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Cuando Antonio Saura pintó cuernos a Franco

El Círculo de Bellas Artes expone un conjunto inédito, “Mentira y sueño”, en el que el artista muestra su visión crítica de la dictadura. La cita se completa en la galería La Caja Negra con una serie de diapositivas retocadas que también ven la luz por primera vez
Ruben mondelo .La razon .

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Cuando Antonio Saura (1939-1998) pintó sus «Mentiras y sueños de Franco» (1958-1962) sabía que lo restringido de su difusión los hacía «inoperantes», decía de unos dibujos «ocultos por motivos obvios»: la crítica a la dictadura. Entre sus piezas se podía encontrar tanto al Generalísimo pescando un atún o subido a la torreta de un carro de combate como la recreación de la famosa instantánea de Robert Caba («Muerte de un soldado») y el brazo incorrupto de Santa Teresa (con el que Franco dormía). Apenas los vieron unos pocos amigos porque era consciente de que, de haber sido conocidos, le habrían supuesto la cárcel. Pero pronto halló consuelo en Goya y Picasso. Ni el primero, con «Los desastres de la guerra», ni el segundo, con «Sueño y mentira de Franco», consiguieron el que era su objetivo, la caída del despotismo. «No me enorgullezco, pues, de su destino y menos aún de su origen», apuntaba Saura de su colección con la certeza de que «todo lo que no se hace en el momento preciso nunca más se hará».

Rabia y frustración

Y es que el artista necesitaba desahogarse, sacudirse «la rabia y la frustración», en palabras de su hija Marina, contra un régimen, el franquista, que definía como «un fenómeno monstruoso» al que era preciso combatir. Aunque sorprende descubrir, más viendo la temática y la sátira de la colección, cómo el artista no luchó desde la pintura: «Casi siempre lo hice al margen», escribía un Saura al que le parecía «aberrante la deducción de que el arte producido por un determinado país, en un momento histórico preciso, es solo consecuencia de una situación represiva. Siempre he pensado que si en España hubiéramos disfrutado de una mayor libertad y comunicación, el arte habría sido mucho más fértil, veraz y más universal».
Son las palabras con las que el pintor definía una colección de 41 garabatos en los que se hace referencia a acontecimientos, anécdotas y personajes de la dictadura y la Guerra Civil. Nunca llegó a verlos expuestos, pues la serie se mostró parcialmente en 2005, en el Musée d’Art Moderne de Toulouse, y ahora se cuelgan juntos por primera vez en el Círculo de Bellas Artes (Madrid) en «Mentira y sueño de Franco: una parábola moderna», una exposición con técnicas mixtas (con predominio del aguado, la tinta china y la mina de plomo) que, para el historiador Bartolomé Bennassar –colaborador en el libro de la muestra editado por Georg Editeur y Archives Antonio Saura–, continúa la estela iniciada por Goya y Picasso de la «tradición española del panfleto político».
«En opinión de mi padre –apunta Marina Saura, también responsable de la Fundación Archivo que lleva el nombre del creador–, el arte no servía para cambiar el curso de la historia y no hubo nadie que lo consiguiera. Lo que no quitaba para que el artista quedara indiferente». Así, la hija del artista explica la colección como «el garabato de un niño al margen de una página en la que le pone cuernos al profesor, pero aquí no se dejó llevar por lo fácil, ya que siendo un trabajo iconoclasta, es muy riguroso con su estilo. No son caricaturas frívolas, sino dibujos honestos con su grafología».
Por otro lado, el regreso de Saura a Madrid se completa con otra muestra inédita que se expone en La Caja Negra, «Foto-Grafía, 1962», donde el director de la galería, Fernando Colomo, la presenta como «unas intervenciones sobre diapositivas hechas con tinta china y rasguños que nos da la visión de un artista que a la vez que jugaba iba configurando su obra», apunta de una obra que se rescató «de dentro de una caja chamuscada después de que le incendiaran la casa».

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