Calentamiento global
El océano Atlántico se enfría a un ritmo alarmante: esto es lo que significaría para el clima global
En una región del Atlántico, las temperaturas han disminuido más en los últimos tres meses que en cualquier otro período desde que se comenzaron a recopilar datos en 1982
"El clima está loco" es probablemente la expresión que más se ajusta a las condiciones meteorológicas, que cada vez se complican más. Cada año vivimos los veranos más calurosos de los últimos tiempos, pero también estamos al borde de una helada, de lluvias más intensas y de desastres naturales de magnitudes cada vez más grandes, como huracanes o ciclones. Lo cierto es que desde hace años se hablaba de las temperaturas anómalamente cálidas del Atlántico, algo que parecía no cambiar; sin embargo, en estos últimos tres meses, los científicos han detectado que en realidad sucede todo lo contrario: el Atlántico se enfría.
El océano Atlántico, una de las masas de agua más estudiadas y monitorizadas del planeta, quiere decir que el mínimo cambio se detecta con relativa facilidad. De esta manera, el desconcertante cambio récord preocupa a la comunidad científica, ya que podría tener implicaciones significativas no solo para los patrones climáticos globales, sino también en la intensidad y frecuencia de fenómenos meteorológicos, como los huracanes. Se trata de un patrón emergente, una especie de "Niña Atlántica".
El misterio del enfriamiento rápido del atlántico
Históricamente, se ha observado que el calentamiento global tiene un impacto directo en los océanos, causando un aumento en la temperatura de las aguas superficiales, fenómeno que ya se venía anunciando. Sin embargo, el Atlántico está desafiando esta tendencia. En lugar de seguir calentándose, ciertas áreas del océano están enfriándose a un ritmo alarmante, un comportamiento que los científicos aún no comprenden del todo.
Una de las áreas más afectadas por este enfriamiento es el Atlántico Norte, donde las temperaturas han disminuido significativamente en los últimos años. Algunas teorías sugieren que cambios en las corrientes oceánicas, la circulación del agua o incluso el deshielo de Groenlandia podrían estar influyendo en este enfriamiento, pero aún no hay un consenso claro. No obstante, el verdadero problema es que, según Pedro DiNezio, de la Universidad de Colorado en Boulder, desde mayo este cambio en la temperatura también se ha empezado a notar en el Atlántico ecuatorial (el trópico).
Si bien el cambio se refleja en toda la temperatura media, la región que comienza a preocupar es un estrecho corredor a lo largo del Ecuador, cerca de la costa africana. De hecho, allí fue la transición más rápida registrada en la historia. El enfriamiento de estas aguas durante el verano se debe a los vientos alisios que soplan hacia el oeste, los cuales tienden a intensificarse en esta estación a medida que una franja estrecha de tormentas tropicales se desplaza hacia el norte. La interacción de estos vientos con el océano disipa parte del calor de las aguas.
Cómo afecta el clima global
La principal afectada es la formación de huracanes. Los huracanes obtienen su energía del calor del océano, por lo que un cambio en las temperaturas superficiales del agua puede alterar significativamente su comportamiento. Un Atlántico más frío puede reducir la cantidad de energía disponible para los huracanes, lo que resulta en tormentas menos intensas. Sin embargo, este no es un escenario garantizado, ya que otros factores, como el cambio en los patrones de viento y la humedad, también juegan un papel crucial en la formación de estos fenómenos.
Además, el enfriamiento del Atlántico podría tener implicaciones más amplias para el clima global. El océano Atlántico es una parte clave de la circulación termoalina, una corriente oceánica global que actúa como un gigantesco sistema de transporte de calor alrededor del planeta. Si el Atlántico se enfría, podría alterar esta circulación, afectando los patrones climáticos en Europa, América del Norte y otras partes del mundo. Esto podría llevar a inviernos más fríos en algunas regiones, mientras que otras podrían experimentar veranos más cálidos o secos.
Ahora, lo único que se puede concluir es que, si la Niña del Pacífico se asocia usualmente con un clima seco en el oeste de los EE.UU. y un clima húmedo en el este de África, una Niña del Atlántico tendería a reducir las precipitaciones en la región del Sahel de África y aumentarlas en partes de Brasil. De todos modos, existen razones para creer que la presencia de La Niña en el Atlántico podría retrasar el desarrollo de La Niña en el Pacífico, moderando así sus efectos de enfriamiento a nivel global.