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Adiós a Carmen Sevilla, la eterna novia de España

Fue una de las actrices más bellas y con más éxito del cine de los años cincuenta, luego reconvertida en folclórica pop y en musa televisiva para más de una generación de españoles

Valencia Creada:

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Los años 50 fueron suyos. Carmen Sevilla fue nuestra estrella más internacional. Trabajó en coproducciones para el cine francés y triunfó en Europa con sus papeles de gitanilla en «El sueño de Andalucía» (1950), «Violetas imperiales» (1952) y «La bella de Cádiz» (1953), con el tenor de origen vasco, pero afincado en París, Luis Mariano. Unas espagnolades que hicieron de ella el prototipo de la Carmen de España descrita por Prospero Mérimée. Bella hasta el punto de dejar sin aliento a españoles, franceses e italianos, pues trabajó en numerosas coproducciones con Vittorio de Sica y Alessandro Blasetti y en el Hollywood madrileño de Samuel Bronston con Nicholas Ray y Donald Siegel.
Como actriz se hizo a sí misma y mantuvo una veta dramática que le procuró un éxito inopinado con «La venganza» (1957), de J.A. Bardem, nominada en el Festival de Cannes. Un drama rural de los segadores castellanos en clave de reconciliación nacional. No hubo en Europa una belleza tan esplendorosa y risueña como la de Carmen Sevilla. Ninguna otra estrella le hizo sombra, ni siquiera Sarita Montiel con su triunfal «El último cuplé» (1957).
La prensa le adjudicó numerosos romances con galanes, pero ella mantuvo con pudor su virginidad hasta su boda con el compositor Augusto Algueró. Su noviazgo secreto comenzó durante el rodaje de «La fierecilla domada» (1956). Algueró compuso la banda sonora de la película y el tema que cantaba a dúo con Alberto Closas: «¿Amor, dónde estás, amor?» Se casaron en 1961 y el repertorio de Carmen Sevilla se modernizó con clásicos pop como «Eres diferente», «Gracias» y «Cabecita loca», sin abandonar las coplas andaluzas modernizadas como «Carmen de España» y «Tengo miedo, torero».
En 1961 se casó ante la Virgen del Pilar de Zaragoza. Una multitud ingente se arremolinaba en la plaza cuando llegó la estrella en un Cadillac, con un traje de novia de Pertegaz, y pisó la alfombra de capas de la Tuna de A.T.S. que la llevaron como en éxtasis hasta la basílica, mecida por «La estudiantina». El matrimonio tuvo un hijo, pero no superó las infidelidades de Algueró y se divorciaron en 1974.
Su boda fue un espectáculo solo superado en la vida real por la de Fabiola de Mora y Aragón con el rey Balduino de los belgas, en 1960. Primera de las grandes bodas retransmitidas por televisión española. Habría que esperar al inmenso follón organizado por una turbamulta fanatizada durante la boda de Lolita, la hija de su gran amiga Lola Flores, siempre recordada por los gritos de la Faraona ante el gentío, fuera de sí: «Si me queréis algo, irse».
Imagen de "La Revoltosa": Carmen Sevilla junto a Tony LeblancLa Razón
En 1965, Carmen Sevilla, acompañada por su marido, tuvo momentos estelares en Televisión Española. Augusto Algueró le compuso famosos «jingles» para los anuncios de las campañas navideñas de los electrodomésticos Philips, que se regalaban en discos pequeños, como «Frío Philips». Pero el más famoso fue «Flamenca ye yé», con el eslógan «Familia Philips, familia Philips», que hizo de Carmen Sevilla la imagen —¡y qué imagen!— de la firma holandesa.
La delirante letra de Rafael de León decía así: «Yo soy una flamenca ye yé y en mi casa no falta de ná, pues a Philips mandé de poner lo mejor pa guipá y escuchá. Tengo dos televisores, que en el mundo no hay mejores, pues siendo de Philips no cabe el engaño. Uno p’a la nieve fría y otro p’a las calorías, yo ver las corridas en traje de baño. Por eso España repite ya así: familia Philips, familia Philips».
Carmen Sevilla fue la primera y genuina «flamenca yeyé» española, el mismo año que su marido escribía su popular «Chica yeyé» para Conchita Velasco, que interpretaba en la película «Historias de la televisión» (1965). Entre las numerosas canciones pop que Algueró escribió para ella, «Será el amor» fue una de las que popularizó en medio mundo, mientras que «Te quiero, te quiero», a ritmo aflamencado, tuvo que esperar a la versión épica de Nino Bravo para convertirse en uno de los mayores éxitos del gran compositor, factótum del más exuberante cancionero pop español, junto a Manuel Alejandro.
