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Cuando Salvador Dalí quiso meter a Greta Garbo en un helicóptero
Unas notas del pintor surrealista recuperan uno de sus proyectos más controvertidos
A Salvador Dalí le gustaba provocar, pero esa provocación debía ser cuanto más ambiciosa y espectacular. La desmesura no tenía límites, especialmente si con ella podía atraer la atención de todo tipo de medios comunicación. Aquello era algo que había aprendido desde joven, cuando se enfrentó al tribunal que lo debía juzgar en la Academia de San Fernando, así que en su madurez no puso fronteras a sus ideas más arriesgadas a riesgo de arruinar al valiente empresario que se prestaba a ser su mecenas, en ocasiones, a fondo perdido.
En 1954, el pintor surrealista recibió el encargo para realizar una falla, probablemente una de más impresionantes que se hayan realizado nunca en Valencia, y que participó en el evento fuera de concurso por petición de la comisión El Foc. Titulada “La corrida de toros surrealistas” fue plantada en lo que hoy es la plaza del Ayuntamiento y se sabe que costó unas 110.000 pesetas, una importante cifra para la época. Dalí realizó numerosos bocetos y anotaciones, base para el trabajo diligente que firmó el maestro fallero Octavio Vicent. Mucho antes de que el conjunto fuera una realidad, la propuesta daliniana creó una gran polémica.
La falla de Dalí giraba en torno a varios elementos: la corrida de toros, la mariposa y un helicóptero. Sobre este último punto, estos días sale a subasta en Christie´s unos apuntes del pintor de Figueres, con un precio de salida de 4.000 euros, donde el pintor añade, probablemente para Vicent, detalles sobre el uso del helicóptero. Respetamos la muy personal ortografía del artista:
“Muy importante DENTRO del elicoptero - Greta Garbo en cera muy bella vestida de negro. Solo sera visible una vez cada hora ya que una cortina tambien negra se abrira i cerrara toda hora para dejarla ver, iluminada por luz de luna. La FOTO de Garbo escogerla "en las agencias". S.D."
Dalí incluso abocetó cómo debía ser el helicóptero, desde la hélice hasta una cola con forma zoomórfica.
Esta nota sirve también para constatar que Dalí siempre estuvo fascinado con una actriz que en 1954 vivía retirada de los focos, pese a las presiones de algún estudio y de los fotógrafos que la acechaban. La Garbo ya en los años treinta se había convertido en un icono para muchos creadores, como demuestra la máscara de hierro realizada por Pablo Gargallo y que hoy se conserva en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Pintor y actriz se habían conocido en Estados Unidos en uno de los primeros viajes de Dalí para probar fortuna al otro lado del charco. El de Figueres, el Divino por excelencia, reconoció en sus memorias “Vida secreta” que se quedó fascinado ante la belleza hipnótica de la llamada Divina. La Garbo se dio cuenta de cuánto había impactado a por ese entonces tímido jovencito y le respondió con un beso.
Muchos años después, cuando Salvador Dalí era un enfermo octogenario, el interés por Greta Garbo seguía latente, hasta el punto de enviar a la protagonista de “Gran Hotel” o “Mata Hari” un telegrama por su cumpleaños en el que se podía leer: “Cada vez que pienso en Nueva York, pienso inevitablemente en ti. Bon jour, bon jour!”.
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