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El deseo según Javiera Mena

La compositora chilena publica nuevo disco, “Nocturna”, en el que reflexiona sobre la pasión y el placer en femenino tras hacerse un hueco todavía mayor en la escena española
JESÚS LEONARDO
La Razón

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Acaba de volver de allende Los Andes, pero se está marchando a Valencia para dar un concierto y luego regresará, combina lo deportivo con lo fashionista y pregunta, con toda la amabilidad del mundo, por la teína del roibos en un café del barrio madrileño de Lavapiés. En préstamo del sajón, podríamos decir que Javiera Mena (Chile, 1985) es el momento. La excusa para la extensa charla, eso sí, es la publicación de «Nocturna», su último trabajo de estudio y un disco en el que, ya sí, se entrega del todo a los ritmos del dance, el tecno y todo aquello que sea suceptible de bailarse en una discoteca. En cualquier tipo de discoteca, porque hay en sus letras mucho de deseo, pasión y sexo desde lo estrictamente femenino. Liberada y desatada, pero sin separarse de ese talento vocal que la tuvo a punto de representar a España en Eurovisión, quien se define como «mujer, latina y peleona» atiende asertiva a LA RAZÓN.
«El concepto para este disco nació en República Dominicana y de la mano de algo tan etéreo como la sensualidad de la playa y de poner ese sentimiento en relación al mundo tan convulso en el que vivimos. Hablar de lo liviano, en un mundo tan denso, yo creo que es un acto político incluso. Quería que el disco fuera una especie de isla a la que escaparse», explica la compositora chilena, que tras casi una década coqueteando con la escena española con mucha presencia en los festivales (notable, su participación en el Sonorama de 2019) decidió mudarse aquí... justo antes de la pandemia: «Y es realmente cuando cambió todo. Encontré un público que allá no tenía, pero, tras el confinamiento, siento que la escena de de países como Chile o Argentina terminó de explotar, de florecer. Sobre todo a través de la gente joven, adolescentes incluso, que estaban descubriendo mi música como algo nuevo».
La kryptonita del amor
Mena, que reconoce en su sonido influencias tan distintas como la lírica de divos latinos como Juan Gabriel o Juan Luis Guerra, o el tono mecánico de sus bandas europeas favoritas, como Kraftwerk o The Prodigy –«venimos de un país chiquitito que absorbe de todas las culturas posibles», explica–, se entrega en su nuevo «Nocturna» a la pasión y al hedonismo desde una reivindicación explícita de la autoindulgencia, concepto del que decide apropiarse, divertida, a partir de la entrevista: «Siento que mi mundo, que se mueve mucho en lo no binario, es una especie de burbuja. Muchas veces los artistas nos encerramos en eso y luego el mundo real no es así. Y hay que estar pegada a la realidad, a lo genuinamente femenino. Sentía que necesitaba enaltecer el deseo y el placer desde lo femenino. A veces creo que hay una responsabilidad política o reivindicativa de más en quien hace letras de pop y no debería ser así siempre (...). Mis amigos me dicen que enamorarme es mi kriptonita, porque pierdo mucho el foco en el trabajo. Pero es rico enamorarse, falling in love. Hay una cosa que me molesta, porque es como muy del primer mundo, en el que nadie quiere enamorarse. Me gusta enamorarme y dejarme llevar, no hace falta entregarle el corazón a la gente».
Y justo, a medio camino entre esa explotación de influencias musicales y la propia, de brío y sangre, encontramos en su «Nocturna» un dueto con la mítica Myriam Hernández, su compatriota. Como comenta junto a quien escribe, no hay un solo hogar chileno que no se haya limpiado los domingos con “El hombre que yo amo” o “Huele a peligro” atronando el salón, y ese arrastre de Mena a Hernández hacia lo discotequero era la base de la colaboración: «¡Ahora somos amigas! Me invitó a tomar tecito incluso. Todo empezó porque yo en unos premios en Chile hice una cover de “Huele a peligro” y ella lo vio y me escribió. Empezamos a mandarnos audios de Whatsapp y ahí le pregunté, porque yo quería sacarla de la balada. Compuse una canción para ella y así fluyó todo», confiesa.
Un mundo polarizado
«Siento que lo que ha pasado y está pasando en mi país», explica Mena sobre el conocido como Estallido Social en Chile y el posterior proceso para derogar la Constitución de Pinochet, «responde a una tendencia mundial de polarización extrema entre derecha e izquierda». Y continúa, sin miedo: «Era un cambio necesario, porque sigue existiendo una élite socioeconomónica muy cerrada. Las diferencias de clase se notan mucho más que en otros países. Y hasta la gente de derechas se dio cuenta de eso, porque, si no, no habría habido un cambio en el Gobierno. El ascensor social se rompió», opina meridiana la cantante, que se significó incluso en mítines de la campaña del «Apruebo», por la nueva Carta Magna, y que vivió con decepción la deriva de los resultados, favorables al «Rechazo» y a la vuelta del texto a las cortes trasandinas: «Creo que se redactaron leyes demasiado maximalistas, como heroicas casi, y eso no estaba conectado con la realidad del país. La izquierda no supo explicar sus medidas. Hablar de feminismo o animalismo es hermoso, pero primero tienes que dejar claras las cosas más básicas, las que atañen a las necesidades de la gente», completa.
Sin haber perdido uno solo de sus ¿cachai? en el habla y apenas unas semanas antes de que se celebre la II Edición del Benidorm Fest, Mena reflexiona con distancia sobre la experiencia del año pasado, en la que presentó «Culpa», incluido también en su último disco: «No en el corto plazo, pero si repetiría, porque me encanta el proceso. Para mí no es una ambición ir a Eurovisión, pero me gustaría probar de nuevo sabiendo a qué voy, jugándomelo todo más a la realización, como hicieron Chanel o Rigo», añade antes de despedirse hablando de ese título de «Reina de los maricones» que le otorgaron los propios eurofans: «Es que mi música es muy gay. Más allá de mí misma. Siempre me he considerado un maricón más. Me crié en discotecas de ambiente, empapándome de esa música, porque las lesbianas no existíamos, mucho menos para tener un lugar de encuentro. Me alegra haber podido conectar con ese público y, sobre todo, poder crear espacios seguros para la gente trans, por ejemplo, porque empatizo mucho con su lucha».