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Cerebro

La Universidad de Nueva York demuestra que ni la IA ni tú entendéis un “no” como respuesta

Un nuevo estudio confirma que no interpretamos la negación de un adjetivo como su contrario, sino como una versión moderada del mismo

Representación artística tridimensional de un cerebro Pixabay

No es falso que tu cerebro no sea nada bueno interpretando frases no complejas. Y para muestra, un botón. La frase que acabas de leer ha algo menos dolorosa de escribir que de leer, pero solo un poco. Tras esos tres adjetivos negados se esconde uno de los temas más interesantes de la neurociencia del lenguaje: ¿cómo interpretamos las negaciones? Está claro que es mucho más sencillo decir que: es cierto que nuestro cerebro es bastante malo interpretando frases complejas. ¿Pero significa exactamente lo mismo que entendimos de la primera afirmación de este texto? Según un estudio de la Universidad de Nueva York recientemente publicado en la revista científica PLOS Biology, la respuesta es un rotundo “no”.

Piénsalo. Aparte de la dificultad que implicaba tanta negación¿es posible que entendieras la primera frase de una forma más moderada? Tal vez algo así como: Podría ser que tu cerebro sea mediocre interpretando frases. Quizás la diferencia no te parezca mucha, pero es suficiente. Básicamente, lo que estamos sugiriendo en estas líneas y lo que confirma la investigación de la Universidad de Nueva York es que, cuando leemos un adjetivo negado, no pensamos en su opuesto. Pensamos en una versión más moderada de él. Por ejemplo: “no caliente” no significaría “frío”, sino algo así como “templado” o, incluso, “algo caliente, pero poco”. Y, aunque esto es algo que ya intuíamos, ahora sabemos cómo procesamos esa información.

El primer expeirmento

El estudio ha sido dirigido por Arianna Zuanazzi y realizó dos experimentos diferentes sobre a 78 participantes. El primero de ellos consistía en que los participantes leyeran en una pantalla frases con adjetivos negados y sin negar como "realmente no bueno" y "realmente muy bueno". Su misión era clasificarlos del 1 al 10 utilizando un ratón. La prueba mostró que los participantes tardaban más en interpretar los adjetivos negados. Es más, el movimiento del ratón reveló que, inicialmente, entendían los adjetivos negados como si no lo estuvieran y, solo entonces, ajustaban su interpretación hacia una versión mitigada del mismo, pero no hacia su opuesto.

En realidad, es lo que sentimos que hace nuestro cerebro cuando tenemos que leer una frase compleja, no la logramos entender de golpe, sino que vamos construyendo y modificando su significado a medida que interpretamos más palabras.

No somos máquinas

El segundo experimento estaba ocurriendo de manera simultánea, ya que los participantes llevaban unos sensores de magnetoencefalografía para medir los campos magnéticos generados en su cerebro durante la prueba y, por lo tanto, rastrear las estructuras cerebrales implicadas en la interpretación de la fase, casi, a tiempo real. Y, efectivamente, la magnetoencefalografía mostró que, efectivamente, se procesaban con más lentitud los adjetivos negados.

Asimismo, también pudieron comprobar que las representaciones neuronales más iniciales eran similares a las de los adjetivos afirmativos, pero más débiles. De hecho, podemos afirmar que el adjetivo negado se interpreta más cercano a su contrario negado. Dicho de otro modo: “no frío” y “no caliente” serían temperaturas relativamente parecidas en lugar de extremos opuestos.

Las máquinas tampoco son tan máquinas

La cuestión más interesante es que esto ya lo sabíamos, aunque no con este grado de detalle y, precisamente por eso, es frecuente encontrar el uso de estas negaciones en textos que buscan ocultar su verdadero significado: publicidad, documentos legales… Y, de hecho, parece que a la inteligencia artificial le cuesta tanto como a nosotros. Por un lado, tarda más en interpretar las frases con adjetivos negados y, por otro, les cuesta llegar a una interpretación correcta. Los investigadores de este estudio dicen que sus resultados muestran cómo los humanos procesan tales frases y, potencialmente, apuntan a formas de entender y mejorar la funcionalidad de la IA.

Ahora, casi cualquier novedad en neurociencia cognitiva promete tener cierto impacto en el mundo de la inteligencia artificial. Habrá que ver cuántos descubrimientos son realmente extrapolables, pero, con suerte, esta relación bidireccional entre la IA y la neurociencia ayude a que ambas avancen más rápido y manteniendo el rumbo.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Para que podamos afirmar con rigor algo, han de existir estudios, y aunque no es necesario utilizar técnicas de neuroimagen para comprobar la veracidad de cualquier afirmación sobre el comportamiento humano, cuando se usan de manera rigurosa pueden aportar una mayor comprensión de la cuestión.

REFERENCIAS (MLA):

  • Arianna Zuanazzi, et al. “Negation mitigates rather than inverts the neural representation of adjectives” PLoS Biology 10.1371/journal.pbio.3002622