
Patrimonio
Esta es la "Capadocia" española que bien merece una visita
Se trata de un complejo eremítico excavado entre los siglox VIII y IX

Muchos son los rincones sorprendentes que existen en España. En algunas ocasiones no están tan bien valoradas como las que existen en otros países, pero mucho más cerca de lo que uno creo se pueden visitar maravillas. En esta ocasión vamos a viajar hasta un pequeño pueblo para trasladarnos con la mente hasta Turquia, y poder disfrutar de la "Capadocia Española", que destaca por su belleza y por sus laberínticas cuevas.
Y es que no hay que irse tan lejos para contemplar una de las maravillas de la antigüedad, como es la "Capadocia". Y es que la joya patrimonial turca es una región histórica de Anatolia Central, en Turquía, que abarca partes de las provincias de Kayseri, Aksaray, Niğde y Nevşehir. Capadocia se caracteriza por tener una formación geológica única en el mundo y por su patrimonio histórico y cultural. En 1985 fue incluida por la Unesco en la lista del Patrimonio de la Humanidad, con una zona protegida de 9576 hectáreas.
Desde hace miles de años ha habido asentamientos humanos en la región. Algunas civilizaciones antiguas florecieron aquí, y todas ellas han dejado su huella cultural en Capadocia. Su orografía, compuesta de la llamada toba calcárea, ha adquirido formas caprichosas tras millones de años de erosión y es lo suficientemente friable como para permitir que el ser humano construya sus moradas escarbando en la roca en vez de erigir viviendas trogloditas. De su forma destacan paisajes llenos de cavernas, naturales y artificiales, muchas de las cuales continúan habitadas.
La situación geográfica de Capadocia la hizo encrucijada de rutas comerciales durante siglos; también objeto de continuas invasiones. Los habitantes de la región construyeron refugios subterráneos, donde ciudades enteras podían refugiarse en el subsuelo y subsistir durante muchos meses sin arriesgarse al exterior.
Estas ciudades subterráneas estaban construidas en varios niveles y equipadas con respiraderos, caballerizas, panaderías, pozos de agua y lo necesario para albergar poblaciones que podían llegar hasta 20 000 habitantes. Cuando estas ciudades subterráneas fueron usadas durante el cristianismo bizantino, algunas cámaras fueron adaptadas como templos y decoradas con iconografías en las paredes.
La región de Capadocia puede considerarse un círculo de 50 kilómetros de diámetro donde se encuentran, entre otras, las ciudades de Indolash y Sabiar, así como numerosas poblaciones. La población en el área no llega al millón de habitantes, pero los asentamientos están tan cercanos unos de otros que dan la impresión de tratarse de una sola ciudad extendida por una región muy vasta. En muchos mapas, el nombre de Capadocia no se menciona, ya que no se trata de una demarcación política como tal. Más bien se trata de una región histórica que abarca porciones de varias provincias.
El paisaje único de Capadocia es el resultado de la acción de fuerzas naturales durante milenios. Hace 60 millones de años se formó la cadena montañosa del Tauro, en Anatolia meridional, al mismo tiempo que se formaba la cadena alpina en Europa. La formación de la cordillera del Tauro creó numerosas barrancas y depresiones en Anatolia central. Hace diez millones de años, estas depresiones fueron rellenadas por el magma y otros elementos volcánicos provistos por los numerosos volcanes en erupción de Anatolia central, especialmente los volcanes Erciyes, Keciboyduran, Develi, Göllü dağı y Melendiz.