En el cine, Carmen Sevilla conoció el éxito internacional con unas edulcoradas operetas francesas que Luis Mariano estrenaba en el Teatro Châtelet de París. «Violetas imperiales» (1952) la convirtió en una estrella internacional, a la altura de las grandes del cine europeo. De las cuatro películas que rodaron juntos nació el mito de la pareja perfecta, tanto en la pantalla como en la vida. Se insinuó que se casarían, pero nunca dejó de ser una cortina de humo para ocultar la homosexualidad del cantante vasco. Uno más de los numerosos romances que se inventaron y que Carmen Sevilla fue dinamitando a medida que la prensa se hacía eco de ellos.
Carmen Sevilla bailandoCorral de la MoreriaCorral de la Moreria
En Méjico armó la tremolina entre los «sietemachos» del cine y la canción. Primero fue la novia del torero mexicano Carlos Arruza. Como lo había sido de Jorge Negrete, con quien interpretó su primera película «Jalisco canta en Sevilla» (1949). Sin olvidar el acoso amoroso de Mario Moreno «Cantinflas», que le regaló un brillante impresionante, que le devolvió porque era mocita. Las gacetillas la relacionaron con Jorge Mistral, pero pronto fue desmentido por la fama de conquistador del actor valenciano, tan guapo como depresivo. En realidad, Carmen Sevilla fue una actriz de cine que triunfó internacionalmente gracias a las coproducciones francesas e italianas, que la consagraron. Pero no fue, inicialmente, una cantante reconocida porque en estas películas la doblaron cantando. Tenía una voz nasal que fue domeñando con los años.
Como la mayoría de las folclóricas, aunque ella lo fue en su versión modernizada y yeyé, fue una niña prodigio que cantaba y bailaba con esa gracia especial de las sevillanas. La primera que vio su potencial fue Estrellita Castro cuando apareció de niña chica con una partitura de su padre para la estrella. Tenía trece años cuando debutó en el espectáculo de Estrellita Castro.
Nació en 1930, en Sevilla. Era la Hija del letrista «Kola», Antonio Garcia Padilla. Debutó como actriz de cine con «Jalisco canta en Sevilla» (1949) y «Filigrana» (1949) con Conchita Piquer. Además de joven y guapa a rabiar su mayor baza fue siempre una sonrisa que quitaba el sentido.
Era espontánea y divertida e interpretaba con naturalidad papeles entre la comedia y el drama. Rodó docenas de películas en las que las coplas, alegres y desenfadadas, ocupaban un lugar central en la comedia musical española de aquellos años de despegue económico y vitalidad social. Ella fue la protagonista, tras Gina Lollobrigida y Sophia Loren, de la cuarta entrega de «Pan, amor y… Andalucía» (1958) con Vittorio de Sica dándole la réplica.
Carmen Sevilla, en "Rey de Reyes"La Razón
Tuvo una longeva carrera como actriz, cantante y en sus últimos años profesionales como presentadora de televisión. Pasó de la monja «La hermana San Sulpicio» (1952) a flamenca yeyé, reinventándose en los años 70 como pionera del desnudo fino con «El techo de cristal» (1971), de Eloy de la Iglesia, en los inicios del destape. Pese a haberse casado virgen, Carmen siempre fue una pionera adelantada a su tiempo.
El rodaje de «El balcón de la luna» (1962) marcó el principio del fin de la copla y el desprestigio de la folclórica por franquista, hija del régimen. Nada más falso. La copla ya existía antes de Franco y gozaba tanto del favor de la izquierda como de la derecha. El prestigio y popularidad de la copla hizo que Franco se adhiriera a ella y no al revés.
Cesáreo González contrató a las que llamaba «las tres Marías», Lola Flores, Carmen Sevilla y Paquita Rico, con un contrato fabuloso en exclusiva. Además de artistas de cine promocionaron la copla española por toda América con giras multitudinarias. Fue lo más cerca que España estuvo de tener un «star-system».Carmen Sevilla nunca se avergonzó de que la tildaran de folclórica. Siempre tuvo al público de su lado y volvió tras su retiro con las ovejitas de Patuel para presentar el Telecupón y gracias a los despistes y sus zapatillas afelpadas caseras volvió a triunfar con su hermosa sonrisa por bandera con el programa «Cine de Barrio». Heredó una considerable fortuna a la muerte de su segundo marido Vicente Patuel, que le dejó, entre otras cosas, una finca en Extremadura que vendió por unos 8 millones de euros. Carmen Sevilla será recordada por su belleza y afabilidad. Y esa sonrisa que enamoraba.