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Gioconda Belli: «Las ideologías han avanzado en una dirección que no me gusta»

La escritora reflexiona sobre las consecuencias del compromiso y la militancia política en la familia, de manera especial, en los hijos, en «Un silencio lleno de murmullos»
La escritora Gioconda BelliGonzalo Pérez Mata PHOTOGRAPHERS

Madrid Creada:

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Su madre era pintora, amaba a Leonardo da Vinci y de esa admiración proviene su nombre: Gioconda. La autora atesora una historia de militancias y compromisos políticos que ha viajado de manera paralela a su vocación por la literatura. Un cruce que se ha ido imbricando hasta desembocar en esta novela, «Un silencio lleno de murmullos» (Seix Barral), que, aunque comenzó en su país natal es la primera que ha terminado en Madrid, donde ahora se ha asentado. Una narración que describe cómo una hija comienza a entender la causa que defendió su madre a partir de los recuerdos que ha dejado a su muerte. «La empecé en Nicaragua durante la pandemia y la retomé estando aquí. Aborda distintos conflictos. Uno es entre el sueño y la realidad, la pasión y la responsabilidad, con el pasado de alguien que resulta muy cercano, como es el caso de una madre, que no se tiene por qué conocer necesariamente. Conocer a las madres, desde el punto de vista de las hijas, es muy difícil. Como todas las madres, involucradas, tuve mis dudas y mis momentos de culpa. Pero los hijos aprenden a ver a una madre que le gusta lo que hace y que puede desarrollarse. Acaba siendo una experiencia positiva», comenta Gioconda Belli.
La autora se refiere al compromiso político. A esos padres y a esas madres que se vuelcan en la defensa de unas ideas y se ven obligados a dejar de lado a aquellas personas más cercanas a ellas. «Los hijos pagan las consecuencias, pero puede que no sean tan dramáticas como pensamos, porque son unas personas que poseen unas convicciones, defienden un compromiso social y eso tiene un aspecto positivo en quienes están a su alrededor. No son maleantes, ni ladrones, ni drogadictos. Existe algo edificante en la herencia de esas personas que han afrontado un peligro y se han alejado de los hijos por eso. Eso tiene una connotación: luchan por una vida mejor. La perspectiva la he vivido con mis propias hijas, porque ellas pasaron por algo semejante. Creo que es importante que se reconozca la contribución de los hijos en ese sentido y cómo es esa responsabilidad».
La autora ha perdido casa, país y nacionalidad por sus ideas políticas. Pero nada de eso merma su optimismo. «¿Por qué acaban en dictadura las revoluciones? Porque somos humanos y falibles y porque vivimos poco tiempo y la historia es larga y el tiempo que vivimos muy corto. Tengo fe en que en Nicaragua cambiarán las cosas más adelante, aunque yo no lo vea. Nada ha sido en vano. No creo en la absoluta desilusión», asegura. Pero, sí sostiene una mirada preocupante sobre los acontecimientos actuales. «El optimismo no va a impedir nada, es cierto, pero considero que es mejor mantener una visión positiva. Estamos pasando una crisis bien seria. A veces me pongo a pensar en cómo se sentiría la gente antes de la Segunda Guerra Mundial, aunque tengo la esperanza de que no exista una tercera guerra mundial, pero es verdad que hay un cambio profundo en el mundo. No dejo de ver con preocupación y tristeza que estén pasado estas cosas y que no podamos hacer nada. Estamos en un momento de impotencia. Es triste».
La escritora ha recuperado los libros que ha dejado atrás, «mis viejos amigos, aquello por lo que soy», y ahora se ha asentado de manera definitiva en Madrid. Nada de lo vivido le ha apartado de lo que es y todavía mantiene una fe inquebrantable en las luchas por los derechos. «Las ideologías han tenido su momento. No han dejado de existir, pero han tomado otros aspectos. Son más difíciles de reconocer. Hay un auge de la derecha. Es una ideología que combina autoritarismo y populismo. Es una mezcla. Las ideologías se están reconvirtiendo, tratando de encontrar partidarios... por eso hay unas izquierdas que no son reconocibles... ¿Cómo pueden seguir pensando así? Las ideologías tienen que evolucionar, porque ahora mismo están avanzando en una dirección que no me gusta. De todas maneras, creo que estamos en un momento del que va a salir algo nuevo. Necesitamos otros paradigmas para afrontar la realidad. Estamos en una época de tránsito, muy dura, y esperemos que vayamos a salir hacia adelante, aunque eso va a depender de nosotros».
Belli asegura, de hecho, que «la buena literatura sigue siendo revolucionaria. Debe seguir abordando los grandes temas y continuar cumpliendo con una función social». La escritora, de todas maneras, no esconde uno de los grandes temas contemporáneos y la preocupación que le suscita: «El problema actual es que existe una enorme indiferencia. Estamos más solos que antes. Estamos aislados y se ha extendido una sensación de impotencia».