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La única columna de la Mezquita de Córdoba que está protegida

Una de las leyendas más populares de Córdoba cuenta la historia de una columna con propiedades mágicas
La Mezquita de Córdoba
La Mezquita de Córdoba
  • Camilo Carmona Moreno (Pereira, 2000) es un estudiante del doble grado de Lengua y Literatura Española y Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos. Su amor por los deportes le llevó iniciarse en el mundo del fútbol. Durante su período de formación tuvo la suerte de pasar por la sección de deportes de Telemadrid así como por la de Castilla-La Mancha Media denominada "La Cancha". Actualmente forma parte del equipo SEO de La Razón como becario.

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La Mezquita de Córdoba es uno de los principales emblemas de nuestro país. Se trata del monumento más importante de todo el Occidente islámico y uno de los más asombrosos del mundo. En su historia se resume la evolución completa del estilo omeya en España, además de los estilos góticos, renacentistas y barroco de la construcción cristiana.
La gran Mezquita consta de dos zonas diferenciadas, el patio o sahn porticado, donde se lavanta el alminar (bajo la torre renacentista), única intervención de Abd al-Rahman III, y la sala de oración o haram. El espacio interior se dispone sobre un concierto de columnas y arcadas bicolores de gran efecto cromático. Cinco son las zonas en las que se divide el recinto, correspondiendo cada una de ellas a las distintas ampliaciones llevadas a cabo.

La columna del infierno

La mezquita cuenta con unas 1.3000 columnas que dan forma al monumento más representativo de la ciudad. De todas estas columnas hay una que adopta un valor especial y destaca por la leyenda que atesora.
Se dice que esta columna fue tallada y traída por el mismísimo diablo, además está ligeramente inclinada y su aspecto es muy desgastado. Tiene un particular olor a azufre hoy en día cuenta con una protección que hace que no se pueda apreciar su olor.
La leyenda cuenta que fue tallada en las profundidades del infierno, de ahí su olor a azufre tan característico que desprende y que ha sido mitigado con la campana. Antiguamente todo aquel que pasaba junto a ella raspaba con una moneda la columna, de ahí los trazos que tiene.
Pero en realidad, su olor característico tiene una explicación científica, y es que antiguamente cada visitante que pasaba por ahí hacía un camino con su moneda (reales o pesetas), de ahí viene el olor.  Muchos vecinos a lo largo de la historia han recomendado no quedarse mucho cerca de la columna, pues se rumorea que si lo haces puedes escuchar voces del más allá.
La columna del cautivo. Se dice que un joven cristiano que trabajaba en las huertas se enamoró de una mujer árabe que solía comprarle flores y frutas. Le pidió que se casase con él y ella le prometió convertirse al cristianismo y cumplir su petición. Sin embargo, la noche de antes de bautizarse unos soldados la mataron y tiraron su cuerpo al río. Al joven lo capturaron y lo ataron a una de las columnas de la Mezquita, expuesto a todo el mundo.
Ya en el siglo XVIII se puso en torno a la columna un pequeño retablo con un bajo relieve de un hombre de roldillas y una placa en la que consta: "Nuestros abuelos creían que si acercabas un mechero a la cara del cautivo, éste lloraba, y por eso el hombrecillo tiene el rostro prácticamente borrado".
Columna del cautivo de la Mezquita de Córdoba
Columna del cautivo de la Mezquita de Córdoba