sobre ese humor, justo antes de la presentación del "paper" afirmativo sobre la apolínea condición cómica de Cimas, el actor se moja: "El humor es un escudo para las cosas más horribles. Estoy convencido de que surge de ahí, de un miedo primitivo a la muerte se vence a base de bromas. Y así con todo el dolor. El de que te dejen, el de que te despidan. Todos. Cuando empiezas a reírte empiezas a superarlo. Pero claro, hay que tener en cuenta que ese humor muchas veces se ha pervertido, o se ha utilizado para herir a alguien. O para dar tu opinión, que sin disfraz de chiste no te hubieras atrevido. Y eso ha perjudicado mucho, joder. También el reírte de. Oye, te estás riendo de los ciegos. No, perdona, hay un personaje de ficción que es ciego, y ese en concreto, de esta ficción, es un cabrón. O es un tacaño. O es lo que sea. Como cualquier otra persona", advierte Cimas. Y sigue, aún más profundo: "No me estoy riendo de, me estoy riendo con. Estamos en un mundo en el que, si hablas en serio puedes decir las barbaridades más grandes. Si lo haces en chiste, ya... De broma no te dejan pasar ni una", se despide bordando el aviso de dos minutos antes de que finalice el estudio de campo. Raúl Cimas es (probablemente) la persona más graciosa del mundo, pero también una a la que siempre merece la pena escuchar en serio.