Neurociencia

Todo lo que debes saber sobre el futuro del cerebro para el siglo XXI

Estos son los puntos más importantes para comprender cómo cambiará nuestro cerebro durante las próximas décadas

Un electroencefalograma mide la actividad eléctrica en el cerebro escaner demencia
Electrodos para un encefalograma, que mide la actividad eléctrica en el cerebroFreepik

Son frecuentes los artículos sensacionalistas que prometen revelar la futura evolución de nuestros cerebros. Suelen sugerir que algunas estructuras de nuestros sesos se adaptarán a la tecnología moderna y que seremos incapaces de ser creativos o de orientarnos en un mapa, pero esas afirmaciones no son más que una gran y confusa madeja de sinsentidos. Sin embargo, la tecnología sí podría cambiar la manera en que nuestro cerebro se relaciona con el mundo, pero, antes de que empecemos a explicar qué futuro nos espera, aclaremos por qué no tiene sentido hablar sobre la evolución.

La evolución es un proceso lento y que depende del fracaso de algunos individuos. Para que una especie evolucione, parte de su población ha de sobrevivir a determinadas contingencias que acaban con otros. De ese modo, los más adaptados para hacer frente a tales problemas marcarán el “patrón” de una nueva generación. Así pues, da igual cuánto utilicemos determinadas tecnologías como los teléfonos móviles o la inteligencia artificial, aunque cada uno de nuestros cerebros se pueda adaptar a usarlo, no transmitirán esas adaptaciones a sus descendientes y, dado que no suponen un factor clave para que algunos individuos se reproduzcan más que otros, no cabe esperar una evolución de nuestros cerebros. Sin embargo… eso nos significa que no podamos cambiarlos a voluntad.

Interfaces cerebro máquina

El truco no está en la evolución, sino en el progreso tecnológico. Hace décadas que diseñamos los primeros interfaces cerebro-máquina, unos dispositivos capaces de “comunicarse” con el cerebro, como si fueran los periféricos de un ordenador. Y, aunque comparar el cerebro con un ordenador es una analogía manida y engañosa, en este caso es bastante orientativa.

Es más, durante los últimos años estos interfaces cerebro-máquina se han hecho muy populares gracias a los anuncios del magnate Elon Musk. Su compañía, Neuralink, ha diseñado Telephaty, un electrodo implantable directamente en el cerebro y capaz de registrar su actividad eléctrica.

Expectativas

Si somos estrictos, la empresa de Musk no está a la cabeza de esta tecnología y, por ahora, tampoco ha logrado avances revolucionarios en el campo. En todo caso, sus anuncios han ido en la misma línea que los de otras tantas compañías más silenciosas y están lejísimos de cumplir las promesas que lanza a los medios Musk.

En su momento, presentaron los electrodos más finos del mercado, lo cual reducía notablemente los problemas que conllevaba su implantación. Sin embargo, apenas unas semanas después otra empresa superó su logro. De hecho, tampoco han sido los primeros en diseñar uno de estos aparatos, ni los primeros en enviar información sin cables del interfaz a un ordenador. Se han anotado algunos hitos, pero ninguno de ellos ha repercutido demasiado en el estado del arte de estos dispositivos.

Realidad

Lo cierto es que este tipo de artefactos comienzan a ganarse un lugar entre las herramientas de los médicos porque, aunque no puedan tratar la depresión, devolver el control motor a un tetrapléjico o descargarte una peli de la nube directa a tu córtex visual, sí que se pueden ser interesantes para tratar enfermedades como el párkinson, que ya se beneficia de la estimulación cerebral profunda.

Ahora bien… ¿durante lo que queda de siglo llegaremos a ver verdaderos amplificadores de nuestras capacidades cognitivas? Es posible, pero no parecen estar tan cerca como otros avances científicos. Por un lado, habría que mejorar todavía más esos electrodos para que pudiéramos implantar un mayor número de manera segura y permanente. Por otro lado, tendríamos que conocer mejor la forma en que nuestro cerebro procesa información y las conexiones entre sus distintas estructuras, solo así podremos estimularlo con la suficiente finura y precisión para lograr aumentar nuestras capacidades.

Un futuro más modesto

Lo que sí podemos imaginar, en todo caso, es una tecnología más modesta que, si bien no nos permite ver imágenes detalladísimas directamente en nuestra corteza visual, sea capaz de comunicarnos estímulos sencillos, puede que notas musicales aisladas, puede que formas geométricas, puede que incluso algo similar a una intuición, un cosquilleo. Eso sí está más cerca, es más, hoy en día existen algunos interfaces capaces de ello y que, por lo tanto, otorgan una suerte de telepatía entre dos individuos, o entre un individuo y un ordenador.

Podemos imaginar bomberos comunicados entre sí por estos interfaces para enviar señales sencillas o, quizás, cirujanos asistidos de este modo para reaccionar ante determinadas situaciones límite. Aunque claro, para ser justos debemos recordar que hay formas menos invasivas de proveer este tipo de funciones, como, por ejemplo, dispositivos wearables, como gafas, pinganillos, pulsadores e incluso el código morse, tal vez más aparatosos, pero que no requieren perforar tu cráneo.

Al final, su implementación dependerá de sus funciones que, a su vez, estarán marcadas por la plausibilidad tecnológica, las necesidades del mercado y, por supuesto, por la moda.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Las inteligencias artificiales son claves en estos procesos, porque podemos no conocer al detalle cómo procesa la información una parte de nuestro cerebro, pero por ensayo y error, una IA puede calibrar la forma en que se recoge y pondera esa información hasta lograr una señal clara. Sin embargo, la IA no es un comodín mágico gracias al cual podamos asegurar el éxito de dispositivos más avanzados. Por ahora, conviene tomar una perspectiva conservadora y esperar a ver cómo evolucionan los interfaces cerebro máquina.

REFERENCIAS (MLA):

  • Neuralink. 2024 https://neuralink.com/
  • Obaid, Abdulmalik et al. “Massively Parallel Microwire Arrays Integrated With CMOS Chips For Neural Recording”. Science Advances, vol 6, no. 12, 2020, p. eaay2789. American Association For The Advancement Of Science (AAAS), doi:10.1126/sciadv.aay2789. Accessed 4 Sept 2020.
  • Penaloza, Christian I., and Shuichi Nishio. “BMI Control Of A Third Arm For Multitasking”. Science Robotics, vol 3, no. 20, 2018, p. eaat1228. American Association For The Advancement Of Science (AAAS), doi:10.1126/scirobotics.aat1228. Accessed 4 Sept 2020.
  • Ryan, Jackson. “Elon Musk’s Neuralink Brain-Computer: Watch ‘Working’ Demo Replay”. CNET, 2020,
  • Pais-Vieira, Miguel et al. “A Brain-To-Brain Interface For Real-Time Sharing Of Sensorimotor Information”. Scientific Reports, vol 3, no. 1, 2013. Springer Science And Business Media LLC, doi:10.1038/srep01319. Accessed 26 May 2021.