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Caso Nombela, un escándalo de corrupción en el “bienio negro”

Luis María Cazorla publica «La bahía de Venus», segunda entrega de su trilogía de novelas sobre la II República
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Tras su trilogía de novelas ambientadas en el Protectorado español de Marruecos en las que, junto a personajes históricos, aparecía la familia Ninet creada en “La ciudad del Lucus”, Luis María Cazorla inició con el general Sanjurjo una segunda trilogía centrada en la II República que continúa con la publicación de “La bahía de Venus” (Almuzara), cuyo nombre se debe al enclave geográfico situado en la isla guineana de Fernando Poo. Por ella transitan personajes históricos como Lerroux, Alcalá-Zamora o Gil-Robles, junto a los ficticios de la saga Ninet. Cazorla repite su método para escribir novela histórica: “Busco hechos cruciales en la historia de España que no estén novelados, sobre los que hay mucha documentación pero poca literatura. En este caso me he centrado en el llamado “bienio negro” comprendido entre las elecciones de 1933 y las de febrero de 1936, cuando la fórmula republicano-socialista es derrotada y comienza el predominio político más moderado del centro-derecha y derecha encabezados por el radical Lerroux”, explica el autor.
“El mayor número de diputados lo obtuvo Gil Robles con la CEDA, pero Alcalá-Zamora en principio no los dejó formar parte del gobierno porque consideraba que no eran republicanos”, afirma. En dos años se forman ocho gobiernos con tres presidentes, Lerroux, Samper y Chapaprieta, y los dos últimos y efímeros presididos por el centrista Portela Valladares. “Una época que encadenó varios escándalos, primero el del estraperlo y, después, el menos conocido “caso Nombela”, que es el núcleo argumental del libro”, prosigue.
Nombela, el último aviador militar condecorado con la Laureada de San Fernando, fue nombrado inspector general de Colonias desde donde en 1935 logró evitar el saqueo del tesoro colonial denunciando el turbio intento de políticos a los que desenmascaró, evitando así el expolio. Acusó a dirigentes del partido de Lerroux, especialmente al subsecretario de la Presidencia, Moreno Calvo, de haber resuelto de forma fraudulenta un expediente por el que se indemnizaba con tres millones de pesetas a la Compañía de África Occidental, propiedad del empresario catalán Antonio Tayá, que tenía un contrato público para conectar por barco la ruta entre Fernando Poo, Río Muni y Annobón, cancelado en 1929 por la pérdida de dos buques en Guinea Ecuatorial.
El gobierno de Lerroux aprobó esa indemnización el 12 de julio del 35 y cuando Nombela se negó a pagarla y se dirigió a algunos miembros del gobierno para denunciar el caso, concretamente a los ministros de la CEDA José María Gil Robles y Luis Lucia, fue cesado por el gobierno. Nombela no se conformó y llevó el asunto a las Cortes. Lerroux había firmado el expediente y durante el debate parlamentario no fue capaz de dar explicaciones convincentes sobre las acusaciones de corrupción, aunque fue exculpado. “Parece ser que Tayá le debía algún favor a Lerroux en su época de Barcelona y solo cuando éste está ya muy tocado por el escándalo se activa el caso Nombela, que lo remata. Se da por vencido, abandona el gobierno y la política y el partido radical queda muerto políticamente. Esto ocurre en diciembre del 35 y en febrero del 36 vienen las elecciones que ganó el Frente Popular”, explica Cazorla.
El escándalo llegó a la opinión pública “porque Nombela, un héroe valioso y capacitado, que quería regenerar la vida en Guinea y establecer una auténtica colonia, se encarga de airearlo cuando lo echan. Hay debates parlamentarios, se forma una comisión de investigación y al caso salta decididamente a la prensa. Esto tuvo consecuencias políticas, aparte de provocar la retirada de Lerroux, se rompe la coalición de Gobierno, se desintegra definitivamente el gobierno de centro derecha mientras que la izquierda republicana se va recomponiendo y llegan a la fórmula del Frente Popular, que gana las elecciones ante una derecha herida y disgregada por los escándalos y la desunión”.
Tras su cese injusto, Nombela quiso reparar su honor, “pero no pudo, el país entró en una vorágine vertiginosa, Frente Popular, los prolegómenos de la guerra y la propia contienda, lo hicieron imposible. El pobre Tayá nunca llegó a cobrar nada y murió en los años 40 en la ruina”, asegura Cazorla, al que estos acontecimientos le recuerdan la actualidad. “Desgraciadamente, lo que se vivió esos años se está reproduciendo hoy, o al menos lo recuerda, el frentismo, la incapacidad de la derecha y centro derecha de entenderse entre ellos y con la izquierda en cosas cruciales, de llegar a acuerdos mínimos, que es lo que ha dado bienestar, crecimiento y desarrollo a España. Los egoísmos políticos, el frentismo y los escándalos de corrupción de entonces se siguen produciendo, no aprendemos de errores pasados. Somos una gran nación y una gran cultura que tiene los dos extremos, los grandes genios y los que se pegan tiros en el propio pie”, remata Cazorla.