María Dueñas: "Dios nos libre de un Nobel escrito con inteligencia artificial"
Después de grandes éxitos literarios, debuta como productora audiovisual
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Ser la mayor de siete hermanos da poco margen para la pereza o las excusas. Quizá por eso, María Dueñas (Puertollano, 1964) se aventuró con 45 años a aparcar la enseñanza de filología inglesa para bordar el bestseller «El tiempo entre costuras». Ahora, tras casi tres lustros, cinco libros, una serie adaptada a la televisión y otra en camino –de su novela «Sira»–, debuta como productora de «Los artistas; primeros trazos» para la plataforma ViX, que se ha estrenado en EE UU y México. Desde Cartagena, cuna de conquistadores, donde vive con su marido, Manuel Caballero –padre de sus hijos, Jaime y Bárbara, y catedrático de latín y griego–, Dueñas sigue reinventando su destino..
Para enamorarla, ¿hay que saber latín?
No necesariamente. Dicho lo cual, es una lástima que el latín esté en riesgo de extinción en nuestro sistema de enseñanza. Así que, cualquiera que se me acerque defendiendo las lenguas clásicas y las humanidades, tiene muchas papeletas para cautivarme.
Les prepara tortilla de patatas a los americanos. ¿Ejerce de española por el mundo?
No soy muy de proclamar a los cuatro vientos las glorias de España; suelo tener una mirada bastante más crítica. Aun así, mis libros transmiten en cierta forma nuestra identidad y visión del mundo, y con ellos hago muchas promociones internacionales, participo a menudo en ferias, congresos y otros foros extranjeros, visito las sedes del Instituto Cervantes de medio planeta… O sea que, en ese sentido, quizá sí podría decirse que algo ejerzo por vía de la literatura.
Dice que escribe para seducir y lo ha conseguido con más de 10 millones de ventas. ¿De verdad algunos lectores le piden más sexo en sus novelas?
Alguna lectora, de vez en cuando… Y no es lo único: a veces me ofrecen sus historias familiares para que escriba sobre ellas, o me proponen que dé más cancha a este o aquel personaje, o me sorprenden con un final alternativo.
Qué soporta cada vez peor, ¿las faltas de ortografía, de educación o de empatía?
Las tres cuestiones me repatean considerablemente.
Acaba de estrenarse una serie producida por usted en Estados Unidos y México, «Los artistas: primeros trazos». ¿Triunfar al otro lado del charco o que sus obras se lean en los colegios?
Por fortuna, no son excluyentes. Tengo la inmensa suerte de contar en las Américas con muchos lectores y con grandes empresas audiovisuales que confían en mi capacidad creativa. Pero también me ilusiona que mis textos se trabajen en las clases de literatura de nuestros colegios e institutos, que se escriban tesis doctorales sobre mis libros, que se dé mi nombre a bibliotecas escolares, o que mis novelas se incluyan en planes de enseñanza extranjeros como el Bachibac en Francia. Me dediqué al mundo académico durante muchos años, y esta acogida me resulta muy gratificante.
Una celebridad a la que se llevaría este verano a Tánger, su refugio...
¿Una celebridad? Ni loca. Tánger —también Tetuán— no necesitan celebridades ni prescriptores ni influencers, ni nadie que venga a promocionarlos.
¿Qué le hace perder la templanza?
La desconsideración, en todos los órdenes.
El lenguaje inclusivo es…
Algo razonable y conveniente, excepto cuando sacamos los pies del tiesto.
Como filóloga y profesora. ¿A favor o en contra de la enseñanza bilingüe que tantas pasiones levanta?
A favor de todo lo que sea sumar, siempre que se haga con rigor, profesionalidad y coherencia.
¿Llegaremos a ver una novela escrita por inteligencia artificial llevándose el Nobel?
Dios nos libre.
El tiempo pasado nunca fue mejor, salvo cuando…
Cuando aún teníamos cerca de nosotros a seres queridos que ya nos dejaron.
En 2024 cumple 60. ¿Qué o quién le gustaría que saliera de la tarta?
Aún falta un año; no me ponga las tripas negras antes de tiempo…