José Ángel Mañas: «Me siento muy español. Eso se agudizó con la crisis del procés»
Alejado de la estética y los temas con los que se dio a conocer, presenta la novela histórica «Berenguela»
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Su «Historias del Kronen», finalista del premio Nadal en 1994 y novela de culto, lo metió de un violento empujón en el mundo de la literatura, en el que entró como un terrorista de la palabra, desafiando las formas expresivas del momento y aportando una voz distinta. Pero desde hace años su discurso narrativo es otro. Con «Berenguela», a la que precedieron «¡Pelayo!» y «¡Fernán González!», cierra una trilogía sobre la Reconquista.
¿Por qué lo sedujo tanto la Reconquista como materia novelable?
Es el momento clave para entender la identidad española. Lo que nos diferencia idiomáticamente del italiano es que este proviene casi exclusivamente del latín, mientras que el español tiene un 30 % de vocablos de origen árabe. Y el debate historiográfico español más importante se centra en este periodo. Sánchez Albornoz defendía que la nación española era algo que preexistía a la ocupación árabe y que subsistía después, por lo que la arabización de España fue superficial. Y Américo Castro sostenía que solo se puede hablar de España cuando se juntan las tres culturas, y cuando se expulsa a dos de esos tres elementos empieza la decadencia.
Eligió a Berenguela tras reunirse con su editora y concluir que, puesto que las dos primeras novelas de esta trilogía las protagonizaron hombres, ahora le tocaba a una mujer. ¿Aplicar el principio de paridad a la ficción es rentable? Berenguela no es tan potente como don Pelayo y Fernán González.
De entrada no, y reconozco que abordé el personaje con un prejuicio. Pero me pareció un reto buscar una óptica femenina. Pensaba que me iba a encontrar con una figura secundaria, pero me topé con una apisonadora criada para gobernar. La auténtica protagonista de la unión entre León y Castilla.
¿Encierra esta trilogía una reivindicación españolista? Ahora que sentirse español es estar bajo sospecha, ¿usted, madrileño, se siente orgulloso de serlo?
Me siento muy español. Esa conciencia se agudizó con la crisis del procés. Hasta entonces, jamás había visto banderas españolas en Madrid. No hablo de las oficiales, sino de las que la gente empezó a colgar de los balcones de sus casas. No hay nada más contagioso que el nacionalismo, y el procés suscitó una reacción españolista muy fuerte de la que, como tantos otros, me contagié.
Estas novelas suponen una drástica ruptura con las que se dio a conocer, en donde se rebeló contra las fórmulas narrativas convencionales y buscó nuevos cauces expresivos. Quiso llevarse el punk a la literatura, algo loable. ¿Abandonó esa senda por falta de fe, porque sintió que esa fuente se agotó o por una cuestión de «madurez»?
Necesitaba crecer como novelista; explorar otros géneros y universos. Más que falta de fe, hubo agotamiento y miedo a repetirme. Se me conoció por novelas ultrarrealistas, pero esa veta se agotó y tuve que reinventarme. Podría haber escrito 30 novelas como «Kronen», pero me impuse nuevos retos.
¿Abandonar un estilo audaz para instalarse en un modo narrativo al uso ha podido desconcertar a sus lectores y perjudicarle?
Puede ser, y no los culpo. Pero en la vida hay que asumir riesgos. No me apetecía encasillarme.
¿Cuánto ha influido la cuestión alimenticia? ¿Vivir de la literatura exigía esa «renovación» filosófica y estilística?
Es un tercer elemento de la ecuación, sí. Al cabo de 30 años de carrera uno aprende a discernir las necesidades del mercado. Me gusta discutir con los editores las ideas que voy teniendo, algo que en los primeros años no hice jamás.
¿Es mejor escritor este Mañas que el de «Historias del Kronen» o «La pella»?
Sí. Pero una primera novela como «Historias del Kronen» tiene algo, a nivel de autenticidad y de intensidad de la vivencia, que las novelas últimas posiblemente no tengan.
¿A veces piensa que da igual lo que escriba porque para público y medios siempre será el autor de esa novela?
Sí, y es un poco deprimente. Pertenezco a esa raza de artistas que triunfaron con sus óperas primas y serán recordados por ellas. Ese éxito tan temprano resultó traumático. No estaba preparado y cometí un montón de torpezas. Pero le estoy profundamente agradecido: «Historias del Kronen» me ha permitido vivir de la literatura.
¿Cuándo acabaron los excesos autobiográficos que reflejó en sus primeros títulos? ¿La paternidad supuso un antes y un después?
Jajaja, supongo que sí. Con 29 años tuve mi primer hijo, y eso marcó un antes y un después. Y luego fue la exigencia del propio trabajo. Me gustaron mucho las drogas, pero me di cuenta de que emborrachan y no alimentan.