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José Sacristán: “No creo en Dios, ni me gusta la idea que de él desprenden sus emisarios”

A sus 85 años, la leyenda del cine español se ajusta el clériman y aprende a arrojar agua bendita para meterse en la piel del Padre Olmedo en “13 exorcismos”, la ópera prima de Jacobo Martínez que se estrena este viernes
caterina barjau

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Espera inquieto en la barra del restaurante Caluana sin saber con certeza si seremos o no la última entrevista de la mañana, el equipo de la promoción revolotea por las estancias de la primera planta entre cervezas, flashes y alfombras, aumenta el ruido, las llamadas, las prisas, las conversaciones y la agitación, pero al subir las escaleras y arrinconar la algarabía, nada más saludarnos y sentarnos en un rincón frente a frente, todo parece ordenarse. La atmósfera, de repente, se ralentiza. José Sacristán inunda la sala con su cavernosa y mesiánica voz de hombre legítimo creando una burbuja invisible de seguridad a nuestro alrededor y los agentes se colocan en el sitio correspondiente, pero siempre desde la horizontalidad: nosotros en el lugar de la escucha y él en el de la reflexión y la viveza de la respuesta.
Con una dignidad de eterno jugador instalada en la piel de alguien que ha conseguido alcanzar los 85 años sin que la edad pese ni importe, el de Chinchón acaba de participar en “13 exorcismos”, bautizo cinematográfico de Jacobo Martínez y respaldado por el equipo creativo de “Malasaña 32″ que se estrena este viernes en el que da vida al Padre Olmedo, un sacerdote –uno de los 15 que actualmente existen en España– autorizado para llevar a cabo el exorcismo de una joven de provincias absorbida por las opresivas convicciones religiosas de su familia. Inspirado libremente en la figura real del sacerdote Jesús Hernández Sahagún, el único exorcista vallisoletano de Castilla y León y uno de los pocos vigentes en territorio nacional que estuvo imputado por el caso de la adolescente burgalesa que fue sometida a 13 exorcismos en el Convento de las Salesas tras la denuncia de los propios familiares de la joven, el personaje de Sacristán, ataviado con su correspondiente clériman y el repiqueteo de los crucifijos y las botellas de agua bendita, funciona de manera eficaz como una suerte de Karras patrio dentro de la maquinaria audiovisual del género de terror y demuestra una vez más que puede defender estoico todo lo que le echen. Incluso aunque sean las babas del mismísimo Diablo.
¿Cómo definiría su relación con Dios?
No creo en Dios ni me gusta la idea que de él desprenden sus emisarios. Es más, yo tengo la sospecha de que Dios no existe, pero si existe, desde luego no tiene perdón de Dios. Quiero decir, no solamente no creo, sino que todo lo que los demás se encargan de decirme acerca de él, no me gusta. Cada hechicero de cada tribu lo único que consigue es que yo aborrezca a todos y cada uno de sus dioses. No te digo ya la tribu de los Manitu, los Alá y demás… no creo en ninguno de ellos e incluso no me caen bien.
¿Y con la Iglesia como institución?
Pues te diría que tres cuartos de lo mismo. Conocí de hecho en Buenos Aires a Gerónimo Podestá, un obispo que se casó y también tuve el gusto de conocer a su mujer y a sus hijos. Era muy buen hombre. Y he conocido a algunos sacerdotes, a algunos amigos, que bueno, no están mal. Pero en general te diré que no me gusta nada la Iglesia como institución, nada de lo que significa.
Cuando le dieron el Premio Nacional de Cine el pasado año en San Sebastián, reconoció que llevaba toda su vida jugando. ¿Cómo ha sido el juego de meterse en esta ocasión en la piel del Padre Olmedo?
Pues ha sido un juego más. Lo digo a veces como ejemplo, si me encargan Edipo, no tendría que acostarme con mi madre y matar a mi padre para poder hacerlo ¿no? Pues en este caso pasa un poco eso: no creo nada en Dios, pero no he tenido inconveniente en hacer de este personaje que cree firmemente que esta criatura está poseída por el demonio y lo que tiene que hacer es sacárselo. A partir del texto y las conversaciones que tuve con Jacobo a propósito de cómo enfrentar esta película primero, desde lo que implica una película de género (con sus trucos, sus efectos y su particular magia) y segundo, desde la base inspirada en hechos reales y la consiguiente crónica de un tiempo en el que unos personajes concretos entienden la religiosidad y sus consecuencias de una forma muy estricta. Pero ya te digo que no hubo problemas con el juego.
Al tratarse de un terreno tan sumamente acotado y desconocido, este de los sacerdotes que gracias al permiso del Vaticano pueden llevar a cabo exorcismos en España, ¿cuál ha sido el grado de importancia que ha adquirido el proceso de investigación?
Tuvimos un asesor. No había que profundizar mucho, no te creas, no hubo muchos pormenores en este sentido. Vino alguien a explicarnos un poco el manejo del rito, de la ceremonia a propósito de la mezcla del agua con la sal y de la utilización de la Biblia, el crucifijo, las velas y estas cosas. Nos puso en contexto. ¿Sabes qué ocurre también? Que, respetando mucho a la gente que cree en estas cosas, yo tampoco iba a curiosear después con demasiada profundidad en un tema en el que no creo. Los datos que me resultaron útiles los pedí y puse en práctica para el papel, por supuesto, pero luego no ahondé más allá de eso.
Con independencia de que no crea en nada relacionado con Dios o con la Iglesia, ¿le genera cierto respeto el esoterismo, todo aquello que está relacionado con cosas para las que no somos capaces de encontrar una explicación estrictamente científica?
