Arte y ciencia
Los secretos de Dune: las setas mágicas de Frank Herbert y un libro científico
El autor de la popular novela, que llegó a la pequeña y gran pantalla, se basó en los textos de un reconocido micólogo.
La historia de la literatura y las sustancias intoxicantes, está plagada de ejemplos. Charles Dickens fumaba opio, Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz, usó mescalina. Baudelaire se inclinaba por el hachís, mientras la poeta victoriana Elizabeth Barrett Browning tenía adicción al láudano. A Rudyard Kipling, le privaba la cocaína, que tomaba disuelta en vino, y de uno de los maestros de la ciencia ficción, Philip K. Dick, se dice que escribió una de sus novelas (Una mirada a la oscuridad es la candidata) en una neblina alimentada por anfetaminas, en apenas una semana.
Es precisamente Dick quien da paso a otro ícono de la ciencia ficción, Frank Herbert, más precisamente su obra fetiche: Dune. En esta obra, Herbert abre la mente de lectores gracias a la melange o especia: “La sustancia más preciada del Universo es la mezcla de especias. La especia prolonga la vida. La especia expande la conciencia. La especia es vital para los viajes espaciales”.
Esta sustancia es la cocaína de Narcos y el cofre en La Isla del tesoro: la trama gira alrededor de ella, tanto como para crear un conflicto de proporciones galácticas.
La realidad es que Herbert no era ajeno a la influencia de las cualidades psicotrópicas de algunas sustancias, en particular de la psilocibina (“ingrediente” principal de los hongos mágicos). De hecho, las cultivaba él mismo. Obviamente, se documentaba de forma concienzuda sobre el tema y entre sus biblias figuraban los tratados de Paul Stamets, reconocido micólogo con más de 40 artículos científicos publicados, 7 libros traducidos a decenas de idiomas y, en un giro propio de la ciencia ficción, es uno de los protagonistas de Star Trek. El personaje del teniente Paul Stamets en la serie Discovery, es la versión ficticia de un astromicólogo e ingeniero a bordo del USS Discovery. Gracias a él se descubre cómo navegar por una red de micelio en el espacio utilizando un "impulsor de esporas".
Pero volviendo a Herbert, fue el propio Stamets, el verdadero, no el de Star Trek, podría haber tenido algo que ver con la idea de la melange gracias a sus obras científicas. En el noveno capítulo de su libro Funcionamiento del micelio: cómo los hongos pueden ayudar a salvar el mundo, Stamets abre la veda de los secretos alucinantes.
“Nos conocimos a principios de los años 1980 – explica Stamets en su libro -. Frank era un ávido coleccionista de hongos y me contó que gran parte de la premisa de Dune: la especia mágica (esporas) que permitía doblar el espacio (tropezar), los gusanos de arena gigantes (gusanos que digieren hongos), los ojos de los Fremen (el color azul cerúleo de los hongos Psilocybe), el misticismo de las guerreras espirituales, las Bene Gesserit (influenciadas por los cuentos de María Sabina y los cultos de los hongos sagrados de México), provino de su percepción del ciclo de vida de los hongos, y su imaginación fue estimulada a través de sus experiencias con el uso de hongos mágicos”. Sin duda se trataba de un autor muy cultivado.