Mariana Enríquez quiere asustarnos
La autora argentina presenta su libro de cuentos «Un lugar soleado para gente sombría»
Barcelona Creada:
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Mariana Enríquez es, y eso es innegable, una de las voces más leídas y buscadas de la narrativa actual. La autora se encuentra ahora en plena gira por nuestro país para presentar su último trabajo, «Un lugar soleado para gente sombría», publicado por Anagrama, una inquietante y maravillosa colección de cuentos donde la escritora demuestra su talento para llevarnos a terrenos oscuros, aquellos en lo que lo paranormal que acaban siendo demasiado parecido a nuestra realidad. La autora habló de estas historias la semana pasada con este diario en Barcelona.
Para Enríquez este libro le permite regresar a una temática que tiene que ver con sus inicios como escritora. «Empecé a escribir terror cuando era bastante joven. El terror es un género que no diría que es específicamente joven, pero que tiene algo de esa adrenalina. Cuando vas creciendo tienes que empezar a preguntarte cuáles son los nuevos miedos que aparecen. Te das cuenta que son cada vez más, como es la menopausia ahora que tengo cincuenta años. Por eso, el primer epígrafe del libro es de una poeta brasileña que me encanta, Adélia Prado, que dice: “Hoy me dio tristeza, sufrí tres tipos de miedo, acrecentados por un hecho irreversible: ya no soy joven”. Leía eso y me pensé que lo debía usar porque es algo que tiene que ver con los miedos del adulto. El fantasma es la culpa, lo recurrente, el trauma, las cosas que te acosan cuando estás en otro momento de la vida y también en el fin de la vida», comentó Enríquez.
A lo largo de las páginas de «Un lugar para gente sombría» encontramos historias de todo tipo, con monstruos y fantasmas acechándonos. Es un viaje que nos lleva por los barrios de la periferia de Buenos Aires y donde los fantasmas campan por sus anchas o a un hotel de Los Ángeles donde tuvo lugar un mediático crimen todavía sin resolver pasando por rincones marginales a donde llega una ONG para ayudar a los más necesitados, pero que acaba perseguida por unos niños de unos ojos negros que causan pavor.
Enríquez no ocultó en este terreno su admiración por Stephen King, quien «supo entender que el terror ya no venía del espacio exterior o del trastornado social. Toma los terrores reales, como el que viene de una escuela en la que hay una niña a la que hacen bullying y acaba matando a sus compañeros con la mente». También quiso reflejar su admiración por Thomas Ligotti, «un escritor de terror, que destila un miedo tipo “Black Mirror”, que te hace sentir en un lugar desconocido y que entró en la cultura popular gracias a “True Detective”, donde muchos diálogos fueron extraídos de la obra de Ligotti».
Parte de las historias fueron concebidas durante la pasada pandemia, pero Mariana Enríquez no las escribió hasta el pasado verano, «durante una ola de calor espantosa, pero no los escribí durante la pandemia porque en aquel momento ya había mucha realidad».
Muertos tristes
El cuento con el que se abre el libro, «Mis muertos tristes», nos trae uno de los fantasmas que persiguen a los argentinos como es la dictadura militar y los muchos desaparecidos que provocó. Mariana Enríquez cree que nos da miedo el pasado tanto por no enfrentarnos a él como por el pánico a que se repita. Sin embargo, matiza que en su país «el pasado acecha por cosas no resueltas. Estamos más de cuarenta años después de la dictadura, cómo se decantó socialmente, si fueron 6.000 o si fueron 20.000 muertos. Es algo que no se va a resolver socialmente. También pasa acá». A este respecto, la escritora no escondió su impacto tras ver el documental «El silencio de otros» «donde se ve a gente anciana pidiendo por sus muertos y cuya fosa está en la autopista. Pasó tanto tiempo que siempre habrá esa discusión sobre si eso hay que dejarlo pasar, como que con eso no nos podemos reconciliar. Claro, fijarse en todo este tema da miedo».
Hablamos de miedos y de terror en un momento en el que en Argentina gobierna un personaje que parece provocar precisamente esto en muchos de sus ciudadanos. Cuando se le pregunta a Mariana Enríquez precisamente sobre Javier Milei responde que «no es ningún marciano. Lo que ocurría es que había unas condiciones de hartazgo de la población muy peligrosas que la política no supo contener ni quiso verlo y eso dio lugar a que la gente tomara la decisión maximalista. Estaba en el aire esa sensación de desesperación de la gente que terminó eligiendo un extremo con el que no estoy de acuerdo».