Kiti Mánver: "Hablar de sexo sigue siendo tabú"
“Mamacruz” es la última reinvención de la experimentada anti-diva de nuestras tablas, un tratado sobre el deseo sexual en la tercera edad
Valladolid Creada:
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Antes siquiera de que la película fuera sin pecado concebida, la directora venezolana Patricia Ortega se acercó al productor Olmo Figueredo para explicarle que buscaba una actriz mayor a la que no se le cayeran los anillos, “que no fuera una diva”. “Me dijeron que se trataba de un guion sobre el sexo en la tercera edad. Así es como llegaron a mí, pero realmente no sabría ser una diva. Hay que tener mucha dedicación y el ego intacto. Yo solo tengo de lo primero”, explica Kiti Mánver a LA RAZÓN, acaso la respuesta a todas las plegarias de Ortega y la protagonista absoluta de la excitante “Mamacruz”, que se estrena mañana en cines tras triunfar en el prestigioso Festival de Sundance y pasar por la Seminci de Valladolid. “Teníamos que contar una historia sobre la sexualidad en la vejez que iba a ser incómoda por momentos, iba a exigir desnudos y sinceridad. No podíamos tener a alguien que no estuviera dispuesto a ensuciarse”, añade la directora.
En la película, una exploración sobre el deseo femenino más arrugado, pero también el más tierno y reprimido, Mánver se desnuda (literal y metafóricamente) para dar vida a una jubilada, costurera, madre y abuela sevillana a la que casi se le ha olvidado ser mujer. “No me daba miedo ni pudor el sexo, ni me asustaba lo de enlazarlo con la religión, lo que me daba más pudor era el universo faja. El reflejar la frustración de esa mujer por la decadencia de su cuerpo y cómo avanza día a día. La faja es el anti-sexo, pero es la excusa también para hablar de las costuras que va rompiendo este personaje”, apunta elocuente Mánver, soliviantada en principio porque su directora la conociera solo como una ex-chica Almodóvar: “¡Cómo que ex! No me jodas. Todavía tenemos tiempo”, bromea la intérprete.
Articulada como un drama, tanto desde el punto de vista estético como el narrativo, aunque dejándose poseer por un ritmo de comedia amable que huye del morbo y de la ridiculización, “Mamacruz” nos cuenta la historia de una anciana que, desvistiendo una figura de Cristo, vuelve a reconectarse con el deseo sexual. No se trata de ser sacrílegos, puesto que a la película le interesa más la iconografía que la subversión, si no que lo importante es la aquiescencia: ¿Podemos ignorar sine die nuestros instintos? “Estaba obsesionada con no caricaturizar al personaje. El sexo, por la razón que sea, nos da risa. Por eso, todo lo sexual en la película tenía que estar muy bien planteado, de manera muy sutil. No quería que nadie se riera de ella, sino que los espectadores se pudieran ver reflejados en su frustración”, añade Ortega.
"Nadie quiere imaginarse a su madre masturbándose, lo sé, pero ocurre. Y hay que hacer más películas, contar más historias no sobre eso, si no sobre lo que significa eso"Kiti Mánver
Ignorada por su ignavo marido, el personaje de Mánver decide apuntarse a un taller de masturbación, donde conocerá a su pequeño grupo de apoyo: una mujer con cáncer, una muy activa sexualmente y otra más pacata serán sus espejos deformes, sus arquetipos sobre los que buscar una propia identidad íntima. Y eso, y nada más (para bien y para mal) es “Mamacruz”, un delicado tratado sobre la extinción del sexo en el otoño de la vida. “Soy muy sobreactuada, así que aquí me he dejado llevar para la contención. No quería histrionismo, quería darle vida a esta mujer paciente, decidida y oprimida”, apunta Mánver, sobre un papel que bien la podría llevar a su tercera nominación al Goya, y que aquí llena el ojo en cada preciosista plano, llenos de sugerencias y alérgicos a lo explícito.
“Hablar del sexo sigue siendo un tabú. Así que hacerlo sigue siendo un acto político, más cuando hablamos del sexo de la gente mayor. Nadie quiere imaginarse a su madre masturbándose, lo sé, pero ocurre. Y hay que hacer más películas, contar más historias no sobre eso, si no sobre lo que significa eso”, se despide la actriz, henchida de orgullo.