Geología

Docenas de ríos se han vuelto de color naranja por el derretimiento del permafrost

El efecto puede verse desde el espacio y en total abarca a 75 ríos y un área más grande que España.

Cambio climático
Río Kutuk, en Alaska, uno de los afectados por el derretimiento del permafrostEmily C. DooleyEmily C. Dooley

Una de las consecuencias más estudiadas de los últimos años del cambio climático son las consecuencias del derretimiento del permafrost del Ártico. Durante decenas de miles de años esta porción del planeta ha permanecido congelada, pero el aumento de las temperaturas provoca su derretimiento y se liberan virus y bacterias que resultan desconocidos y que han estado “durmiendo” durante milenios. Junto a ellos también comienzan a aparecer sustancias tóxicas: subproductos de combustibles fósiles y productos químicos como el DDT, que actualmente se encuentra prohibidos por los daños a la salud y al ambiente.

Ahora un nuevo estudio, publicado en Communications Earth & Environment, retrata las consecuencias: se identificaron al menos 75 ríos y arroyos de color naranja en un área más grande que España. El análisis químico de los ríos oxidados reveló altos niveles de zinc, níquel, cobre y cadmio, así como de hierro, que es en gran parte responsable del tono anaranjado de los cursos de agua. Los autores del estudio, liderados por Jonathan O’Donnell, también descubrieron que las vías fluviales contaminadas eran inusualmente ácidas: algunas de las corrientes más pequeñas tenían un pH tan bajo como 2,3, que es aproximadamente lo mismo que el jugo de limón o el vinagre, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.

Pero no solo los hábitats afectados se transforman visualmente, sino que las altas concentraciones de minerales también son altamente tóxicas para la mayoría de la vida acuática. Los investigadores están particularmente preocupados por lo que el agua tóxica del deshielo podría estar afectando a los peces en desove, lo que podría tener importantes efectos en cadena en las pesquerías estadounidenses.

Es difícil saber cuánto metal se ha vertido a los ríos durante este tiempo. Pero los ríos en las fotografías satelitales "tienen que estar muy teñidos para poder captarlos desde el espacio", señala en un comunicado el coautor del estudio Brett Poulin, toxicólogo ambiental de la Universidad de California en Davis.

El equipo de O’Donnell realizará pruebas de seguimiento este año para determinar la magnitud total del problema. Sin embargo, temen que el aumento del derretimiento del permafrost provocado por las temperaturas récord del último año haya liberado aún más metales. Y a medida que las temperaturas sigan aumentando en las próximas décadas, es probable que la contaminación por metales empeore aún más.

A medida que el agua se vuelve más ácida con el tiempo, también será más fácil que se disuelvan aún más metales del permafrost recién descongelado, creando un preocupante "bucle de retroalimentación positiva", donde el problema empeora exponencialmente. También es probable que el derretimiento del permafrost genere más ríos nuevos en lugares como Alaska y Siberia, lo que exacerbaría aún más el problema.

La pérdida de la cobertura del permafrost tiene muchas otras implicaciones graves, como la liberación de más gases de efecto invernadero a la atmósfera, así como el descubrimiento de materiales radiactivos y la liberación de virus latentes, que podrían provocar nuevas pandemias.