Sin president
JxCat veta de nuevo la investidura de Aragonès y confirma la cuenta atrás para otras elecciones
El independentismo lleva Cataluña al bloqueo en plena pandemia. El republicano, el candidato con menos votos (42) tras la abstención del partido de Puigdemont y el rechazo del resto (61) en el Parlament
La política catalana bordea de nuevo el abismo: Junts, el partido de Carles Puigdemont, ha vetado la investidura de Pere Aragonès (ERC) por segunda vez consecutiva en tres días con otra abstención en el Parlament que impide de momento la formación de un Govern derivado de las urnas y confirma la cuenta atrás para otras elecciones. A partir de ahora queda activado el reloj y comienza el plazo de dos meses para tratar de llegar a un acuerdo y en el que se podrán hacer varios intentos de investidura. De no lograrlo antes del 26 de mayo, los comicios quedarían convocados automáticamente y se celebrarían 54 días después, aproximadamente a mediados de julio.
El candidato republicano a la presidencia de la Generalitat sólo ha logrado 42 votos, los 33 de su formación y los nueve diputados de la CUP tras el preacuerdo alcanzado con los antisistema. Una suma insuficiente pese a que para la sesión de este martes bastaba con lograr más “síes” que “noes” y que convierte al dirigente de ERC en el presidenciable con menos apoyos tras los dos debates fallidos en el Parlament. En total, ha recibido hasta 61 en contra (PSC, Vox, los comunes -facción catalana de Podemos-, Ciudadanos y PP) y 32 abstenciones de JxCat.
Y es que el independentismo ha evidenciado en el debate más importante de la legislatura su crónica división y la imposibilidad de llegar a un acuerdo cinco semanas después de las elecciones del 14 de febrero. Y lo ha hecho en plena pandemia, con el interrogante de la cuarta ola del coronavirus, una campaña de vacunación que avanza a trompicones y tras medio año de Govern en funciones a raíz de la inhabilitación de Quim Torra.
El resultado de las urnas sirve para explicar parte del desacuerdo actual: en Esquerra entienden que se impusieron en su particular lucha contra JxCat –33 escaños a 32– y reclaman lo mismo que ocurrió en 2017 pero a la inversa: facilitar un Govern independentista con la presidencia para Pere Aragonès igual que ha ocurrido en el Parlament con Laura Borràs. En cambio, en el partido postconvergente califican el resultado de “empate técnico” –término que acuñó el propio expresident en una entrevista reciente– y reclaman su cuota de influencia. Una exigencia que pasa por otorgar el mando, el timón del procés, a Carles Puigdemont a través del Consell per la República y de pactar una estrategia unitaria en Madrid. Sobre el primer aspecto, el dirigente se ha abierto a reformularlo, aunque sigue siendo un punto de desencuentro entre JxCat y ERC.
De hecho, el presidenciable republicano Pere Aragonès se ha plantado y ha avisado que gobernará “sin sustituciones ni tutelas”, un mensaje dirigido expresamente a Puigdemont que ha lanzado en el discurso de este martes. ERC, de hecho, ha urgido a los postconvergentes a llegar a un acuerdo cuanto antes, les ha reprochado la parálisis en plena pandemia y ha pedido no mantener la incertidumbre “por tiempo indefinido”. “Nadie le impondrá tutelas desde el exilio. Su presidencia y la acción de gobernar quedarán al margen de la dirección colegiada del independentismo”, ha replicado la diputada postconvergente, Gemma Geis, quien incluso le ha pedido que asuma que tiene 33 diputados y no 68, cifra que marca la mayoría absoluta.
La sesión de hoy también ha servido para ver los rifirrafes existentes entre JxCat y la CUP: los primeros han calificado de “estéril” el pacto entre los antisistema y los republicanos, y la CUP ha exigido medidas sociales como la renta básica universal. Y es que las relaciones entre formaciones siguen muy maltrechas pese al empeño de ERC de conformar un Govern de corte netamente independentista tras el 14-F. Una circunstancia que ha llevado a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, a frenar la candidatura de Salvador Illa (PSC), quien ha reiterado por activa y por pasiva su intención de optar a la investidura tras ganar los comicios.
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