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Crítica de "Priscilla": así es la María Antonieta del Memphis de los cincuenta de Sofía Coppola ★★★

Directora: Sofia Coppola. Guion: S. Coppola a partir de las memorias de Priscilla Presley. Intérpretes: Cailee Spaeny, Jacob Elordi, Emily Mitchell, Ari Cohen, R Austin Ball, Kamilla Kowal. Estados Unidos, 2023. Duración: 112 minutos. Biopic.
Un fotograma de "Priscilla"Imdb
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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¡Cuántas camas sin hacer hay en el cine de Sofia Coppola! Desde las habitaciones desordenadas de las hermanas Lisbon en «Las vírgenes suicidas» hasta las imágenes de su colaboración con la marca escocesa de cachemir Barrie, hay algo en la indolencia, en la condición efímera de una ensoñación que deja sus huellas en las sábanas de la vigilia, que empapa sus atmósferas. También hay camas sin hacer en «Priscilla», porque en las jaulas de oro el tiempo se suspende, y para qué volver a empezar.
Elvis siempre va a ser Elvis, y Priscilla siempre va a ser Priscilla: una menor atrapada en la cárcel del patriarcado que se pasea, como un fantasma, por el castillo de su idolatrado príncipe. En ese sentido, el filme no puede ser más consistente con las obsesiones de Coppola: es una María Antonieta en el Memphis de los cincuenta con la esperanza de librarse de ser decapitada. El problema de «Priscilla» es que es una película atrapada en sí misma.
¿Cuáles son sus cárceles? Por un lado, la del «biopic»: en el estilo lánguido de Coppola asoma a veces una pereza incapaz de trascender las convenciones de un género que apenas deja espacio para que su propuesta formal brille de una forma autónoma, se singularice como ocurría en sus mejores películas («Las vírgenes suicidas», «Lost in Translation»). Por otro, el punto de vista: si las protagonistas de su filmografía, solitarias e introvertidas, permanecen en un área tan difusa como sus deseos, también es cierto que a menudo dependen de la presencia de una figura masculina, literal o virtualmente paterna, que las hace reales. Por mucho que Elvis encarne la masculinidad tóxica, no nos queda muy claro, siempre en el nombre del amor, que Priscilla exista más allá de su sombra.
Lo mejor:
Su extraña atmósfera, entre la indolencia y el deseo de abrir ventanas, de que entre aire fresco en la jaula de oro.
Lo peor:
Es una película encarcelada en sus manierismos, más convencional de lo que le gustaría admitir.