Steve Jones: las heridas abiertas del tímido macarra de los Sex Pistols
Coincidiendo con el estreno en Disney+ de la serie “Pistol” y con el inminente 45 aniversario de un álbum de referencia, lanzan una reedición de “Lonely boy”, la autobiografía del guitarrista de Sex Pistols, con una exquisita selección de imágenes
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Ni la papada ni la alopecia son rock and roll. Ni tampoco los injertos de cabello, ni teñirse las canas de negro, ni Paul Shaffer, así como tampoco lo son las sandalias, la comida sana, los selfies, ser viejo –que se lo digan a Mick Jagger–, los blancos con rastas o el no haber sufrido venéreas. Si organiza encuentros con los fans, no es rock and roll, pero si es con las fans, lo es sin lugar a duda. No son ninguna de estas normas verdades incómodas e irrebatibles, ni tampoco sientan las bases de un género, sino que son creaciones propias de Steve Jones. Para el guitarrista y cofundador de Sex Pistols, al parecer, rock and roll sería el caos, la conexión música-moda, lo erótico, la droga, la revolución u orinar en la tumba de Elvis. Un tema con el que prefiere ser discreto, que siempre deja en el aire como un recuerdo para nada nítido, porque «adoro a Elvis, y además hay un aspecto formal de estas ofrendas líquidas, signos de admiración y respeto cuando la realeza británica visita a sus anfitriones americanos, que suele malinterpretarse. Orinar junto a una tumba es algo muy beneficioso porque mantiene alejados a los coyotes». Estas palabras es una de las tantas confesiones que el compañero de John Lydon, Sid Vicious, Paul Cook y Glen Matlock realiza en «Lonely boy: historias de un Sex Pistol» (Cúpula). Un libro que se reedita con una exquisita selección de fotos –de la niñez de Jones, pasando por la confección de la banda y sus consecuencias–, y que refleja lo que, de manera quizá generalizada y sin apenas debate, sí es al cien por cien rock and roll: el movimiento punk británico de los años 70.
La autobiografía de Jones es una obra única entre las memorias de las estrellas del rock, cargada de anécdotas y recuerdos selectivos –la memoria se ve afectada con el tiempo debido a una u otra adicicón–, y que se resume en una frase: sin Steve Jones no existiría el punk, pues tampoco habríamos conocido a los Sex Pistols, grupo que emergió en parte por la insistencia de Jones y que se alza como pionero en este fenómeno musical. Quizá el principal rasgo por el que los creadores de «Anarchy in the UK» hicieron historia, es cómo sirvieron de detonante de la cultura británica callejera. Londres estaba impregnada de monotonía y aburrimiento, hasta que un grupo de jóvenes «skinhead», irrumpió para destruirla y, de nuevo, construirla a través de una cultura subversiva y anárquica. No obstante, antes de la irrupción de este desbarajuste artístico –«no nos gusta la música, nos gusta el caos», afirmaron en alguna ocasión los Sex Pistols–, hubo una dura historia. Antes de que estos jóvenes surgiesen en la escena musical como símbolos del deseo hacia el peligro, hubo una serie de trágicas vivencias, que sirvieron como aprendizaje sin escuela. Y es que, precisamente, el tímido macarra de Jones quizá se portase tan mal durante su vida para esconder ciertas heridas.
Entre Poppins y Lynch
Al igual que en esta obra Jones se sincera sobre su problema de cleptomanía, su paso por la cárcel o sus adicciones al tabaco, la heroína, la cocaína y todas esas psicodélicas sustancias acabadas en «ina», también habla de los abusos que sufrió de pequeño. Dicen que somos el reflejo y la consecuencia de lo que vemos, oímos y sentimos durante la infancia. Y parte de la locura y los escándalos que tantas veces ha protagonizado el guitarrista tienen una explicación. Nació en 1955, «más o menos al mismo tiempo que el rock and roll», escribe en la obra, y divide su niñez en dos partes: la de la vida al estilo Mary Poppins y la que podría haber sido producida y dirigida por David Lynch. La mayor parte de sus primeros recuerdos «son buenos, como cuando mi abuela me bañaba en el fregadero, o cuando hacía aquellos deliciosos púdines al vapor», relata el artista. No obstante, pronto le vendría «el comienzo de mi primera adicción. Mi abuelo era un cabrón cascarrabias, pero tenía su gracia. Me sentaba en su regazo, soplaba el humo de su cigarro en un trapo y lo sostenía ante mi cara. Joder, cómo me gustaba el olor de aquellos cigarrillos».
Jones creció, por tanto y ante todo, junto a sus abuelos, pues de su padre nunca supo y su madre tenía bastante que lidiar en aquella época nada más que por ser una mujer con un hijo y soltera. Sí había un padrastro, quizá quien diera paso al capítulo Lynch y artífice de los traumas que a Jones le persiguieron durante toda la vida. «Llevábamos algunos años en Benbow Road cuando mi padrastro empezó a meterme mano. Las consecuencias de aquello siguen conmigo más de medio puto siglo después», escribe. A partir de entonces, todo fue cuesta abajo y sin frenos. El músico afirma que «los abusos me desalinearon el mundo». Ya no era capaz de vivir con la misma sensación que la que sentía cuando olía el púdin recién hecho. «Todos los follones en los que empecé a meterme en adelante –robos, alcohol, drogas, chicas–, solo tenían por objetivo deshacerme de aquella incomodidad. Buscaba la manera de sentirme bien y no me importaba demasiado si alguien sufría en el proceso». En parte, es gracias a que su vida se alejase del colegio y se acercara cada vez más a la cultura de la calle que podemos contar con himnos como «God save the queen». «Dios me lanzó un salvavidas al que agarrarme, la música», y fue entonces cuando Jones encontró su refugio, a la vez su perdición, así como lo que marcaría el rumbo del resto de su vida.
Berridos y gamberros
Estas vivencias sirven de punto de partida y complemento de las que ahora narra «Pistol», miniserie recién estrenada en Disney+ y que se centra ante todo en la formación de Sex Pistols. Dirigida por Danny Boyle, se basa en la misma autobiografía de Jones y se enfoca en los berridos de aquellos gamberros que provocaron que toda protesta fuese directa hacia el escenario. «Todos acabaron escuchándoles. Unos temiéndoles, otros imitándoles», ha explicado Boyle sobre los Sex Pistols, quienes son interpretados por Louis Partridge (Vicious), Toby Wallace (Jones), Anson Boon (Lydon) o Thomas Brodie-Sangster, quien da vida a Maclolm McLaren, agente del famoso grupo. Además, en octubre se cumplen 45 años de que Sex Pistol lanzara «Never mind the bollocks, here’s the Sex Pistols», su álbum de referencia, con el que la banda se consolidó en el movimiento punk y se convirtió en símbolo macarra de la juventud, éxito que servía de contrapeso a sus largos etcéteras de polémicas y escándalos.