Evolución
El beso surgió como un ritual de limpieza señalan los científicos
Los únicos no humanos que se sabe que se besan son nuestros primos evolutivos más cercanos, los chimpancés y los bonobos.
Las costumbres de los besos pueden variar enormemente entre culturas. En algunas partes de Europa, dos besos en la mejilla son un saludo estándar, mientras que en otras partes, se esperan tres besos. En Rusia, un beso en los labios denota confianza.
Estos besos suelen darse entre hombres o mujeres, mientras que los hombres europeos pueden limitar los besos a otros hombres a parientes cercanos. Si viajas a Omán, un apretón de manos entre caballeros puede ir seguido de un beso rápido en la nariz.
En la antigua Roma, los diferentes tipos de besos tenían nombres únicos con significados distintos basados en la relación entre los individuos. Estaba el osculum, una mejilla en la mejilla, el basium, un beso en los labios sin intención sexual, y el savium para el beso erótico.
Besar el anillo, la mano o los pies para mostrar respeto, junto con el beso ceremonial y religioso, todos tienen una larga historia. Hay besos tradicionales como el beso de bodas, el beso de cumpleaños, el beso de Año Nuevo, el beso bajo el muérdago o el beso que se da para tener buena suerte.
El beso es un método versátil para mostrar signos de afecto, intimidad o vínculo social de una manera bien regulada, pero cómo empezó el beso es un debate en curso. Un beso es simplemente un beso, pero dependiendo de dónde y cuándo se produce ese beso, se requiere cierta comprensión de las convenciones culturales y el contexto histórico. Las sociedades han dictado durante mucho tiempo las reglas sobre quién puede besar, dónde, cuándo y cómo debe hacerse.
Algunos estudios sugieren un origen en conductas de cuidado cariñoso como la lactancia materna o la premasticación donde, en ausencia de un procesador de alimentos, los cuidadores alimentan a los bebés con alimentos pre-masticados. Otras hipótesis relacionan el beso con una prueba de compatibilidad, un sutil olfateo o saboreo de la microflora para determinar la salud genética.
Pero un equipo de la Universidad de Warwick sugiere un origen distinto: los besos humanos evolucionaron a partir de conductas de acicalamiento observadas en los grandes simios. En un estudio publicado en Evolutionary Anthropology, los autores, liderados por Adriano Lameira, señalan la “hipótesis del beso final del acicalador”.
Cuando se buscan paralelismos en el mundo animal no humano, encontrar un comportamiento que coincida con la forma y la función del beso humano es un desafío. Muchos animales realizan algún tipo de caricias, pero los únicos no humanos que se sabe que se besan son nuestros primos evolutivos más cercanos, los chimpancés y los bonobos.
Con esto en mente, Lameira, dirigió una revisión exhaustiva de las hipótesis existentes para explorar las raíces evolutivas de este comportamiento íntimo, señalando que el acicalamiento es un medio primario para establecer y mantener vínculos sociales en las estructuras sociales de los grandes simios.
Suponiendo que los simios ancestrales se acicalaran de esta manera, sería una parte fundamental de nuestra cultura primitiva. A medida que pasa el tiempo y los humanos evolucionan para tener menos vello corporal, la necesidad de un acicalamiento extenso disminuye, lo que lleva a sesiones de acicalamiento cada vez más cortas. Si bien la necesidad de que nos arranquen el pelo puede haber desaparecido, el aspecto del vínculo social sigue siendo importante.
Según el estudio, el acto final del acicalamiento de los simios consiste en sacar los labios y succionar ligeramente para eliminar restos o parásitos, un comportamiento que persistió incluso cuando su función higiénica se desvaneció. Esta acción vestigial, que los investigadores denominaron “hipótesis del beso final del acicalador”, refleja la forma, el contexto y la función del beso humano moderno.
Al comparar los comportamientos de acicalamiento entre especies de primates y sociedades humanas, el equipo de Lameira respalda la idea de que el beso sirve como un gesto simbólico para señalar y reforzar los vínculos sociales y de parentesco. Si bien otros primates no simios participan en actividades de vinculación social, son bastante diferentes. Se da un ejemplo de los monos capuchinos que demuestran su conexión social metiendo los dedos en los ojos y las fosas nasales de sus seres queridos.
Introducir los dedos en los ojos y las fosas nasales de un colega puede parecer fuera de lugar como saludo humano, aunque sea bastante normal para un mono capuchino. Un estudio de 2015 publicado en American Anthropologist analizó 168 culturas y descubrió que solo el 46% de ellas practicaba besos románticos. La mayoría de las culturas indígenas de cazadores-recolectores no practican ningún tipo de beso. Algunos incluso consideran que el acto es repugnante.
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