"Cardo" madura, mirando al cielo, hacia el relato ansioso
ATRESPlayer Premium estrena la temporada final de su serie revelación, creada por Claudia Costafreda y Ana Rujas
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Tenía que estar acercándose el reloj al mediodía. En la cafetería de Tabakalera, quizá el centro cultural más importante de San Sebastián, Ana Rujas y Claudia Costafreda compartían un café junto a su equipo, esperando el tren se lleva del País Vasco a los profesionales que acuden al festival más relevante de nuestro país. Allí acababan de presentar “Cardo”, una serie que venía avalada por Javier Calvo y Javier Ambrossi, los mismos “Javis” de “La llamada” y “Veneno”, pero que nos presentaba a dos creadoras hasta entonces desconocidas en el panorama audiovisual español. En los estantes de prensa de los quioscos –y en Internet-, las primeras críticas y reacciones a su proyecto: expresiones como “atrevimiento” y “relato generacional” se cruzaban con el “heavy metal” y la “valentía”. “No nos deja de sorprender todo lo que ha acarreado esta serie, porque no sabíamos cómo se iba a recibir, era un misterio. Y no sabemos, de hecho, qué va a pasar con la segunda temporada, que es también un misterio. Había mucho miedo y mucha responsabilidad, muchas expectativas. Todo este tren es una cosa arrolladora, y sigue ahí en marcha, a toda velocidad y no sabemos a dónde va”, explica Rujas a LA RAZÓN, apenas un año y medio después de aquel café y con “Cardo” estrenando hoy su segunda tanda de episodios en ATRESPlayer Premium.
“En esta temporada queríamos centrarnos en la dualidad entre el bien y el mal, el cielo y el infierno. Y en un primer momento íbamos a hacer hasta el tercer capítulo en blanco y negro, y luego a color, pero era demasiado arriesgado. Al final, vimos que en un solo capítulo podíamos llevar a cabo ese cambio. Formalmente hemos trabajado con los directores de foto evocando el cielo, el infierno y bajar al suelo, a la tierra, que es de lo que va esta temporada. Después de estar en el cielo y en el infierno, volver a lo normal”, explica meridiana Rujas, protagonista además de co-creadora de “Cardo”. A su lado, Costafreda hace explícitas las exigencias del ritmo endiablado de producción de la serie: “El reto era hacer una temporada diferente, que nos motivara. Porque además todo se dio muy rápido. Justo después de estrenar la primera temporada ya estábamos preparando la siguiente. El reto era motivarnos otra vez y no volver a contar lo mismo”, concreta.
¿Y qué contaba aquella primera temporada de la serie? “Cardo” nos presentaba a María, una joven modelo y actriz del Madrid más contemporáneo, ese que calienta en Lavapiés, lo deja todo en garitos de Malasaña y acaba en after-hours de dudosa reputación en cualquier punto de la ciudad. En una noche de excesos, alcohol y droga mediante, la protagonista se veía envuelta en un grave accidente del que resultaba responsable ante la justicia. Y es ahí, justo después de cumplir su pena en prisión, donde la segunda temporada nos devuelve junto a María, pero un poquito más lejos. Con más distancia. Como si la propia esencia de la serie hubiera mutado desde lo personalista hasta lo ambiental. “Cardo” madura, ya no es “El mundo de María”, sino “María en el mundo”.
Justo ahí, esa religión que anteriormente se concebía como un elemento folclórico más se vuelve eje utilitarista, en tiempo y forma, como terapia para no iniciados: “Aquí lo de la religión se hace más práctico, en el sentido en el que ella lo toma. En la primera temporada, ella (María) no lo tiene tan incorporado, y aquí está repitiendo frases de Santa Teresa, aferrándose como realmente al sentido religioso aprendido. No tanto a una fe interna, sino intentando que te llegue repitiéndola, diciéndola y con el libro de Santa Teresa entre las manos. Lo acercamos más y lo incorporamos más a la vida de María. Pero bueno, ya en la evolución de la serie se veía hacia dónde lleva esto. Está aferrada (a la religión) como antes estaba aferrada a la droga. Se aferra siempre a algo que la salve de alguna manera”, añade sincera Rujas.
Aunque sus creadoras rehúyan la etiqueta de la denuncia social, la madurez de la segunda temporada de la serie pasa también por la exposición del problema de drogodependencia en las cárceles, del tráfico y de la medicación masiva como única vía terapéutica posible: “De alguna forma, hemos puesto en la serie situaciones para que cada uno luego piense lo que quiera. Sí que es verdad que poner en el mismo saco las drogas legales y las ilegales nos parecía interesante para reflexionar”, explica Costafreda, justo antes de cerrar la puerta a una posible tercera temporada: “No, no. Hasta aquí hemos llegado con este proyecto. Ahora cada una está centrada en su propia carrera”.
Así, después de la experiencia “Cardo”, toca valorar el calado industrial de la misma. ¿Ha abierto la serie de Rujas y Costafreda el camino a producciones como “Autodefensa”, también creada por dos mujeres y también con una plataforma de “streaming” detrás? “Yo creo que tanto ATRESPlayer, como los Javis con Suma Content dieron un paso adelante ofreciéndonos este espacio para crear. Apostaron por esto, porque hasta el momento quizá no se había visto una serie tan libre, como tendrían que ser siempre. Si a partir de ahí hemos podido dar la oportunidad o hacer que alguien se fije en otras creadoras, ser una puerta… no lo sé. No sé siquiera cuál estaba de antes, o quizá ya la estaban preparando”, opina Rujas, antes de que se sume su compañera: “Si hemos podido abrir puertas a x proyectos, no tanto nosotras mismas como las propias productoras, bienvenido sea”. Y así, citándonos con una tanda de episodios mucho más madura, centrada en la ansiedad de María y en su fijación obsesiva, otra vez, como rasgo casi patológico, la serie vuelve a mostrarse como una de las apuestas más potentes de todo el panorama seriéfilo español.