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Teresa Gimpera, muere la chica de la tele y de la «gauche divine»

Además de cotizada modelo y actriz, fue parte de esa izquierda que Juan Marsé definió «presuntuosa, que se reunía para ligar, beber y conspirar»
Teresa GimperaLa Razón
  • Licenciada en Ciencias de lnformación (Periodismo), con estudios de Derecho y Psicología y máster en Neuropsicología. Desde 1990 hasta hoy he escrito en numerosos periódicos y revistas nacionales (Diario 16, Ya, El Mundo, El País, El Español, Tiempo, Época, Muy Interesante, Quo, Cosmpolitan…). Autora de varios libros (Los Secretos del Nombre, Grandes Enigmas de la Humanidad y Cómo triunfar en la cama).

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Teresa Gimpera, fallecida ayer a los 87 años, vivió en esa época en la que la felicidad olía a whisky. Hija de los perdedores de la Guerra Civil, se había casado muy joven, pero intuyó que la vida le deparaba un lugar particular. Fue la musa indiscutible de la «Gauche divine» catalana de los ochenta y noventa, formada por arquitectos como Orial Bohigas y Ricardo Bofill, periodistas como Maruja Torres, editores como Jorge Herralde, Esther Tusquets o Carlos Barral, y otras figuras de la intelectualidad como Beatriz de Moura, Salvador Pániker, Joan de Sagarra, Pere Garcès, Rosa Regàs, Ana María Moix, Pere Gimferrer, Vila-Matas o Juan Marsé. Eran años de ebullición intelectual y cada uno se labró su propia leyenda maldita. Barcelona era la ciudad de las editoriales y de la modernidad gracias a los aires que soplaban desde Francia, sin duda, más frescos. El fotógrafo Oriol Maspons (1928-2013), uno de sus integrantes destacados, le dio la estética. Fue, junto a su colega Leopoldo Pomés quien descubrió a la actriz y modelo y le dio su espacio en esa intelectualidad catalana y trasnochadora que burlaba la represión desde sus relajadas vidas burguesas. Hay dos momentos que marcan el arranque de este movimiento, y uno es la edición de la primera novela de Terenci Moix, «La torre del vicis capitals», en 1968. El otro, en febrero de 1967, es la apertura de Bocaccio, la discoteca donde estas divinidades encontraron su templo y la que les dio autenticidad, más allá de imitaciones de lo que hacían otros en París, Milán, Londres o Nueva York.
La salida del mítico Bocaccio, a finales de los 60larazon
En «Noches de Bocaccio», Juan Marsé se ríe de sí mismo y de esa izquierda presuntuosa que se reunía para ligar, beber y conspirar: «Una fantasmal y noctámbula inclinación al reencuentro, una manera de beber, un guiño de la inteligencia en horas de relajo».
Caballero Bonald los describió como cultos, esnobs, inteligentes, hedonistas, demócratas y frívolos. En 2016, el cineasta catalán Ventura Pons retrató el movimiento en un documental que tituló «Cola, Colita, Colassa. Oda a Barcelona». En él, la fotógrafa, llamada así por su padre, que le contó que había nacido debajo de una col, conversa en el jardín de su casa con nueve mujeres que marcaron la vida cultural de la ciudad y las que llama «viejas damas indignas». Entre ellas, Gimpera, la periodista Maruja Torres y la psiquiatra Rosa Sender. En su opinión, no tuvieron el reconocimiento que merecieron. Como dijo Regàs, fallecida recientemente, «este es un país de desagradecidos».
Teresa Gimpera y Colita, ayer, en el funeral de MasponsEfelarazon
Ellas nunca tuvieron la sensación de que aquello fuera un grupo. «Si la Gauche divine se caracterizó por algo fue porque todos nos poníamos ciegos todas las noches, pero al día siguiente estábamos trabajando. Cada cual sabría el resacón que arrastraba, pero a las nueve estaba todo el mundo en su despacho», contaron.
Teresa Gimpera, en un anuncio de una nevera, encarnaba el estereotipo de la mujer dedicada a la casalarazon
Fue una de las actrices y modelos publicitarias más atractivas y fotogénicas de España, tanto en revistas como en televisión, hasta el punto de ser conocida como «la chica de la tele». En 1969 ganó los títulos de «Lady España» y «Lady Europa» y llegó a montar su escuela de modelos.