Ana Blandiana: «La libertad hay que defenderla a todas horas o se degrada»
La escritora, Premio Princesa de Asturias de las Letras, asegura que «pocas cosas hay más subversivas que la poesía clandestina»
El nombre de Ana Blandiana es Otilia Valeria Coman. El pseudónimo fue un bautismo provisional, una evasión impuesta por los acontecimientos y que después se quedó, quizá porque le brindaba la oportunidad de sacar hacia adelante una identidad literaria. No se equivocó. La poeta arrastra consigo la mochila que dejan las experiencias personales, las vivencias de lo menudo o de las intimidades cercanas, y, por supuesto, todo ese equipaje que le he dejado la historia, porque ella pertenece a esos escritores que ha mirado de frente a su siglo y conoce la condición humana. Con esos materiales ha cuajado una obra de muchos quilates, que atesora abundantes aciertos y sensibilidades, algo que le ha merecido el Premio Princesa de Asturias de las Letras, que recibirá mañana.
Su padre fue encarcelado. Es hija de un «enemigo del pueblo». ¿Qué llegó antes a su vida: la poesía o la política?
La poesía, porque empecé a componer poemas muchos años antes de saber escribir y leer: con cuatro años. La fórmula «enemiga del pueblo» llegó después de publicar mi primer poema, cuando tenía 17 años. Mi padre estaba preso y por ese motivo firmé con un pseudónimo. Luego, las autoridades enviaron una circular a todas las publicaciones del país advirtiendo de que yo que era «enemiga del pueblo». En mi caso, probablemente, la poesía, más que una vocación, siempre fue un destino.
Su nombre es un pseudónimo. ¿Puede decirse que aquella Rumanía contribuyó a engendrar su «alter ego» como escritora?
Sí, completamente. Solo hoy añadiría un matiz: A la vez, yo también he albergado el ideal supremo de contribuir a crear otra Rumanía a través de ese pseudónimo. Un proverbio, muy extendido en muchas lenguas, asegura que aquello que no consigue destruirte, te hace más fuerte. Es normal que todos nosotros seamos la consecuencia de las condiciones en las que hemos vivido y, también, de la historia que hemos vivido.
«Las redes sociales son una escuela de vulgaridad y pueden potenciar una extrema violencia»Ana Blandiana
¿El poema se convierte así en una forma de resistencia?
Por supuesto. La poesía es una forma de resistencia. Creo que cuando la gente ve que la condición humana está en peligro, recurre a esa resistencia. La prueba de ello es que durante los años cincuenta y sesenta, en las cárceles de mi país se escribió mucha poesía. Y, entonces, el lápiz y el papel estaban prohibidos en las prisiones. La poesía defiende el amor y crea las condiciones para que el amor aparezca en un sentido: generar sensibilidad en los lectores y disponerlos al amor hacia el prójimo. La poesía es la forma suprema de la expresión humana. Una fuerza que tiene en el alma una intensidad semejante a la que tiene la fe. De hecho, muchos poemas se parecen a las oraciones religiosas, sin ser oraciones. A diferencia de los líderes políticos democráticos, que permanecen indiferentes ante la poesía, los dictadores sí que tienen miedo a la poesía. No tanto a la poesía en sí como a la posteridad conferida por los poetas.
Sufrió una primera condena en 1959. Luego en 1984 y, después, en 1988, sufrió prisión domiciliaria. ¿Es difícil escribir bajo esas circunstancias?
Si eres libre, eres libre bajo cualquier circunstancia. Pero existen momentos en que esa libertad no se puede manifestar. Cuando escribes, escribes porque quieres expresar algo. El problema, cuando te encuentras en una de esas coyunturas, es que los demás no se pueden enterar. (Risas). Pero lo que fue maravilloso en la época comunista es que la gente inventó formas para sacar a los poetas del aislamiento a través del «samizdat», esa técnica de copiar a mano los poemas y difundirlos en secreto. Esa solidaridad te dejaba la sensación de estar en comunicación con los demás. Esa es la razón por la que no me he planteado salir del país.
«Occidente está en decadencia. En estos momentos lo que representa es el final de un ciclo»Ana Blandiana
¿La poesía cuando es clandestina es subversiva?
Pocas cosas hay más subversivas que la poesía clandestina. Mi marido se reía de mí y solía decirme si me estaba dando cuenta de que, gracias a la clandestinidad de mi poesía, la gente leía y adoptaba una poesía muy moderna que, de otra manera, no leería nunca. Lo hacían porque querían solidarizarse con el mensaje del poema. Por eso, él bromeaba: «Lo que haces es propaganda a la poesía moderna».
Aumenta el autoritarismo.
Es claramente una forma de volver atrás la rueda de la historia. Ahora tengo la impresión de que la difusión de la propaganda de Putin y el poder con el que se infiltra la propaganda rusa en Occidente es una influencia muy poderosa para la extrema derecha. Creo, también, que la radicalización de la derecha y este apego extremado a la tradición que proclama también es la causa directa de las exageraciones de los progresistas. Toda la historia de Rusia, desde el siglo X, se basa en un solo principio: cuando los zares tenían un problema, lo solventaban ocupando otro país. Stalin salió de la crisis más grande después de la Revolución Rusa a través de la Segunda Guerra Mundial. Esto forma parte de la tradición de Rusia y, de esta forma, el hombre corriente ruso, aquel que no tiene cultura cívica de ningún tipo, tiene el orgullo de pertenecer a un imperio. Esto, el orgullo, es el botón que aprieta Putin. Lo que es extraño, humillante y preocupante es que, bajo el comunismo y el estalinismo, en unas condiciones muy duras, y a pesar de los millones de personas deportadas, hubo una resistencia intelectual, para nombrar algunos Solzhenitsyn o Sajarov. A diferencia de entonces, ahora las fronteras están abiertas y los intelectuales se han exiliado.
Occidente. ¿Le ha defraudado?
Está claro que en los años cincuenta, bajo el comunismo, para nosotros Occidente era una luz suprema, inalcanzable y sin manchas. Ahora que estamos dentro, ya vemos las manchas y está claro que nosotros nos hemos integrado en un momento de decadencia de Occidente. La historia que Occidente representa en estos momentos es el de final de un ciclo. Un dato. Los europeos tienen de media 1,2 niños y el islam tiene ocho.
Pero, ¿hay una desilusión?
La desilusión es normal. Hemos soñado con la libertad y hemos visto que en la democracia la libertad es un concepto que se vuelve indiferente. Yo siempre hago distinción entre la libertad militante y una libertad perezosa. La libertad hay que defenderla a todas horas, si no, se degrada. A nivel teórico, el peligro para la democracia es la disolución de su definición, porque la democracia significa que la gente vota y gana la mayoría, mientras que hoy en día se pone en primer plano a las minorías de una forma muy violenta y el concepto de mayoría llega a ser discutible. Incluso tiene un significado peyorativo.
Conoció el comunismo. ¿Qué le aparece la actual tecnología, que nos tiene controlados?
Las redes sociales son una forma de libertad, pero, la realidad es que también son una inmensa escuela de la vulgaridad y que pueden potenciar una forma extrema de violencia. Con el déficit de cultura que se aprecia en nuestra sociedad, este tipo de comunicación es peligrosa, como es peligroso también el hecho de que la cultura se vea suplantada por la diversión.