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Joan Manuel Serrat: «La contaminación humana ha convertido el Mediterráneo en un sarcófago»

El cantante, que el viernes participará con unas palabras en la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, explica su reticencia a grabar discos y afirma que «dejar los escenarios no supone dejar de ser artista, de escribir o de componer ni, tampoco, dejar de cantar»

Oviedo Creada:

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Tomar una decisión conlleva un compromiso posterior: mantenerla. La peor parte, sin duda, porque el hombre suele ser de conducta variable y antojadiza. Joan Manuel Serrat conoce bien esa seducción y, de vez en cuando, debe luchar para no retractarse de su despedida de los escenarios en diciembre de 2022. «Sí, por supuesto que he tenido la tentación de volver a ellos. La combato mal, pero luego reflexiono y me digo: "Lo que no puede ser, no puede ser"».
Este músico, Joan Manuel Serrat, con influencias de Lorca, Alberti y León Felipe, que reivindicó a Miguel Hernández y cantó a Antonio Machado, y cuyo nombre ya trasciende al propio hombre que es él y que ha pasado a simbolizar para muchos, para el público, vamos, un estilo y también la nostalgia de toda una época, se revela como una persona de una enorme sencillez, cortado por el patrón de una cálida cercanía. «¿La posteridad? No me importa, porque no me voy a enterar de nada», espeta con ironía y un encogimiento de hombros antes de explicar que ahora «tengo libertad» y que «sigo escribiendo y componiendo, aunque no con la misma intensidad que cuando tenía una relación directa con el escenario, cuando la música y las canciones estaban preparabas a tiempo para las giras. En este instante, atravieso una etapa mucha más tranquila».
Serrat, Premio Princesa de Asturias de las Artes, admite en Oviedo, donde ha venido a recoger el próximo viernes el galardón reservado a las Artes, que ha dejado los escenarios, pero eso no implica «dejar de escribir más música. Ahora lo hago para encontrarme a mí, aprovechar el tiempo y hacer alguna cosas que quería y otras que la vida me va descubriendo. Dejar los escenarios no supone dejar de ser artista, de escribir o de componer ni, tampoco, dejar de cantar. Pero sí que da otro tiempo a las cosas. Ahora escribo cuando me apetece, cuando el cuerpo me lo pide. Apetecer, me apetece constantemente, pero solo lo hago cuando el cuerpo quiere. Y hay que hacer caso al cuerpo».
«La música popular que tiene hoy mayor difusión es aquella donde el ritmo ha ganado la batalla a la melodía»Joan Manuel Serrat
Serrat, que ha sido un músico combativo, que dio la cara durante los años más agraces de este país, recupera un tono más desenvuelto y sus palabras se tornan más claras cuando se le pregunta por la publicación de un nuevo álbum: «¿Pretendo reunir estas canciones en un disco...? Yo diría que los discos ya ni existen. La industria discográfica, como la he conocido en los últimos años ha ido desapareciendo y se ha ido sustituyendo por otra cosa, como plataformas. La difusión de canciones, sobre todo las de este tipo de música, la que yo hago, no está presente en los medios de difusión que he conocido. Ni en la radio ni la televisión, donde ahora priman otro tipo de músicas y que están a su vez primadas también por otros intereses, los que manejan estas cosas, y por la demanda de una juventud que se implica en este tipo de música. Esto aclara por qué a mi grabar un disco no me hace demasiada ilusión. Quizá pueda pensar en hacerlo, pero sin duda no para hacer una pirueta histórica, sino para que la gente lo conozca».
Serrat, que reconoció la emoción que le despierta el sonido de las gaitas, pronunciará un discurso en la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias. Unas palabras de las que no avanza demasiado, pero que perfila a su manera: «He tratado de adaptarme al modelo de este galardón. Lo he redactado con cariño, dándole muchas vueltas, tratando de transmitir lo mejor posible el tiempo que nos toca vivir y el oficio que yo practico».
«Yo no soy enemigo del hip hop o de reguetón»Joan Manuel Serrat
Hombre prudente y de muchas prudencias, evita desvelar contenidos y, también, hacer augurios sobre el futuro que nos aguarda, aunque sí contempla ideas y también pareceres propios. «No creo que las redes sociales sean el futuro de nada. Ahí, en las redes sociales y los algoritmos, el individuo desaparece», comenta antes de asegurar: «Ignoro lo que el futuro va a deparar, porque los cambios que se están produciendo en la comunicación son enormes. Todo dependerá por lo que apueste la industria de la música. Y de la rentabilidad. Pero sin duda la música popular que tiene hoy mayor difusión es aquella donde el ritmo ha ganado la batalla a la melodía. Dicho esto, le aseguro que yo no soy enemigo del hip hop o de reguetón, porque son el resultado de unas formas nuevas dentro de las cuales hay de todo. No se puede meter todo en un mismo barril. Si uno mira ahí dentro, descubrirá que hay muchas cosas interesantes y otras que resultan banales. Todo está mezclado, pero todo esto se irá resituando».
Los músicos son hijo de sus hits, de sus éxitos, y Joan Manuel Serrat tiene unos cuantos a su espalda. Pero hay uno que sobresale, que es intergeneracional y que todos reconocen: «Mediterráneo». Más que una canción, toda una lírica, sobre la que ahora, con ese mar teñido de conflictos y riñas, reflexiona él mismo: «Esta canción todavía está vigente para mí. No la cambiaría hoy si pretendiera contar lo que quería contar en ese momento, que es el aspecto lúdico y sensual, casi infantil, diría, de mi relación con el Mediterráneo. Sí es una canción válida en ese sentido, pero es una canción que hay que tomar, no como retrato del Mediterráneo, sino de una ensoñación sobre el Mediterráneo».
Serrat es consciente de las encrucijadas que se dirimen en sus aguas y apostilla con un tono de amargura: «El Mediterráneo en este momento es un mar especialmente contaminado porque al estar cerrado, la contaminación se multiplica y con el turismo... Hoy es el paraíso de los plásticos y lleva consigo una enorme degradación del medio ambiente por los materiales que van quedando en él, como las colillas, y los ríos, que desembocan contaminados en sus orillas. La contaminación humana convierte este mar de culturas en un sarcófago inmenso donde hoy depositan el sueño miles de personas que pierden la vida en sus aguas. Pero a pesar de esta tragedia, no voy a dejar de amarlo. Ahí es donde pasé mi niñez y donde crecieron mis sueños y mis amores. Sigo teniendo una relación franca, dolorosa y llena de amor por ese territorio en el que me siento totalmente identificado».