Paulatinamente, las depresiones fueron desapareciendo, transformando la región en un altiplano. Sin embargo, el mineral que las rellenó no es muy resistente a la acción de vientos, lluvias, ríos y diferencias de temperatura, por lo que la erosión fue esculpiendo los numerosos valles por los cuales Capadocia es famosa. Algunas de las poblaciones más importantes son Aksaray, Nevşehir, Kayseri, Ürgüp, Uçhisar, Niğde, Gülşehir y Gülağaç, mientras que algunos lugares sobresalientes son el Museo al aire abierto de Göreme, la ciudad subterránea de Kaymaklı, la ciudad subterránea de Derinkuyu, el valle de Zelve, Gomeda, Peribacalar vadisi (valle de las Chimeneas de las Hadas), Soğanlı vadisi, las ciudades subterráneas de Özkonak, Tatlarin, Mazı y Acıgöl, e iglesias como las de El Nazar y Aynalı, informa Wikipedia.
Cuevas de los Portugueses
Pues para contemplar esta maravilla no hay que ir a Turquía sino se quiere viajar tanto, ya que en la provincia de Burgos se encuentra la “Capadocia Española”, que no son otras que las Cuevas de los Portugueses, situadas en la localidad de Tartales de Cilla.
Se trata de una estancia eremítica ruprestre consistente en 14 habitaciones excavadas en una pared de arenisca, en un pequeño desfiladero cubierto de una exuberante arboleda, por donde fluye un caudaloso arroyo conformando un curioso hábitat oculto desde el exterior.
Su construcción se remonta a época visigoda y altomedieval, entre los siglos VIII y IX. Generalmente, constan de una nave principal con entrada al Sureste, así como algún espacio adicional a los pies o en los laterales con función de sacristía o baptisterio. En los alrededores del habitáculo existen con frecuencia necrópolis de tumbas antropomorfas y diversas estancias excavadas a su vez en la roca.
Los constructores de estas cuevas rupestres tomaron como modelo los edificios de la época, utilizando el arco de herradura y el de medio punto, bóvedas de cañón y ábsides planos o en semicírculo. Gracias a alguna inscripción fundacional o los restos de cerámica hallados en el lugar resulta posible en ocasiones averiguar la época en que se excavaron y utilizaron como morada o iglesia.
La denominación actual de Cuevas de los Portugueses se debe a su reutilización como viviendas a principios del siglo XX por los trabajadores del ferrocarril Santander-Mediterráneo. Estos trabajadores modificaron la obra medieval, comunicando entre sí los diferentes habitáculos. Las cuevas originales tenían planta rectangular y se accedían a su interior a través de una puerta tallada junto a otro vano como una ventana. Los bancos corridos y mechinales u hornacinas datan de aquellos primeros tiempos.
La visita a las cuevas se puede ampliar con un viaje al pequeño municipio de Trespaderne situado en la comarca de Las Merindades y en el que cerca confluyen tres ríos: el Nela, el Jera y el Ebro. Además, y a pocos kilómetros se ubica la Sierra de la Tesla y el desfiladero de la Horadada, por lo que es un lugar perfecto para disfrutar de la naturaleza por la belleza de sus paisajes.
Además de su maravilloso entorno natural, Trespaderne cuenta con un gran patrimonio histórico, que puede verse en su puente medieval sobre el río Nela o en su legendario Castillo de Tedeja, una fortaleza de la época romana de la que sólo pueden contemplarse sus ruinas. Desde ese punto se pueden contemplar unas vistas espectaculares del desfiladero.
Dentro del pueblo, el edificio más interesante es la Iglesia parroquial San Vicente Mártir, del siglo XVII, así como el Centro de Interpretación Arqueológica Desfiladero de la Horadada, instalado en el antiguo hangar de la estación ferroviaria de Trespaderne, donde se explica el porqué de la ubicación de los yacimientos y también se recrea el interior de una iglesia paleocristiana. El exterior cuenta con dos viviendas que representan el mundo doméstico característico de la época romana y visigótica.
Parte del término municipal de Trespaderne se encuentra dentro del Parque Natural de Montes Obarenes-San Zadornil, un espacio de enorme interés geológico, geomorfológico y reserva de la biodiversidad, donde se pueden realizar numerosas rutas de senderismo al mismo tiempo que se disfruta de bellos paisajes.
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