No (asegura mientras toca la mesa con fuerza varias veces, denotando su creencia en lo tangible, en aquello que no solamente vemos, sino que podemos tocar). Yo soy por aspiración Don Quijote, pero sin Sancho no doy ningún paso. Entonces para mí lo natural, lo inmediato, lo que se supone que conozco, no se me ha agotado en absoluto. Tengo una curiosidad rabiosa todavía por conocer la naturaleza de esta mesa en la que estamos, de dónde viene esta madera. Dicho esto, me encanta el cine de terror y me encanta la ciencia ficción como elementos de una manifestación del ser humano. O sea, soy un loco de Ionesco, de Poe especialmente, de Becket, de Adamov, de Bradbury, de Stephen King, de Darío Argento ¡y hasta de Paul Naschy! Pero admiro la obra de unos hombres y unas mujeres que utilizan unos materiales o unos elementos dramáticos concretos, pero como Beethoven utilizaba unas notas o Van Gogh unos colores ¿no? Me parece fascinante todo esto de las apariciones, cuando sale el muerto de repente…
¿Recuerda haber vivido alguna situación que pueda catalogarse como paranormal?
Ha habido acontecimientos donde la explicación, la lógica, podía escaparse en un principio, sí, sí. Pero no me ha inquietado demasiado. Lo típico que dices “joder, y esto por qué está ahí si yo recuerdo haberlo dejado en tal otro sitio…” Bueno, lo pienso unos segundos y lo deshecho como pensamiento válido. Enseguida me doy cuenta de que tengo cosas más importantes que hacer.
¿Hay algún político que en estos momentos esté necesitado de un buen exorcismo?
(Risas) No, no, no perdamos el tiempo con exorcismos. No es el demonio quien ocupa espacio, por desgracia son otros agentes los que joden la sociedad. Con nombres y apellidos se sabe quién coño jode la cuestión en estos momentos. El que extorsiona, el del odio, el de la mala leche, el de la bomba, el del tanque… sabemos todos quiénes son. No se trata de exorcizar sino todo lo contrario, se trata de apelar a la ciencia, de evitar que el pueblo italiano elija a Meloni como primera ministra, se trata de evitar el esperpento político que está ocurriendo en Inglaterra y se trata de evitar que Vox llegue al poder. Y a renglón seguido te digo: y se trata también de poder decirle a la izquierda que espabile y que no pierda el tiempo en medios días habiendo días enteros. Confío en que esta mujer, Yolanda (Díaz), tenga la habilidad de poder catapultar una izquierda en condiciones en nuestro país porque mucho de lo que está pasando en el advenimiento de estos populismos de extrema derecha tiene que ver con el despiste de la izquierda, con la capacidad que tiene de perder el tiempo en la impaciencia de los malos aprendices.
¿Dan más miedo los vivos o los muertos?
Joder los vivos, los muertos ninguno. Los necios. El necio mata.
Nunca ha tenido ningún tipo de reparo a la hora de significarse ideológicamente de manera pública y hace unos minutos destacaba la capacidad de perder el tiempo que manifiesta la izquierda a veces. ¿Cómo ve esta nueva fragmentación dentro del Gobierno por el asunto de la Ley Trans?
La verdad es que no tengo los datos suficientes, sería temerario por mi parte decantarme. Tengo amigos y amigas en uno y otro territorio, he tenido muchas conversaciones con unos y otros y no he llegado a una conclusión firme si te digo la verdad. Creo que hay unas subjetividades importantes en este asunto que yo no alcanzo a comprender del todo. Por ejemplo, con el caso del nacionalismo no tengo dudas. También tengo amigos en un lado y en otro y ahí sí te puedo decir rotundo que entiendo mucho más y estoy mucho más de acuerdo con la actitud del no nacionalista.
En “13 exorcismos” vemos cómo la familia de Laura tiene una visión radicalmente dogmática y maniquea de lo que significa el mal, de lo que conlleva el bien, pero también del pecado como concepto. ¿Qué “pecados” diría Sacristán que se ha arrepentido de no haber cometido?
Un hombre o una mujer atenta contra la seguridad de otro hombre o de otra mujer, le ofende, le hace daño, le agrede de alguna manera, pero no creo la idea del pecado porque ya sabes que no creo en Dios. Entre otras cosas porque a mí me educaron unos salesianos que me obligaban a cantar aquello de “antes morir que pecar”, como decía Domingo Savio. Pues menuda gilipollez ¿no? Lo que le ocurre a la madre de Laura en este caso, que es la más extrema, es un problema de educación. El hechicero de la tribu ocupa el lugar del maestro de escuela y cuando eso ocurre la información que se transmite es esa: la culpa, el pecado, la penitencia, el valle de lágrimas y su puta madre.
Con la extrema lucidez de los 85, ¿en qué casilla del juego estamos ahora mismo?
Hombre si te digo en la casilla de salida sería una temeridad, pero desde luego no en la de llegada, no. Sigo apostando. Llegué de Tarifa ayer, me voy mañana a Albacete a hacer “Señora de rojo sobre fondo gris”, tengo una propuesta reciente para hacer una serie de televisión. Aunque es verdad que el cine y la televisión exigen mucho tiempo y yo ya no dispongo de tanto, se invierten muchas horas en estos dos formatos. En el teatro siento que todo va más a tiro hecho, puedo elegir y todo va suave. Pero estoy en el camino querida, machadianamente hablando se hace camino al andar ¿no? Pues ahí estoy, haciendo camino.