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“The Wonder”: Sebastián Lelio, Florence Pugh y los límites de lo empírico

El director chileno compite en la Sección Oficial de San Sebastián con “The Wonder” (”El prodigio”) un drama de época que a veces es wéstern, a veces es terror y siempre es reflexión sobre ciencia y fe
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La Razón

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A veces, cuando hablamos de manierismo, la connotación es negativa. Es una tendencia rigorista, quizá influenciada por las ganas de aferrarnos a lo empírico en tiempos de posverdad, prementira y todo lo que queda en medio. Pero lo manierista, en último término, es realmente lo autoral. Lo propio, lo irrenunciable y lo innegable. Y es el manierismo también la mejor forma de acercarse a definir el cine del director chileno Sebastián Lelio. El responsable de “Gloria”, “Disobedience” o “Una mujer fantástica”, por la que ganó el Oscar, visitó San Sebastián para presentar “The Wonder”, su último trabajo, esta vez con la omnipresente Florence Pugh como protagonista. Por supuesto, una película irremediablemente manierista, pero quizá el acercamiento más ambicioso de Lelio a los límites de sus propios leitmotiv. A la sazón, la opresión de lo femenino, la fijación oral y, en último término, el eterno debate entre ciencia y fe, ese de lo lésbico contra lo jasídico, lo biológico contra lo cultural o lo aceptado contra lo aceptable.
Y para intentar rebasarse a sí mismo, henchirse de manierismo, Lelio firma su primera película de época -discordante con una filmografía radicalmente contemporánea- y se lleva a Pugh hasta la Irlanda de 1840. En una pequeña aldea en mitad de la nada, la enfermera a la que da vida la actriz de “No te preocupes, querida” tendrá que lidiar con lo que los locales consideran el prodigio del título: una niña lleva algo más de cuatro meses sin comer absolutamente nada. Y sobrevive sin mayor complicación. El dilema, aquí sin revestimientos, queda pues entre lo empírico y lo mitológico. ¿Cómo es posible? Si hay una verdad, ¿cuál es su naturaleza? ¿Podemos vivir cuantas vidas nos queramos permitir?
La naturaleza del relato
Así, en esa búsqueda de los límites empíricos que es “The Wonder”, quizá una de las mejores películas que han salido del catálogo de Netflix en los últimos tiempos, Lelio opta por desdibujar lo que es verdad y lo que no a través de la forma. Y lo hace desde el primer minuto de metraje, con un plano de un moderno estudio de cine en el que se nos da la bienvenida a la historia, como empatando con el libro de Emma Donoghue en el que se basa, pero también con el concepto de artificio que quiere recorrer toda la película. No es tanto cuestionar el concepto de relato, idea casi transversal a toda la ficción occidental desde hace ya una década, sino comprender la naturaleza de los mismos. No importa tanto saber qué es verdad y qué no como saber por qué mentimos o por qué decidimos decir la verdad.
Sobra decirlo a estas alturas, por la rendición que cada nuevo trabajo suyo supone, pero la interpretación de Florence Pugh eleva, si cabe, todavía más la película. De nuevo dramática y contenida, huyendo de cualquier tipo de expresión que pueda subrayar el guion de manera innecesaria, la actriz británica demuestra que antes de celebrity es intérprete y que, justo después de uno de los rostros más cotizados del planeta cine es una trabajadora nata, dispuesta a romperse, vulnerable, llegado el momento. Por ahí también pasan Toby Jones y una excepcional Niamh Algar, pero quizá lo que más sorprenda es la solvencia traumática de la joven Kíla Lord Cassidy, casi debutante en la gran pantalla y oro en los momentos que comparte escena con Pugh.
Cuando más se cuestiona la autoría en lo industrial -quizá el fantasma de Godard vaya a dar alas a los aceleracionistas-, Sebastián Lelio es capaz de aliarse con uno de los pesos pesados del medio y, sin embargo, subir la apuesta de sus propias manías. “The Wonder” es, además de un prodigio contra-tautológico, la confirmación del chileno como una voz única en el panorama actual, que como todos los grandes bebe de sus padres (Almodóvar en lo obvio, Hitchcock en lo aparente y Robert Altman en lo quirúrgico) pero que es capaz de enraizar con una tradición propia, menos literal y más literaria, más rica quizá en notas al pie de página que en número de las mismas. Sería difícil justificar la ausencia de “The Wonder” en el palmarés de la Sección Oficial del Festival de San Sebastián.