Misterio
Belchite, el “pueblo maldito” al que sólo se puede acceder con permiso
La localidad zaragozana quedó en ruinas tras la Guerra Civil y dicen que en sus calles todavía se pueden escuchar los gritos de los caídos en la batalla
Entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937, Belchite se convirtió en un objetivo estratégico de las fuerzas Republicanas como paso previo para el asalto de Zaragoza. El objetivo parecía sencillo pero se prolongó más de lo previsto. En esos 14 días de intensa batalla cayeron más de 5.000 personas y el pueblo fue arrasado. Comenzó en las afueras y acabó casa a casa. Cerca de la mitad de los 3.100 habitantes murieron en la contienda.
La guerra acabó con siglos de historia de un pueblo que fue arrasado. No se reconstruyó, se levantó el Pueblo Nuevo junto a la villa histórica. Las calles quedaron desiertas. Sólo algunos perros se atreven a pasear por las ruinas, rodeadas de maleza y con los signos de la batalla marcados en los muros de las pocas estructuras que quedaron en pie. En uno de ellos se puede leer un pequeño letrero que dice “pueblo viejo, ruinas históricas”. En la puerta de la Iglesia de San Martín hay un grafiti que recuerda tiempos mejores: “Pueblo viejo de Belchite, ya no te rondan los zagales. Ya no se oirán las jotas que cantaban nuestros padres”.
Belchite se convirtió en un museo al aire libre del horror que supuso la Guerra Civil española, en la que murieron 300.000 personas y dejó una herida abierta que a día de hoy muchos se empeñan en que no cicatrice. Muchos vecinos creen que lo ocurrido en aquella batalla sigue presente en sus calles porque se producen fenómenos paranormales. Algunos defienden que se escuchan los gritos de los caídos, otros dicen que el Conde de Belchite vaga por sus calles porque fue sacado de su tumba y no logró encontrar un lugar donde descansar.
El periodista e investigador Carlos Bogdanich decidió comprobar si lo que decían los vecinos tenía algún sentido y acudió a Belchite en una fría noche de octubre de 1986 con el equipo del programa de televisión “Cuarta Dimensión”. Bogdanich afirmó durante la madrugada sintieron cómo una fuerza los atrajo y controló por unas horas. Se movían como si alguien les guiara, no eran conscientes de lo que hacían. De hecho, Bogdanich confesaría después que “ascendimos por la Torre del Reloj. Se nos ocurrió subirnos hasta la parte más alta. Y, al día siguiente, cuando vimos lo que hicimos, no lo podíamos creer. Nos podíamos haber matado. Sin embargo, algo nos atrajo y nos llevó a hacer eso”.
Pero no vieron nada extraño. Pero cuando escucharon las cintas comprobaron que habían quedado registrados diferentes sonidos que eran fácilmente identificables con la guerra: aviones, bombas, tanques, disparos e, incluso, canciones militares. Estas grabaciones tuvieron una gran repercusión y dieron la vuelta al mundo.
La leyenda comenzaba a acrecentarse y no ha dejado de hacerlo hasta nuestros días. Otro ejemplo de estos sucesos paranormales se produjo durante el rodaje de la película «Las aventuras del Barón de Munchausen» de Terry Gillian (1989). Algunos miembros del equipo vieron a dos mujeres vestidas con trajes de época, que al acercarse a ellas desaparecieron de forma misteriosa.
Este ambiente fantasmal también inspiró a Guillermo del Toro, que rodó allí algunas tomas de “El laberinto del fauno” o a Albert Boadella, que hizo a su esperpéntico Franco volver a Belchite en su “Buen viaje, excelencia”.
Los visitantes del pueblo también han sentido en sus carnes situaciones extrañas. En la actualidad sólo se puede acceder a Belchite en alguna de las visitas diarias, previa reserva. Los curiosos pueden acceder al pueblo en cualquiera de los pases diarios (de lunes a viernes a las 12 y 16 horas y los fines de semana a las 10, 11, 12, 17 y 18 horas) y los más atrevidos pueden visitarlo de noche durante los fines de semana a las 22 horas.
Estas visitas no garantizan vivir experiencias paranormales, pero son muchos los turistas y curiosos los que cuentan que les han pasado cosas extrañas: Desde cambios bruscos de temperatura sin causa aparente a la sensación de que alguien les observa desde la oscuridad de las calles o desde las ventanas de las casas vacías. Es más, cuanto más tarde es y más avanza la noche, los fenómenos aumentan. Es como si con la llegada de la noche, la ciudad devastada cobrara vida.
Además, hay cuatro zonas donde la actividad paranormal percibida por los visitantes es más intensa: la Plaza de la Cruz, la fosa común, y las dos iglesias, lugares todos ellos donde fueron encontradas fosas comunes de la Guerra Civil, pero también de la pandemia de peste que afectó al municipio durante la Edad Media.
Historias reales o leyendas, lo cierto es que Belchite es una de las localidades de Zaragoza que más público atrae en los últimos años. Lo único cierto es que sus calles, fenómenos paranormales aparte, son un reflejo del horror, de una historia que no debe repetirse, una herida que sigue abierta sólo para recordar el sufrimiento de un pueblo que tuvo que reinventarse para seguir viviendo.
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